La música como manifestación especifica del arte está ligada a la variada dinámica de una sociedad determinada siendo también una respuesta a la misma en lo social, político, económico y cultural. Fenómenos contrarios a la estática de la naturaleza y el mundo solamente visto durante la Edad Media en que la vida del hombre se estanca por causa de una concepción inmóvil del mismo que desde luego afecta también la esfera de lo artístico.
Por esa causa una de las desventajas de la música académica es su carácter de secta. Ello conspira en su masificación a diferencia de géneros como el folclórico, tradicional y popular más sembrados en la masa del pueblo. Un ejemplo de ello es la altísima penetración de música como la salsa y raspa canilla, por solamente citar dos ejemplos.
Su gestación ocurre en las cortes y palacios cuando una minoría se apropiaba de su disfrute llegando al mecenazgo del artista necesitado de protección. Lo contrario sucedía con la música folclórica y popular de la gente sin ilustración alguna, pero con una creatividad poderosa a toda prueba.
En parte, revelaba la lucha entre la reaccionaria nobleza feudal y la revolucionaria burguesía capitalista a la caza del poder. Así tenemos que las obras de los compositores clásicos como Bach, Mozart y Beethoven expresaban esa situación sociopolítica. En la Novena Sinfonía de Beethoven se recogen las ideas humanistas de la burguesía siendo a la vez un testimonio de la cultura occidental de que hoy disfrutamos.
Del Conservatorio al Sistema
En Venezuela la creación en 1975 por José Antonio Abreu de El Sistema Nacional de Orquestas y Coros Infantiles y Juveniles quebranta parcialmente dicha situación. El mismo democratiza la música académica al hacerla accesible a los sectores populares.
Por ello una de las virtudes del Sistema es la amplia difusión de este género musical por medio de la educación. Del mismo proviene un valor universal como lo es el barquisimetano Gustavo Dudamel convertido en una superestrella de la música. Un arte al que atribuye poderes metamorfeadores del ser humano.
En el Conservatorio Vicente Emilio Sojo y el SNOCIJ comienza la elemental etapa de aprendizaje del abecedario de la música con su: ritmo, melodía, armonía y timbre más su historia, protagonistas, métodos de trabajo y ética profesional. De esa forma, se forma como un hombre que: piensa, observa, analiza, crea y transforma en su ámbito del arte musical.
Gestas y retos
La vida artística de este barquisimetano está signada por una sucesión de odiseas. La primera se registra en la infancia cuando a los doce años dirige una orquesta. Sin duda, la obra de un niño prodigio con mucho futuro. Luego el descubrimiento por su mentor José Antonio Abreu. Con posterioridad la designación como director de la Orquesta filarmónica Simón Bolívar y la filarmónica de Los Ángeles. Ahora el nombramiento de director artístico de la Ópera de París cuyo debut se registra la noche del 22 de agosto en la capital gala.
La filosofía de vida está presente en la historia artística y personal de Dudamel. La existencia se la plantea como grandes desafíos de quien aspira la grandeza y sabiduría en la búsqueda de la cumbre axiológica. En consecuencia, éste ha expresado que no debemos temer a lo nuevo en la vida con lo cual ha querido significar el inevitable enfrentamiento de los retos que ésta nos plantea.
La música la lleva en los genes que quiere aplicar en la Ópera de Paris a la que se propone transformar. Igualmente en la Orquesta Filarmónica de los Ángeles donde ofrece facilidades para aprender a jóvenes y niños de escasos recursos económicos. Es la prolongación de las prácticas del Sistema con cuya filosofía se siente plenamente identificado y agradecido.
La Ópera de París
Francia ostenta una tradición cultural y artística de primer orden. En la primera mitad del siglo XX fue considerada la capital mundial del arte. Por ejemplo el teatro es pan de cada día en su capital París donde las puestas en escena se cuentan por decenas para todos los gustos. Un país que cree en los poderes del arte y la cultura en la vida del hombre.
La Ópera de París es una institución artística que en 2.019 cumplió 350 años de existencia. Su prestigio es comparable a las óperas de Milán y Viena. Es la primera vez en su historia que un latinoamericano alcanza el alto honor de convertirse en su director musical. Ese es el barquisimetano Gustavo Dudamel de 40 años de edad quien en los próximos cinco años la dirigirá batuta en mano en este cercano planeta Tierra.
Lo hace en uno de sus peores momentos con pérdidas cuantiosas a causa de la pandemia del coronavirus. Ello al tiempo que se propone su transformación vía la inclusión asimilado en el Sistema que imparte educación musical a más de medio millón niños y jóvenes venezolanos.
Se trata de una responsabilidad muy seria dado que no es lo mismo componer, interpretar y dirigir. En una orquesta filarmónica se dirige únicamente. En la opera la función es doble: dirigir a la vez los músicos y los cantantes en escena.
Este es un arte síntesis muy complejo y exigente que requiere talento, profundos conocimientos, serenidad y disciplina. Su asunción no es para cualquiera que apenas exhiba la condición de músico.
Es el gran reto que ahora afronta este genial guaro proyectado universalmente desde los sonidos de la música que conoce a fondo y sabe explotar con sentido de la oportunidad. No por casualidad la transnacional del reloj Rolex confía plenamente en su imagen publicitaria.
Un renovador e inventor que desde niño siempre confió en sus potencialidades y la victoria. Lo reiteramos como Marx: “El hombre con su inteligencia puede transformar el mundo”. El mejor ejemplo es Dudamel ahora flamante director musical de la Ópera de París.
Freddy Torrealba Z.