Este universal y contagioso género musical es una forma de sincretismo en esta esfera del arte cuyas raíces se ubican en Cuba y países caribeños. Un ritmo con la virtud de asumir otros, representando la fase máxima y depurada en la evolución de esa tradición musical en que es predominante el son.
Una manifestación artística que nació en barrios de la ciudad estadounidense de Nueva York. Ello tras un prolongado proceso cultural denominado jazz latino que comienza en la década de 1930 con el cubano Bebo Valdés. Luego, entre 1964 y 1966, cobra fuerza definida con la incorporación del sonido ronco del trombón lo que desemboca en eso que hoy conocemos como salsa.
Música de emigrantes
La salsa es música de emigrantes pues en su materialización participan cubanos, puertorriqueños, panameños y dominicanos. Por supuesto que el mayor aporte lo hacen los cubanos por la tradición y poder musical que se desarrolló en la isla y que les viene desde África.
Su aparición ocurre en momentos de una tensa situación política entre Estados unidos y Cuba en el contexto de la Guerra Fría por causa de la crisis de los misiles soviéticos en 1962. Así pues, una de sus consecuencias fue el embargo económico impuesto por los gobernantes norteamericanos al naciente régimen socialista.
En ese marco numerosos músicos cubanos, entre estos Celia Cruz, emigran con su arte sonoro lo que acelera dicha proceso artístico con una variedad de expresiones como: la conga-fox, el cha cha cha, la canción show, la charanga, la pachanga, el capullo, el sombrero y el boogaloo. El sombrero fue un experimento de Pérez Prado en la primera mitad de la década de 1980 consistente en mezclar corridos mexicanos y ritmos afrocubanos. El boogaloo lo popularizaron Pete Rodríguez y Richie Ray. A estas manifestaciones musicales se les puede catalogar como sus antecedentes.
Los mismos nunca dieron pie en bola por ser verdaderos híbridos musicales marcados por la fugacidad y la moda. Pero la constante era el son cubano como referencia de aquella oleada de músicos provenientes de la zona del Caribe. Es el escritor cubano alejo Carpentier quien analiza el papel jugado por la música cubana al afirmar que es “…la única fuerza sonora que ha podido equipararse con el jazz en el siglo XX”.
El rechazo
La salsa en sus inicios no las tuvo todas consigo a su favor. Hubo resistencia a la misma lo cual se expresó en agrias críticas entre éstas la del músico cubano Damaso Pérez Prado quien la consideró una estafa. Fue en extremo muy duro cuando expresó de manera descalificadora: ”La salsa es un producto publicitario para idiotas”. Pero, curiosamente declaraba ser el creador de sus primeros arreglos en 1942.
Mientras que Daniel Santos y Celia Cruz coincidían en afirmar que se trata de un arreglo norteamericano puesto a una pieza cubana. De acuerdo con ese criterio era más de lo mismo. Cruz nos lo confirmó así en 1987 en el Mundial Tricolor cuando se disponía a participar en un evento en el Domo Bolivariano. En esos puntos de vista había mucho de purismo y reservas nacionalistas
Otros han visto en la salsa una respuesta política a la Revolución Cubana lo cual llevó al surgimiento del bolero “El son se fue de Cuba” que en en Venezuela interpreta la Billos Caracas Boys. Pero lo cierto es que debió vencer la barrera del rechazo por algunos músicos y cierto público recelosos del nuevo producto cultura.
Un hecho similar a lo ocurrido con el tango argentino que nació en los burdeles y mercados de Buenos Aires. Todo lo nuevo en su desarrollo afronta problemas y la salsa no ha sido la excepción. En Caracas al principio solo la bailaban en los barrios acompañado con el consumo de tragos de ron.
Llega la denominación
Aquel nuevo movimiento musical para entonces, no tenía un nombre o denominación. Es cuando aparece el locutor caraqueño Phidias Danilo Escalona, quien, en el transcurso de un almuerzo, pidió salsa de tomate para los espaguetis. Fue cuando alguien le sugirió le pusiera ese nombre a su nuevo programa de radio en el cual daba cabida a los ritmos tropicales: La Hora de la salsa.
Luego en Nueva York adoptaron la palabra para identificar la naciente música. Aunque el dominicano Jhonny Pacheco también se atribuye el término como de su inventiva. Pero referir la salsa como un simple hecho semántico es desconocer su historia de más de medio siglo de existencia. Su nombre ha podido ser otro para igualmente divertir a la gente.
Sus variados aportes
La salsa como género musical marca un antes y un después en la música afrocaribeña. Hasta el momento de su irrupción había en el ambiente un agotamiento de los anteriores intentos de una nueva música. Un género que llenara el gusto del público, más perdurable y agresivo en cuanto a la composición y arreglo.
La salsa vino a cumplir ese cometido pues sacudió el ánimo rumboso del público sediento de lo novedoso. Es lo que explica el éxito arrollador de la orquesta Las Estrellas de Fania, una creación del dominicano Jhonny Pacheco junto a otros músicos.
Recordemos que su momento histórico es la década de 1960 cuando el mercado de la música en EEUU es copado por el pop, entre cuyas expresiones tenemos el rock and roll y el disco music. Mientras que la banda de Los Beatles dominaba a sus anchas la preferencia de los jóvenes.
No es una música más del montón sin asidero en el público, ni tampoco una moda pasajera. Por lo que se construye con bases y pilares firmes. Se fundamenta en significativos aportes. Esas contribuciones son: la incorporación del trombón con su sonido grave e impactante. Una idea del puertorriqueño Eddi Palmieri que refuerza Willy Colón. Antes el dominio sonoro de la orquesta lo ocupaba la trompeta.
La notación sencilla para la emisión rápida del mensaje que le permitió competir comercialmente en el mercado del disco. El dominio rítmico del son y la presencia de la gente del barrio que superó la música de salón o club. Más su virtud de asimilar y expresar otros géneros como la canción Caballo Viejo de Simón Díaz.
La síntesis
En la transformación de la música caribeña, la salsa es un eslabón más de esa cadena sonora. La misma se presenta con una nueva estructuración: vocal, composicional, rítmica, instrumental y arreglística
La conservación de la esencia de los ritmos que la conformaron con leves cambios sin perder la identidad. Su rítmica es más rápída y acelerada con un swing contagioso lo que marca una diferencia con el jazz y el son por lo lento de ambos. Además, como lo sostiene el Pollo Sifontes: “Cualquiera no puede interpretar salsa. Requiere dominio de la rítmica, sincopa y soneo”.
Su asiento es muy sólido más allá del híbrido que suele pasar de moda, por ser a veces una inconsistente mezcla. Ello tras transitar por la fuente de la etapa primaria de la música cubana, la transición del jazz latino y los híbridos como el sombrero y la pachanga. Todo hasta ascender a la escala superior de lo que hoy conocemos como salsa.
Ésta es música urbana y popular, cuyas raíces se ubican en los pueblos de la cuenca del Caribe para alumbrar en la ciudad de Nueva York, tras discurrir un proceso de conformación con sus altos y bajos y numerosos artífices. Un fenómeno cultural y humano en permanente transformación con lo cual ha perdurado en el tiempo por ser un testimonio de las actividades artísticas del hombre.
Es una síntesis de los géneros y subgéneros musicales que han predominado en los países de las Antillas. De estos mencionamos la movida conga de Haití que en 1950 dio a conocer Daniel Santos con el tema Carolina Cao también apreciable en el mosaico 38 de la Billos Caracas Boys.
Es así como en su evolución registra varias modalidades, a saber:
- Salsa dura o neoyorquina
- Salsa erótica
- Salsa mensaje
- Salsa casino
Para bailar
Uno de los rasgos distintivos de la salsa es el baile. Desde el momento en que se le escucha nadie es indiferente al hecho coreográfico de bailarla a su compás.
Lo permite su concepción abierta y flexible a diferencia de la música académica, el tango, el pasaje y el flamenco moldeados por la lentitud propia de lo ortodoxo. La rapidez y fuerza de su rítmica estimulan el baile. Esa condición proviene de sus raíces afrocubanas Como lo sostiene la investigadora sociocultural María José López Villalta es una expresión de la “… conciencia corporal cotidiana…”.
Se trata de otra alegre vertiente de la rica cultura musical del Caribe, un ritmo de la calle que bailan todos los estratos sociales. Una nueva manifestación de lo que Ezequiel Ander- Egg llama folclor universal y cuyo día oficial es el 3 de septiembre declarado por la Alcaldía de Nueva York en 1977.
Una rumbosa historia que también se ha hecho en Lara donde existen unas trece agrupaciones dedicadas a su práctica, sobre todo en el barrio San Jacinto llamado la cantera de la salsa en Lara.