Un buen día, no hay días malos para quienes tomamos la vida como medio para cumplir con la duración. Pero repito, un buen día, la presencia en el Centro Comercial del Ince, carrera 19 con calle 23 se llenó de la novedad de dos personas recién llagadas, de una gentil y juvenil pareja: él, licenciado César Moreno; ella, profesora Ana Graciela Baralt de Moreno. Venían de su tierra, el nido que los acunó, llenos de desbordante simpatía, a tomar posesión de cargos en el referido Centro Comercial. La joven pareja, sobretodo ella, derrochaba alegría en el uso de sus palabras; más discreto él, no por ello dejó de abundar en su satisfacción. Barquisimeto, su segunda cuna, los recibía con la sonrisa del personal del Centro que exponíamos nuestra manifiesta satisfacción. Desde entonces aquí levantaron su hogar, aquí procrearon una pareja de descendientes: una niña y un niño; profesionales hoy.
César Moreno con su atinado proceder siempre se ganaba la simpatía de todo el personal. Era un hombre cordial y circunspecto. Con muchos deseos manifiestos de enrumbar a la institución por sendas de perfección. La pareja en general se ganó la amistad y la adherencia de todos los que allí laborábamos. Se ganaron mi amistad. Siempre que los ocupaba en mis relaciones de trabajo se mostraron tanto ella como él colaboradores, abiertos, sencillos, comprensivos.
Jubilado del Ince, circunstancialmente nos dejamos de ver. Hasta que en otro buen día la profesora Ana Graciela me encogió el alma y amoscó mi espíritu con la noticia de que su querido pareja había dejado de existir. ¡fuerte la noticia! Entrañablemente amigo valoré su definitiva ausencia y acepté resignado que un hombre joven como él dejara en mi la soledad de su amistad. Pero la amistad, a pesar de todo, se mantiene en la persona de su amante pareja la profesora Ana Graciela Baralt de Moreno. Mis condolencias para sus apreciados hijos.
Carlos Mujica