La charla es el formato más riesgoso de los existentes en la radio máxime cuando se trata de la narración monologada de un texto. El mismo a veces termina en una simple lectura y el abuso del factor tiempo en su desarrollo. Esto dado que en la radiodifusión no faltan los malos conversadores que siempre terminan espantando a la audiencia en lugar de atraerla.
Pero los escollos se pueden superar con un buen escrito con los códigos radiales, entre estos: frases breves, imágenes sonoras y la buena narración de una educada voz, la cual no necesariamente tiene que ser grave como erróneamente se cree en el medio. La radio también es para las voces agudas como ocurre en la BBC y CARACOL.
Por ello cuando 50 años atrás emerge por la Radio Nacional de Venezuela el microprograma Nuestro Insólito Universo despertó mucha expectación, pues de inmediato cala en la audiencia. En el mismo convergían una interesante historia escrita por Rafael Silva, los efectos de sonido y música a cargo de Francisco Mijares y la impecable narración en la voz de Porfirio Torres.
Es que Torres, nacido el 21 de septiembre de 1940 en San Juan de los Morros, supo dotar a esos guiones de la forma con su palabra hablada. El colorido sonoro requerido por medio de cada letra, silaba, oraciones y párrafos. Algo equivalente a una orquesta en que los músicos ponen el arte musical al ejecutar los instrumentos en complemento de la letra de la canción.
En la radio es lo que hace el locutor con un texto o cuando improvisa un discurso sobre la marcha. De lo contrario el espacio está condenado al fracaso. Todo lo contrario ocurre con Nuestro Insólito Universo en la voz de Porfirio Torres, el gancho vocal de los libretos de Rafael Silva y los efectos sonoros de Francisco Mijares.
La clave de la asertividad de su instrumento vocal sin duda eran la adecuada utilización de las modulaciones de voz, entre éstas la dramática. Ello más la capacidad para impostar la voz con el empleo de sus cualidades, a saber: Intensidad, duración, tono y timbre. Con éstas obtenía ritmo, acentuación, pausa y transición precisos hechos con la furtiva subjetividad de la forma que entra por el oído.
En ese sentido Torres demostró ser un maestro ante el micrófono evidencia de conocimiento y respeto por el oficio o profesión de locutor. Con esos elementos emitía un cromatismo sonoro al escucha que funcionaba como un hechizo al quedarse pegado al receptor y esperar más. Ello sumado su gruesa voz a la que sabía sacarle brillo o proyectarla y no simplemente exhibirla.
Esos elementos son los que hacen la estética y expresividad radial. En este caso lo extraño y misterioso sin truculencias. Torres los empleaba correctamente. Los mismos emanaban de su voz cuando ante el micrófono narraba esos estupendos guiones. Porque él contribuyó a generar esa estética que siempre distinguió a Nuestro insólito Universo. Con su voz lo identificaba permanentemente en sus emisiones por Radio Nacional de Venezuela y el Circuito Onda de Unión Radio Noticias. Así impuso una marca radiofónica en el formato del micro, pocas veces visto.
Esa emblemática voz nos ha dejado cuando, el 13 de octubre a los 81 años, su dueño Porfirio Torres se marchó a otra dimensión de la vida. Vaya nuestro respeto y admiración a este maestro de la locución venezolana con aportes y destacada trayectoria.
Freddy Torrealba Z.
