Dedico este artículo a Socatorres en su 41 aniversario.
A Raúl Riera Zubillaga lo entrevisté sobre el Central Pastora, factor clave de la cañicultura en el Municipio Torres y parte del Estado Trujillo. Comparto nuevamente esta entrevista con los lectores, en momentos cuando el país necesita con urgencia la activación de todas sus fuerzas productivas y este Central representa para Carora una empresa esencial.
Recién llegado de Sao Paulo, Brasil, donde se graduó de médico veterinario, Raúl Riera Zubillaga ingresa a la junta directiva del Central Pastora. Eso ocurrió en 1965. Por ello acompañó desde un comienzo las emprendedoras iniciativas de Manolo Riera orientadas a transformar un pequeño centralito para la molienda de caña de las haciendas familiares, en una gran industria de envergadura nacional.
Nos relata el doctor Raúl Riera que al suceder la lamentable e irreparable pérdida de Manolo Riera, en 1970 el se encarga desde la Presidencia de la empresa de darle continuidad a todos los planes originales y de empujar las ideas hasta su cristalización exitosa.
Recuerda el entrevistado que antes de procesar azúcar refino y según convenio con Gustavo Vollmer el Central Pastora se constriño a producir solamente meladura, la cual posteriormente era procesada en el Central El Palmar para obtener el azúcar refino. Esta idea provino de Gustavo, quien nos indicó que no era viable montar un gran Central de una vez y que por ello el nos acompañaba en el proyecto con equipos usados, los que compramos en las Islas Vírgenes, para inicialmente producir exclusivamente meladura. En esta condición permanecimos varios años. Lo importante es que fuimos el único Central de Meladura que existió en el país, con un criterio de futuro basado en un cronograma sobre el cual pusimos un empeño extraordinario.
Este Central de Meladura comienza moliendo la caña de las haciendas propiedad de los socios, Montevideo, La Pastora, La Libertad y progresivamente otras que también estaban en manos de la familia pero orientadas a la tradicional cría de ganado, como es el caso de Boraure.
A la pregunta de cómo un ganadero como lo era él, con las expectativas de manejar una finca de reses y con una profesión ajena al mundo de la caña, pudo enfrentar el reto de consolidar una Industria como la representada en el pujante Central Pastora, nos respondió:
“Con ayuda de todo el mundo, con el criterio de trabajar en equipo y con la intuición de seleccionar a las personas que podían hacer el trabajo encomendado. Pero fijare que para ese tiempo el reto más importante era ampliar el área de tierras cultivadas. Tenía razón Gustavo Vollmer cuando nos dijo que necesitábamos multiplicar el número de hectáreas sembradas para poder crecer. Y hay que destacar que sembrar caña de forma eficiente requiere de altos niveles de capacitación agrotécnica, de inversiones constantes, de infraestructuras adecuadas, en nuestro caso de sistemas de riego muy eficientes debido a las limitaciones acuíferas.
Este reto lo asumimos con vehemencia y gradualmente fuimos expandiendo las áreas cultivadas. Primero conversando con propietarios de fincas cercanas como Sicarigua, pero ellos necesitaban un periodo largo para la conversión, lo mismo sucedía con otras fincas. Por ello compramos una pequeña hacienda en Trujillo y animamos a pequeños productores a sembrar caña en base a lo rentable que era el negocio. Los fuimos convenciendo poco a poco, les dimos asesoría técnica, les nivelamos el terreno, los asistíamos en los programas de fertilización y fumigación, les hacíamos la zafra, en fin, los fuimos llevando de la mano hasta que se convirtieron en los eficientes cañicultores que son hoy en día.
En todo este periodo contamos con la asesoría de Néstor Riera, quien fue un brillante cañicultor con una productividad muy alta. El estaba ocupado atendiendo lo suyo pero siempre sacaba tiempo para colaborar con este programa de crecimiento.
Años más tarde, al consolidar las áreas sembradas de caña con el aporte de los productores trujillanos y la incorporación de Sicarigua y otras haciendas, el Central Pastora pudo dar el salto de convertirse en una factoría para procesar azúcar refinada. Pero esta fase de crecimiento fue vital, hicimos un esfuerzo en campo sin el cual la consolidación de la industria no hubiera sido posible. Seria mezquino no reconocer en este punto el invaluable aporte de Martín Orozco, quien era gerente de campo.
-Pero este trabajo de alguna manera estaba relacionado con lo agrario, la pregunta es como enfrento los problemas del trabajo de planta, algo meramente industrial, distinto a su vocación y preparación.-
-Bueno, para comenzar, cuando me encargué de la Presidencia ya estaba metido de lleno en todo lo relacionado con el negocio del azúcar, manejaba conocimientos, tenía experiencia y además un gran amor por lo que estaba haciendo. En cuanto a las dificultades había muchas, sobre todo que en Venezuela no encontrábamos personal y teníamos que buscarlo en el exterior. Para esta selección contábamos con Enio Pascoli quien como bien se ha difundido fue nuestro primer gerente de planta.
En cuanto a la normas y procedimientos para el engranaje `productivo, primero recibimos adiestramiento de los Vollmer en Calidad Total, no obstante quisimos profundizar conocimientos y técnicas y nos fuimos al IESA donde asumimos como esquema de operaciones las Cinco Eses, de la Escuela Administrativa Japonesa. Para ello debimos hacer un esfuerzo importante y consistente en capacitación de personal, ya que para ordenar y estandarizar nuestros recursos humanos debíamos primero realizar una inducción que pasaba primero por contar con un personal perfectamente sincronizado con nuestros valores y metas. Fue cuando creamos Fundavida, Fundación encargada de trabajar con nuestra gente dentro del seno de la comunidad, enfocándose en sus roles primarios y diagnosticar allí con la intención de colaborar en las soluciones, cuáles eran sus problemas básicos. Ya Daniel Madrid en entrevista que le hiciste dio pormenores sobre esta materia.
Pero lo importante de todo esto es que nosotros, me refiero a la Directiva del Central Pastora, durante los 27 años que fui su Presidente, conducta que afortunadamente se ha mantenido, veíamos a nuestros trabajadores no como un componente mecánico del aparato productivo, sino como unos compañeros compenetrados en una idéntica misión, ser productivos en una Empresa que estaba obligada a ser sustentable dentro de una realidad climática con desventajas frente a sus similares de otras partes del país.
Para bien de los torrentes y especialmente para todos los trabajadores del Central Pastora, sus actuales directivos y gerentes mantienen el mismo criterio de solidaridad respecto a las personas que componen la organización.
En 1997 tuvimos un nuevo reto, nos dice Raúl Riera. Cerraron la Distribuidora Venezolana de Azúcar, organismo oficial que garantiza la distribución y venta del azúcar refinada… Tuvimos que aprender aceleradamente sobre esta materia, incrementar nuestra plataforma administrativa, incorporar nuevos formatos contables, buscar asistencia de especialistas en mercadeo, en fin, tuvimos que ponernos los pantalones largos como empresarios para competir en un mundo dentro del cual no teníamos precisado el comportamiento de sus variables. Pero dimos la talla, es más, ingresamos al segmento elite en el área de distribución, con una clientela permanente que confía en nosotros por nuestra seriedad.
Por último, como fueron sus relaciones con el Sindicato…
Siempre buenas. Con respeto de ambas partes, Debo destacar que la sensatez de los sindicalistas permitió que el Central pudiera crecer y tener éxito porque siempre contamos con unos sindicalistas aguerridos pero conscientes. Ahora me dicen que están pidiendo por encima de las posibilidades económicas. Pero pienso que como en tiempos anteriores se impondrá el buen sentido. Al menos ese es mi deseo.
Como periodista he tenido la posibilidad de observar de cerca el clima organizacional del Central Pastora. Gracias a Javier Riera, Miguel Ángel González y Gerardo Riera, he podido asomarme a la forma de trabajo que existe en esta Empresa y aunque no soy experto en el ramo gerencial, he podido ver como las personas que allí laboran tienen conciencia de equipo, tienen una excelente inducción y lo más importante, se sienten parte de una organización eficiente. La construcción de esta gran maquinaria humana, creo que es el mejor logro silencioso del doctor Raúl Riera. Baste para validar este aserto el siguiente dato. Entro como Presidente a una empresa de 150 trabajadores, la deja con más de 800. Cuando ingresa era un Central de Meladura con arrime de una decena de productores, ahora El Pastora produce más de mil toneladas al años de Azúcar refino y tiene más de 500 productores que le arriman caña. Si las cosas no se hubiesen hecho bien durante 27 años, estos resultados hubieran sido imposibles… Hasta la próxima.
Jorge Euclides Ramírez