Según apreciación del profesor Hildebrando Arangú, docente de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado y consultor de servicios ambientales, la insuficiencia en la producción de suero antiofídico hace que no se cubra la demanda que pueda tener ese medicamento en los actuales momentos en nuestra entidad.
En este sentido, el experto explicó a Elimpulso.com que si bien la morbilidad se ha mantenido más o menos igual a los registros de hace 30 o 40 años (a su juicio el número de ataques de serpientes es más o menos igual al de hoy). «La mortalidad si ha aumentado significativamente y eso responde a otro problema», manifestó.
En este sentido, señaló el profesor Arangú que la empresa universitaria de la Facultad de Farmacia de la Universidad Central de Venezuela, BIOTECFAR, es el único fabricante de los antiofídicos y antiescorpiónicos en Venezuela desde el inicio de la década de los años 80 y posee una capacidad instalada para producir alrededor de 14500 dosis de antiofídico y antiescorpiónicos trimestralmente.
«Anteriormente, de esa cantidad el 80% era destinado a PDVSA y las Fuerzas Armadas y el 20% restante representado en unas 3200 dosis trimestrales, quedaban para el Sistema Público de Salud. (recordemos que el antiveneno se produce trimestralmente) toda vez que los caballos (luego de inocularles el veneno) se les extrae la sangre para obtener de ella el plasma que a su vez contiene las inmunoglobulinas de las cuales se produce el antiveneno». indicó el experto.
Además, estos animales requieren luego de un descanso al igual que cualquier donante de sangre, lo cual demanda una alta alimentación y atenciones médicas para su recuperación, hasta el próximo desangre.
«La sumatoria de ese 20% trimestral nos da unas 14000 dosis anuales para el Sistema Público de Salud», explica el profesor Arangú.
Ello, continúa, se traduce en unas 4 a 5 mil dosis anuales para el Sistema Público de Salud, en franca disminución con respecto a las 14 mil con que se contaba anteriormente.
Por otra parte, está la hipótesis de que el abandono de la actividad agrícola ha traído como consecuencia que en estas tierras hayan proliferado todo tipo de gramíneas y demás formas de vegetación sucecional, lo que se ha constituido en un espacio de «colonización» de las serpientes, en lo que anteriormente fuera su hábitat natural y ello lo he evidenciado en muchos accidentes que he asistido al conversar con la víctima y manifestarme que el accidente sucedió mientras desmontada o limpiaba un terreno o parcela para cultivar.
