La Universidad Nacional Politécnica Antonio José de Sucre y la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado son reductos de lo que queda de la República y sobre todo, están en el marco de un proceso de sobrevivencia en el contexto humanitario, dijo a Elimpulso.com Carlos Melendez director del Observatorio de Universidades (OBU).
Este miércoles ambas casas de estudio cumplen 59 años desde su fundación y, contrario al prestigio que llegaron a tener en sus mejores años, actualmente enfrentan una dura crisis que afecta a sus trabajadores, profesores, estudiantes, estructuras y amenaza su autonomía.
Para Meléndez la situación se puede denotar en dos puntos: La vida de quienes trabajan en esas instituciones y en el funcionamiento de éstas.
“En cuanto a la vida, un tercio de los profesores de esta región sufren enfermedades crónicas, 9 de cada 10 se les dificulta conseguir sus medicamentos y 4 de cada 10 tienen entre tres años o más que no se hacen chequeos médicos de rutina”, expresa Meléndez.
Sobre la crítica situación de los estudiantes, el 84% de los consultados por OBU en la región para realizar su más reciente informe, dijo que come peor que el año pasado, pero también el 69% ha tenido que reducir sus porciones de comida producto de la crisis alimentaria.
Respecto al funcionamiento de las instituciones, resaltó la inseguridad y las acciones vandálicas que han dejado graves afectaciones a su paso por la UCLA, por ejemplo, en el decanato de Ingeniería Agronómica y Ciencias Veterinarias; también los laboratorios del Decanato de Ingeniería Civil han sido afectados, además por la falta de presupuesto.
Resaltó que el decanato de ciencias económicas de la UCLA también ha sido afectado por la falta de mantenimiento y se ve reflejado en los techos y baños de esa estructura, donde además existe humedad desde antes de la pandemia por la COVID-19 y e ha agravado hasta este momento.
Es imposible regresar a clases presenciales
Para que los universitarios puedan volver a calses presenciales se necesitan muhcas condiciones que tienen que ver con la movilidad, con la seguridad dentro de las instituciones, con el salario y posibilidadesd de trasladarse, comer y atender su salud, considera Meléndez.
«En espacios donde no hay mantenimiento continuo ni condiciones de bioseguridad los universitarios no podrán volver a clases sin que su vida desté en riesgo. No es que los universitarios nos estemos negando, sino que las condiciones en las que están hoy las casas de estudio, ponen en riesgo la vida de estudiantes obreros y profesores, tanto por estructura, como por falta de bioseguridad», el director del observatorio de Universidades.