Hacer el llamado a inicio de clases presenciales no es sinónimo de poder empezar. En Venezuela, no solo afectó la pandemia de la COVID-19 para que las clases no siguieran efectuándose en las aulas, sino que también, tiene mucho que ver las precarias condiciones de infraestructura en las que se encuentran múltiples instituciones académicas del país.
Uno de los tantos ejemplos que se pueden evidenciar en el estado Lara es la Escuela Bolivariana Padre Diego, del sector Padre Diego ubicada en el Km 23 en la carretera vieja a Carora del municipio Iribarren.
En las imágenes recaudadas por los padres y representantes de los niños que cursan en esta institución, se puede evidenciar que la Escuela Bolivariana Padre Diego es un área destruida, sucia y alarmante; todo lo contrario a lo que debe ser un centro académico.
Externa e internamente, los problemas son notorios. La cerca que rodea la escuela, está dañada. El monte cubre cada zona de la institución, como si fuese un terreno desolado. Mientras que las aulas parecen todo, menos un ambiente educativo.
Visiblemente se nota cómo lo que debería ser el parque para el disfrute y entretenimiento de los niños, es ahora un terreno contaminado. La institución se convirtió en un vertedero de basura improvisado, lo cual atrae moscas y malos olores.
Incluso, en cuanto a los servicios, la escuela no cuenta con la distribución de agua necesaria para atender a los niños. Los baños están colapsados, dañados e inoperativos. Por ende, hacen un llamado a las autoridades del Estado para que atiendan esta situación, y así, la Escuela Bolivariana Padre Diego pueda ser -nuevamente- un área de educación.