#OPINIÓN Ron Santa Teresa y Venezuela #9Nov

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En un reciente seminario de la Fundación Nadbio, le preguntaron al presidente de Ron Santa Teresa, Alberto Vollmer, hijo: ¿En qué se parecen Venezuela y las insólitas experiencias que él contó sobre su empresa? Quien preguntaba parecía desear que a Venezuela le ocurriera lo mismo.

El caso es que, a finales de la década de 1990, la empresa estaba quebrada. Venezuela está quebrada). En semejantes circunstancias, la Hacienda Santa Teresa fue invadida por 500 familias del pueblo vecino, El Consejo, estado Aragua, alentadas por un compañero del ya presidente, Hugo Chávez. Venezuela está rasgada por la polarización política).

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En esa invasión, Vollmer se apersonó para tratar de hacer entrar en razón a los invasores diciéndoles que la propiedad de esa finca tenía una tradición de 400 años, generaba empleo, etc.; mientras el dirigente de la invasión, amigo del ya presidente Hugo Chávez, le decía… “pero es que tú tienes que entender que las cosas cambiaron.” Lo insólito es que, al final de ese primer encuentro y sin poder ponerse de acuerdo, Vollmer le dijo: “Tú me puedes invadir la tierra, pero yo voy a invadir tu mente.” (Es un cambio de mentalidad lo que Venezuela necesita para quitarnos las cucarachas del odio o del individualismo de la cabeza).

Los representantes de la hacienda llamaron abogados y a influyentes, pero nunca dejaron de hablar con los invasores, interesándose por su problemática. Al dirigente de la invasión se le invitó a participar en un curso de negociación en Harvard junto con Vollmer. Ambas partes aprendieron que el interés de fondo de los invasores no era la tierra (que sí era el del dueño), sino vivienda y trabajo bien remunerado. De lo que surgió un programa de construcción de viviendas en una parte de la hacienda aportada por sus propietarios, la mano de obra fue aportada por los invasores, la infraestructura por la gobernación de Aragua (Didalco Bolívar), los cursos de capacitación por la Fundación Santa Teresa, y todos juntos lograron un crédito para viviendas en el CONAVI. A fin de cuentas, en este caso no prevaleció la fuerza sino la inteligencia para adaptarse (Darwin): Ambas partes se invadieron la mente y vieron que tenían que cambiar porque sus intereses, siendo diferentes, no eran antagónicos, sino complementarios. Tras estas experiencias, el jefe de la invasión le pidió a Alberto Vollmer que le bautizara un hijo: ¡Son compadres! (Venezuela: gobiernos, empresarios, trabajadores y desempleados se necesitan mutuamente para recuperar la economía).

Pero los problemas de Santa Teresa, (Como los de Venezuela), no terminaban allí. En medio de los esfuerzos por salir de la quiebra y negociar con los invasores, una noche entraron tres sujetos para robarle armas a los guardias. Afortunadamente, lograron detener a uno de ellos y Vollmer le ofreció escoger entre ser entregado a la policía o hacer un trabajo voluntario para pagar su ofensa. El sujeto escogió el trabajo y cumplió. A los pocos días, el jefe de la banda, “PataPiche”, intentó un asalto similar, repitiéndose el desenlace; pero, cuando PataPiche fue a cumplir con su trabajo voluntario, se presentó con todos los demás miembros de la banda. De allí nació un programa de reinserción de personas peligrosas conocido mundialmente como “Proyecto Alcatraz”; una combinación de trato sincero (“tienes que resarcir el daño que hiciste”) y de toma y dame (“regalado nada”) para generar confianza; empezando por dar empleo a personas no calificadas; aprendizaje de oficios; y enseñanza y práctica de valores a través del deporte (rugby), de pedir perdón a las personas que habían asaltado o a los deudos de los asesinados, y de hacer unos ejercicios de estados financieros personales, uno como delicuentes (muy altos ingresos, pero mayores egresos) y, otro, como trabajadores y jugadores de rugby (balance positivo). (Venezuela: El negarnos o quitarnos cosas unos a otros, no paga).

Pacificada la primera banda, se presentó el problema de que no podía circular por El Consejo porque otras bandas “los iban a matar”. Vollmer y PataPiche decidieron ir, con saco y corbata, a pie y con una computadora, a hablar con otra de las bandas. Subiendo una escalinata fueron intersectados al tiempo que uno de los potenciales agresores le preguntó a Vollmer: “¿Para que traes esa computadora?” A lo que Vollmer contestó, pasándole un cable, “Por favor, enchufa este cable ahí para ver un película de rugby”. Como no los mataron, el resto es historia.

Otras bandas también han sido pacificadas por medio del Proyecto Alcatraz; programa que hoy enseña valores a través del rugby en 32 prisiones del país y tiene un programa para reclutar a adolescentes antes de que los recluten las bandas. En este trabajo fue asesinado PataPiche, después de haber sido excelente jugandor, entrenador de rugby y escolta de Vollmer. Otros se han convertido en trabajadores calificados, guías turísticos o Embajadores de Ron Santa Teresa en algunos de los 90 países a los cuales, una empresa que estuvo quebrada, hoy exporta su producto, premiado en decenas de concursos y catas internacionales.

¿Será que los Gordos y PataPiches del deslucido sainete venezolano, llamado “La Polarización”, podemos pedirle al Proyecto Alcatraz que nos facilite unos ex malandros para que nos enseñen a invadirnos la mente para cambiar este juego de perdedores por un “yo gano-tu ganas”? De allí surgiría un Equipo Venezuela que saldría a comerse el mundo. Pero, como vamos, es el mundo quien nos está comiendo o ignorando,… y nos tiene lástima!

José Antonio Gil Yepes

@joseagilyepes

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