La Sociedad Venezolana de Oncología y Organizaciones No Gubernamentales en Venezuela señalan que 6 de cada 10 mujeres en el país son diagnosticadas con cáncer de seno.
Solo un porcentaje muy reducido de personas en Venezuela tienen la oportunidad de superar un cáncer de mamas. La señora Ángela Terán es testimonio de ello porque que en el año 1997 superó los momentos de tensión, miedo y preocupación, cuando su doctor le confirmó que había superado la enfermedad tras realizarse la mastectomía en uno de sus senos, el cual tenía los nódulos malignos. Sin embargo, 24 años después, el cáncer volvió a aparecer, pero ahora, en su otro seno.
La señora Terán, de 75 años de edad, es una persona sonriente, que le gusta cantar y hacer reír a los demás. Nació en el estado Aragua, pero tiene casi la mitad de su vida viviendo en Barquisimeto, específicamente en la zona norte de la ciudad, en el sector El Trapiche. Allí, vive en una humilde pero cálida casa con su hija, Angélica Terán, de 49 años de edad. Ambas son desempleadas, y tanto por la situación económica del país como por las dificultades propias de la enfermedad, deben hacerle frente a una severa crisis día tras día.
La principal campaña que se utiliza a nivel mundial para incentivar la prevención contra el cáncer de mamas es la palabra: «Tócate«, y la señora Ángela es muestra de lo necesario y efectivo que es efectuar esta acción. «Yo me descubrí el primer cáncer por tocarme, sentía molestias y algo extraño (…) así fue que me detectaron la enfermedad», contó al equipo periodístico de Elimpulso.com, a quienes recibió con cariño en las instalaciones de su hogar.
El doctor mastólogo Isaís López confirmó para esta casa editorial la efectividad de esta acción para prevenir la enfermedad, sin embargo, expresó que «tocarse no es suficiente, hay que hacerse la mamografía«. El especialista indicó que una paciente puede tardar hasta 4 años para que se le desarrolle el tumor maligno en seno, pero con una mamografía se puede detectar la enfermedad de manera precoz, lo que significa una mayor posibilidad para superar el cáncer.
En síntesis, la atención y el cuidado constante de todas las personas es un mecanismo correcto para prevenir el cáncer de mamas, y esto fue precisamente lo que no hizo la señora Ángela durante los últimos años.
Después de superar la enfermedad en el año 1997, Ángela siguió realizándose sus chequeos rutinarios para mantener la evaluación de su organismo. Pero años después, sufrió una difícil pérdida que le cambió por completo su vida: uno de sus hijos falleció a causa de un accidente, y esto, significó un estado de depresión. Desde ese entonces, el ánimo de la alegre señora Terán estuvo derrumbado y repleto de frustración.
Justo en este lapso de descuido como consecuencia del luto que estaba viviendo, Ángela dejó de chequearse. Pero ahora, 24 años después, la vida de la señora de 75 años volvió a tornarse de un color gris: reapareció el cáncer, pero ahora, en su seno izquierdo.
Tras sentir dolores, incomodidad y malestares similares a aquella primera vez, Ángela decidió ir al médico para chequearse. Allí sucedió lo peor: le confirmaron que tenía varios nódulos malignos en su seno, y además, le agregaron que en esta oportunidad el cáncer es mucho más agresivo, por lo que requiere efectuarse una nueva mastectomía para posteriormente iniciar con los tratamientos de quimioterapia y radioterapia.
Aunque los procesos parezcan ser muy sencillos, para la señora Ángela es básicamente imposible. La grave crisis económica que anteriormente se mencionó, es la mayor limitante que tienen en la actualidad.
Su hija Angélica lo detalló muy bien: «A veces no tenemos ni para comer (…) yo trabajo muy humildemente vendiendo empanadas y tortas en las colas (…) también limpio solares a las personas de por aquí para conseguir dinero para la comida y las medicinas de mi mamá«.
No obstante, en el verbo de Angélica se mantiene la fe y la esperanza de poder ayudar a que su mamá continúe con vida: «Yo sigo trabajando como sea para reunir lo necesario«. De hecho, explicó que ya ha obtenido diversos presupuestos de cuánto sería el costo de la operación para realizarle la mastectomía: «Cuesta aproximadamente 1.200 dólares«.
Para una familia que tiene serios problemas para cubrir la necesidad básica de la alimentación, reunir 1.200 dólares es una meta soñadora, y en algún aspecto, utópica. Pero Angélica se rehúsa a bajar los brazos: «Si yo me gano al mes, por ejemplo, 7 dólares, guardo 2 para la operación y utilizo los otros 5 para comer«.
Cada una de las palabras de Angélica transmiten mucha confianza, algo que heredó muy bien de su madre, sin embargo, su tono de voz guarda rabia, frustración, miedo y cansancio por todo a lo que deben enfrentarse.
Y como dice el dicho: «tanto va el cántaro al agua hasta que se rompe«. Después de unos minutos de conversación, Angélica no pudo evitar derramar unas lágrimas al hablar de la condición en la que se encuentran, pero sobre todo, lloró al referirse a la valentía de su mamá: «Ella sigue con esperanza (…) siempre tiene buen ánimo, está cantando y hablando mucho«.
Una descripción muy acertada de la señora Ángela, quien conversó de manera amena y sin ataduras. Cada oración que salía de su boca estaba repleto de detalles, jocosidad y sentimiento. Una de las más significativas fue: «Muchas mujeres están pensando en arreglarse sus senos, y yo que estoy ansiosa para que me lo quiten«. Una expresión que dijo entre lágrimas y risas pero que hacen referencia a su deseo de seguir viviendo.
Precisamente, la misma Ángela lo expresó mientras lloraba: «Yo quiero seguir viviendo (…) siento que todavía soy útil para algo, así que no voy a dejar que el cáncer tome fuerza«. Agregó que aunque reconoce las dificultades y limitaciones económica y de servicios que existen actualmente en el país, ella se mantendrá a la espera de una ayuda, oportunidad o Misericordia de Dios para poder operarse.