#OPINIÓN Gaveta azul: Para que tu me oigas #26Oct

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“Tienen ojos y no ven, tienen oídos y no escuchan”.

Estas dos ideas, acerca de los que miran y no ven; además de oír sin escuchar, es repetida de manera insistente en los Evangelios. Los estudios modernos del libro sagrado (a partir del S. XIX) señalan al Nuevo Testamento como una introducción al conocimiento oculto, llamado también sabiduría secreta. La referencia exacta es sobre la dificultad de conocer la verdad, además de aprender qué y cómo se debe hacer para alcanzar esa verdad. La admonición al respecto se repite nueve veces en los Evangelios y ocho en la Revelación de San Juan, diecisiete veces en total.

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La idea que es necesario saber oír y ver, poder oír y ver, y dados los grados de mecanicidad y pensamiento lineal de la mayoría de las personas no todos pueden alcanzar esas facultades, aparece en muchos otros pasajes bíblicos. El filósofo, matemático y maestro esoterista Pedro Ouspensky, da amplia cuenta del asunto en “Un Nuevo Modelo del Universo” (Cap IV El Cristianismo y el Nuevo Testamento)
Ediciones Sol-México 1950-590 pp. Texto del que tomamos los datos expuestos.

Concretando en territorio más terrenal, encontramos un desconocido Neftalí Ricardo Reyes Basualto diciendo a su amada con grave y seria ternura:
“Para que tú me oigas/ mis palabras se adelgazan a veces como las huellas de las gaviotas en la playa” 1)…

Otra vez el grito. El hijo del carpintero, tallador de hombres lo pregonó ante sus seguidores, explicó las parábolas al discipulado. Cubría con amor y sabiduría la magia de sus enseñanzas. El poeta necesita comunicar un corazón a otro, susurra, adelgaza sus palabras matizando de ternura el grito.

La mujer abandonada rodeada de cuatro anhelantes bocas mira al líder de ocasión. No le escucha, se niega a oír de nuevo las promesas de costumbre. Ella clama en silencio, quisiera que le escuchasen. Desea por Dios y la Virgen a la que eleva sus preces sin convicción, que alguno de esos prometedores de sueños y bienestares nebulosos escuchase su clamor.

OYE hombre, tú llamado líder, escucha mi voz, ve y observa mis necesidades, mis carencias, mi pobreza material y la miseria cultural que no quiero traspasar a mis hijos… oigan de verdad, escúchenme,…sollozos…

Escuchar, ver, requiere antes una armazón, estructuras organizadas de criterios claros y precisos. Un canon de pensamiento establecido en una base de conceptos propios, o por lo menos reelaborados por tu experiencia vital, acorde a tu circunstancia, tu panorama social, el entorno que conoces. Sin embargo requieres algo más. Necesitas haber leído bastante más de lo que te pidieron los programas escolares de formación profesional, de técnico industrial, o de artesano calificado. Y más allá del best-seller de ocasión y el texto de autoayuda que un buen mercadeo puso de moda.

Entonces, ¿leer qué?.

Todos los consejeros, gratuitos o no, pontificantes o sinceros y de buena fe, recomendarán los clásicos de costumbre y añadirán sus preferencias personales. En cuanto concierne al gavetero, comenzaría por preguntar: Sabes leer, o te conformas con “ler”. La diferencia es abismal. Leer es releer, decía Nabokov, el célebre autor de “Lolita” y Profesor de Literatura. Más lo primordial es hacer del leer un proceso activo. Formular preguntas, crear imágenes mentales de un entorno, un objeto citado o descrito. rebobinar cada vez que sea necesario. Comprometerse con el texto, insertarse de alguna forma en la obras.

De obras y autores, déjate llevar por la intuición. Estarás inmerso en un panorama de sobras conocido, dada la gran cantidad de información que circula reseñando obras, temas, materias, hechos y sucesos. Se dispone de datos y detalles de todo género sobre la vida de los autores importantes en cada país del mundo.

Y se gana algo con la lectura, además de poder entretenerte un rato.
Quieras o no, por acumulación de estímulos, comienzas a enamorarte de un tema, un personaje, una materia en particular y lo más importante comienzas a pensar y una vez que lo disfrutas no dejarás de practicarlo, es adictivo.

1) Poema N° 5. (20 poemas de amor y una canción desesperada) Tercer libro publicado por quien ya utilizaba el seudónimo de Pablo Neruda, nombre que la fama y la profusión oceánica de sus aladas palabras, oficializa de hecho y permite intentar “despojar la poesía de todo lo adjetivo y decir lo que tengo que decir en la forma más seria posible”.

Pedro J. Lozada

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