Históricamente, se sabe que el Apocalipsis o Revelaciones fue escrito a finales del siglo I o principios del siglo II, cuando las persecuciones romanas contra los cristianos se hicieron más cruentas, en tiempos del emperador Domiciano. Este, como algunos otros emperadores, exigían (ya sea por simple vanidad o como estrategia de coerción a sus súbditos) que sus estatuas fueran adoradas a lo largo de todo el imperio, cosa que los cristianos se negaban a hacer por motivos religiosos: los Césares se autoproclamaban “Señor de Señores”, además de “hijos de Dios”, títulos que los cristianos reservan exclusivamente para Jesucristo.
Por ello, el Apocalipsis conllevaría también un trasfondo histórico que haría referencias múltiples a estas persecuciones y a los consejos que el autor daría a sus lectores, cristianos, de mantenerse en la fe para soportar las angustias, poniendo la esperanza final de la nueva Jerusalén como premio seguro para los que fueran firmes (Prévost, 2001: 27-32).
La lectura del libro del Apocalipsis se puede hacer en varios planos (literal, simbólico, por su género literario, con el contexto histórico en que fue escrito, por el mensaje de fondo del que habla, etc.). FUENTE: WIKIPEDIA.
Estamos amenazados por “una concepción mal definida o no definida para nada de libertad”. Antes que salvarla, con base en los valores propios de la misma y que se consideran universales, irrenunciables, completos, pues trasponen a las circunstancias de la historia, nos vienen conduciendo “a un dogmatismo que se está revelando cada vez más hostil para la libertad”. “Y es utilizado para esclavizar a los pueblos en nombre de los pobres.”
La anarquía violatoria del “Estamento Legal” como forma de vida no debe aceptarse bajo la perspectiva que emerge y busca imponerse, entre derechos opuestos y a la luz de la dignidad inmanente de la persona.
La capacidad del hombre consiste en su capacidad de acción. “La libertad es el valor supremo. Pero si no existe una norma moral se convierte en poder de destrucción”.
“Hasta el terrorismo se basa en esta modalidad de “auto autorización.” Sin referencia ética, en pleno siglo XXI viene haciendo de las suyas dominando algunos países otrora cunas de los libertadores del mundo.”
San Juan Pablo II, artesano de los eventos ocurridos a partir de 1989, que marcaron el final del comunismo, en 2005, en su carta encíclica Veritatis splendor alertó contra el “riesgo de la alianza entre democracia y relativismo ético, que quita a la convivencia civil cualquier punto seguro de referencia moral”.
En su encíclica Centesimus annus expresa que, si no existe ninguna verdad última que guíe y oriente la acción política, “las ideas y las convicciones humanas pueden ser instrumentalizadas fácilmente para fines de poder. Una democracia sin valores se convierte con facilidad en un totalitarismo visible o encubierto, como lo demuestra la historia.”
Debemos actuar con racionalidad práctica a fin de tratar de entender, la negociación de la democracia con el narcotráfico, que, antes de garantizar la paz, atiza la disolución de los lazos sociales y políticos; la negociación de la oposición “democrática” de algunos países con regímenes coludidos con el narcoterrorismo global podría representar, la rendición de repúblicas, que otrora fueron ejemplo de seguridad jurídica y personal ante el terrorismo internacional, impuesto como forma de vida.
Se presume que, la ideologización esclavista, violadora de los más elementales Derechos Humanos, de constituciones, leyes y reglamentos de las naciones no es casual con los acuerdos aprobados en el Grupo de Puebla, causahabiente del Foro de Sao Paulo, el Programa de Desarrollo Sostenible de la ONU-2030, y el Foro de Davos. Supuestamente basadas en las diferencias entre el capitalismo y el socialismo marxista, o entre las derechas e izquierdas. Generalmente son sistemas violatorios de la tríada creada después de la II Guerra Mundial: la democracia, el Estado de Derecho y los derechos humanos.
La pugna planteada es, entre la cultura milenaria que nos acompaña y la dispersión, la diferenciación, la atomización cultural, religiosa, social, política y personal. Podría definirse como el odre de una forma de “convivencia civil,” que niega la pertenencia de todos al mismo género humano y se avergüenza de sus raíces.
En otras palabras, que son las del fallecido cardenal Henry Newman, se pretende sugerir que la unidad de todos, o el nosotros, elimina el sentido de la conciencia; cuando en el fondo es la conciencia el único salvavidas contra la arbitrariedad del aislamiento individual.
La libertad de conciencia no llega al punto de permitírsenos liberarnos de la conciencia. “Es la conciencia una vía mediante la que, cada cual, se reafirma en su subjetividad a la vez que le sirve de vía para atenerse a la verdad objetiva.” Fuente: Asdrúbal Aguiar.
¿Es necesaria la aplicación de “El Estatuto de Roma” para llegar a la verdad?
Maximiliano Pérez Apóstol