El símbolo perdido (II)
(Abstract de la novela de Dan Brown, mismo autor del Código Da Vinci)
«Como es arriba es abajo»
Antiguo dicho Hermético
I
Langdon sabía qué el gesto de la mano de Peter Solomón con los dedos índice y pulgar extendidos hacia arriba, era un conocido símbolo de los antiguos misterios y aparece en múltiples obras de arte de la antigüedad. Ese mismo gesto aparece en clave en 3 de las más famosas obras maestras de Leonardo Da Vinci: la última cena, la adoración de los magos, y San Juan Bautista. Es conocido como un símbolo de la conexión mística del hombre con Dios… de allí, como es arriba es abajo.
A Langdon siempre le hizo gracia ver a los atletas profesionales señalar el cielo tras un logro o jonrón. Solía preguntarse ¿cuántos sabrían que perpetraban la tradición mística precristiana de agradecer; ese poder místico superior que por un breve momento los había transformado en un Dios capaz de hazañas milagrosas?
Hace tiempo, caviló Langdon, ésta Rotonda estaba dominada por una enorme escultura de George Washington con el pecho desnudo retratado como un Dios, estaba sentado en la misma pose que se usa en el panteón, con el pecho al aire, la mano derecha sosteniendo una espada, y la izquierda alzada con El pulgar y el índice extendidos.
Langdon se arrodilló inquieto junto a la palma abierta y examinó los 7 pequeños símbolos que permanecían ocultos bajo los dedos cerrados e inertes; el primero, era un numeral romano o más bien dos unidos y luego una cifra en números arábigos o normales. Se leía IIIX585.
Langdon estaba acostumbrado aclarar ese punto en conferencias sobre los avances científicos de las antiguas culturas de oriente medio, entre las cuales estaban nuestro sistema numérico moderno cuya ventaja sobre los numerales romanos incluían la rotación posicional y la invención del número cero y siempre terminaba su conferencia con un recordatorio de que la cultura árabe también le había legado a la humanidad la palabra al-kuhul origen de la palabra alcohol, la bebida favorita de los estudiantes de 1er año de Harvard.
Los alfabetos rúnicos estaban compuestos solamente de líneas rectas sus letras se llaman runas y se solían utilizar para tallar en la piedra porque las curvas son demasiado difíciles de cincelar; su conocimiento solo alcanzaba el alfabeto rúnico más rudimentario el futhark un sistema técnico del siglo III, y eso no era futhark, ni siquiera estaba seguro si eran runas, hay docenas diferentes de runas: hälsinge, manx, stungnart <<con puntos>>.
A Langdon no le sorprendía que los masones aparecían en la búsqueda con un vínculo obvio entre Peter Solomon y una gran cantidad de temas esotéricos. Lo que suena muy masónico pero igual rosacruciano, cabalístico, alumbrado, y muchos otros grupos esotéricos.
Langdon había pasado años escribiendo acerca de la rica tradición de iconografía y simbología metafórica de Los masones y sabía que habían sido una,, de las organizaciones injustamente más calumniadas e incomprendidas del mundo, además de ser acusados con frecuencia de cualquier cosa, desde rendir culto al diablo a pretender instaurar un único gobierno mundial. Los masones tenían la política de no responder nunca a sus críticos lo que los convertía en un blanco fácil.
La experiencia del profesor con la simetría rotacional de los ambigramas le había enseñado que los símbolos tenían significados desde múltiples ángulos. Se dio cuenta que había un modo de interpretar esos siete símbolos mediante un único lenguaje sí manipulamos ligeramente la mano el lenguaje pasaba a ser consistente. De XIII585 encontró que era rotado SBS XIII.
La SBS era una sección del Capitolio que poco se visitaba; para llegar alli debían pasar por un laberinto de cámaras y estrechos pasadizos que habían debajo de la cripta. El hijo menor de Abraham Lincoln, Tad, se perdió una vez ahí abajo y estuvo a punto de morir.
Mientras avanzaban, Langdon intentó apartar la imagen de la mano de Peter, tatuada y convertida en la mano de los misterios; recordaba las palabras de Peter de los antiguos misterios que han sido origen de muchos mitos, pero eso no quiere decir que los misterios sean ficticios.
Siempre le había costado aceptar la idea de los antiguos misterios y su poderosa promesa de apoteosis, pero era cierto que numerosos documentos históricos tenían pruebas indiscutibles acerca de un saber secreto que había surgido en la escuela de misterios de Egipto, y que había sido transmitido de generación en generación. Éste conocimiento había permanecido en la clandestinidad hasta su resurgimiento en el renacimiento europeo cuando le fue confiado a un grupo de científicos de élite dentro de los muros del principal laboratorio de ideas de la Europa de la época, la Royal Society de Londres, enigmáticamente apodada el Colegio Invisible. Este colegio oculto se convirtió en un comité de las mentes más ilustradas del mundo: Isaac Newton, Francis Bacon, Robert Boyle, incluso Benjamín Franklin. La lista de miembros modernos no era menos impresionante: Einstein, Hawking, Bohr, o Celsius. Todos ellos artífices de los grandes saltos al conocimiento humano que según algunos era el resultado de su aprendizaje de la antigua sabiduría oculta en el Colegio Invisible. Langdon dudaba que eso fuera cierto, aunque realmente dentro de sus muros habían tenido lugar una inusual cantidad de trabajos místicos.
El descubrimiento de los papeles secretos de Newton en 1936 había dejado al mundo en ellos constancia de la absorbente pasión del físico por el estudio de la antigua alquimia de saber místico. Entre sus papeles privados se encontraba una carta a Robert Boyle en la que le exhortaba a mantener absoluto silencio acerca del conocimiento místico que había adquirido. No puede ser hecho público, escribió Newton sin causar un inmenso daño al mundo.
Langdon examinó el familiar anillo mientras seguía avanzando por el desierto pasadizo. Se destacaba la imagen de un fénix bicéfalo con un estandarte en el que se podía leer <Ordo ab chao> y un blasón con el número 33 sobre el pecho. El fénix bicéfalo con el número 33 es el emblema del grado masónico más elevado. El trigésimo tercer grado es un honor reservado para un reducido grupo de masones altamente consumados; a los demás grados se puede acceder tras completar exitosamente el grado previo el ascenso. El trigésimo tercer grado en cambio está controlado y tiene lugar únicamente mediante invitación. La mano de los misterios.
Actualmente Peter Solomon lidera el supremo consejo del trigésimo tercer grado, el órgano de gobierno del rito escocés en Norteamérica. A Langdon le encantaba visitar su sede «la casa del templo», una obra maestra clásica cuya decoración simbólica estaba a la altura de la de la capilla Rosslyn escocesa. El profesor se fijó en la frase que se hallaba en el anillo… <<Todo será revelado en el trigésimo tercer grado.>>
Un equipo especializado le expresó al profesor que al cotejar los conceptos de trigésimo tercer grado y portal con masonería, han hallado literalmente cientos de referencias a una pirámide. Esencialmente la pirámide representa la iluminación;es un símbolo arquitectónico emblemático de la capacidad del hombre antiguo para liberarse del plano terrenal y ascender al cielo, al sol dorado, y finalmente a la fuente suprema de la iluminación.
La leyenda de la pirámide masónica es muy simple dice que Los masones para cumplir con su responsabilidad de proteger esa sabiduría para las generaciones futuras, decidieron esconderla en una gran fortaleza. Suponen que los masones transportaron ese saber secreto del Viejo Mundo al nuevo, aquí a Estados Unidos; una tierra que esperaban libre de la tiranía religiosa y construyeron una fortaleza impenetrable: una pirámide oculta diseñada para proteger los antiguos misterios hasta el día en que toda la humanidad estuviera preparada para acceder al gran poder que su sabiduría le podría transmitir. Según el mito Los masones remataron su Gran Pirámide con un brillante vértice de oro; símbolo del preciado tesoro que albergaba el antiguo saber capaz de conducir a la humanidad a la consecución de todo su potencial: la apoteosis.
En todo caso, el profesor Langdon pensó que esa historia entraba en la categoría de lo que los simbólogos llaman híbrido arquetípico, mezcla de otras leyendas clásicas que incluían elementos de la mitología popular que cabría tomarse como una construcción ficcional y no como hechos históricos.
Recordó cuando hablaba a sus alumnos acerca de los híbridos arquetípicos; solía utilizar el ejemplo de cuentos de hadas que de tanto contar de generación en generación habían evolucionado hasta convertirse en cuentos homogéneos morales con los mismos elementos icónicos: damiselas virginales, fortalezas impenetrables, apuestos príncipes y poderosos magos.
Por vía de los cuentos de hadas y de nuestras historias van inculcando esa primigenia batalla del bien contra el mal desde pequeños, como por ejemplo: Merlin contra Morgana le Fay, San Jorge contra el Dragón, David contra Goliat, Blancanieves contra la Bruja malvada, o Luke Skywalker contra Darth Vader.
Ya casi hemos llegado, dijo el vigilante mientras van por el interminable pasillo que recorría toda la extensión oriental de los cimientos del Capitolio. En época de Lincoln, este pasadizo era de tierra y estaba repleto de ratas.
Llegaron a un portón metálico situado en el centro del pasillo entre el meridiano que separaba el sótano del senado SS y el de la cámara de representantes SR. La puerta tenía un letrero tan desvaído que apenas podía leerse SBS subsotano del Capitolio.
La escalera de madera qué descendía al sótano del Capitolio estaba entre las más empinadas que él hubiera recorrido nunca; no pudo evitar recordar la otra escalera parecida a la que años atrás le había conducido a la Necrópolis del Vaticano: la Ciudad de los Muertos.
A diferencia de las demás, la puerta que daba al SBS 13, estaba cerrada; tenía exactamente el mismo aspecto que las otras: gruesas bisagras, tirador de hierro, y una placa de cobre con estrías verdes; los 7 caracteres de la placa eran los mismos que habrían tatuado en la palma de Peter. SBS XIII.
Luego de entrar Langdon miró el interior y con horror advirtió que algo le devolvía la mirada: una calavera humana. Ésta reposaba encima de un desvencijado escritorio de madera que había el fondo de la cámara. Junto a ella se veían dos huesos humanos y una serie de objetos meticulosamente dispuestos, como si de un santuario se tratara; un antiguo reloj de arena, un frasco de cristal, una vela dos platillos con un polvo blancuzco y una hoja de papel. Apoyada contra la pared junto al escritorio se podía ver la terrible forma de una larga guadaña, la curva de su hoja resultaba tan familiar como la de la misma muerte.
Cómo era de esperar, olía azufre y según su experiencia debía haber dos platillos sobre el escritorio, el de la derecha con sal y el otro con azufre. Hay cuartos exactamente iguales en todo el mundo, se dijo.
Este cuarto es masónico y se le llama cámara de reflexión. Habitaciones frías y austeras a las que Los masones acudían para reflexionar sobre su mortalidad y al meditar sobre la muerte el masón tiene una valiosa perspectiva sobre la fugaz naturaleza de la vida. En estas cámaras siempre aparecen los mismos símbolos: calaveras y huesos cruzados. una guadaña, relojes de arena, azufre, sal, papel en blanco, una vela, etc.
Langdon solía hacer leer a los alumnos, el libro «Símbolos de la francmasonería» de Beresniak. Un libro que tenía bellas figuras de cámaras de reflexión.
Todos los símbolos habían sido seleccionados y dispuestos con mucho cuidado: la calavera o caput mortuum, representa la transformación final del hombre al descomponerse, es un recordatorio de que todos terminamos despojandonos de nuestra carne mortal; el azufre y la sal son catalizadores químicos que facilitan las transformaciones; el reloj de arena representa el poder transformacional del tiempo y la vela representa el formativo fuego primordial y el despertar del hombre de su ignorancia, la transformación a través de la iluminación. Sin embargo, la guadaña no era un símbolo de muerte, es en realidad un símbolo de la esencia transformativa de los alimentos de la naturaleza. La cosecha de los regalos que nos ofrece.
Tras la abertura del muro trasero de la cámara, había un agujero oculto; un cuadrado perfecto había sido vaciado en el muro. Allí había una pieza de granito macizo tallada de apenas 30 cm de altura. La elegante y suave superficie de cuatro caras estaba pulida y reducida la luz de la vela. La pirámide inacabada era un recordatorio simbólico de que la Ascensión del ser humano en Pos de su potencial completo, era siempre un trabajo en curso. Se trataba del símbolo más reproducido del mundo. Hay más de 20,000 millones de impresiones.
La pirámide inacabada, adornaba todos los billetes de $1 en circulación, a la espera siempre de su vértice brillante, que cernía sobre ella como recordatorio a Norteamérica del destino todavía por cumplir, y del trabajo pendiente, tanto a nivel nacional, como individual.
Langdon entendió que el captor de Peter cree que esta es la pirámide masónica que contiene la poderosa información que busca. Pero Incluso si el captor encontrará información, probablemente no sería capaz de leerla porque el contenido de la pirámide está codificado y resulta indescifrable, excepto para aquellos que son dignos de ella.
Los tesoros mitológicos siempre están protegidos por pruebas de valía. En la leyenda de la espada arturica, la piedra rechaza todos los pretendientes excepto Arturo, el único preparado para blandir la espada espiritualmente. La leyenda de la pirámide masónica se basa en la misma idea, pero en este caso, el tesoro es la información que supuestamente está escrito en un lenguaje codificado, una lengua mística perdida legible sólo por aquellos dignos de ello.
Langdon tuvo que admitir que tras sus experiencias en Roma y en París, había recibido una gran cantidad de peticiones para descifrar algunos de los más famosos códigos sin resolver de la historia: el Disco de Festos el Código Dorabella, El misterioso manuscrito Voynich.
De pronto Langdon se dio cuenta que la pequeña pirámide que llevaba en la bolsa (que le había entregado Peter) no era tal, El vértice no era una verdadera pirámide, y en ese instante entendi6o porqué sólo él podía acceder a los misterios de las pirámides. En realidad se trataba de un talismán.
El pequeño vértice era un talismán pero no de los mágicos sino de los antiguos. Mucho antes de que los talismanes tuvieran connotacion mágica tenían otro significado culminación
La palabra talismán provenía del griego telesma qué significaba completo y hacía referencia a cualquier objeto o idea que complementaba otra y la convertía en un todo; el elemento final, un vértice; simbólicamente hablando era el talismán definitivo que transformaba la pirámide inacabada en un símbolo de completa perfección.
Continuará…
Marcantonio Faillace Carreño