El valle de Variquecemeto

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El nombre de Barquisimeto o “Variquecemeto”, es una voz de origen caquetío, el cual aparece transcrito en la relación de viajes de Nikolaus de Federmann, oficial alemán, de la Casa de los Welser, en 1530 en el libro “Historia indiana” (Indianische Historia), publicado en 1557 y en donde se narra con detalle, la travesía efectuada por este conquistador desde su salida de Coro el 12 de septiembre de 1530 hasta el 31 de octubre de ese mismo año cuando llega al Valle del río Barquisimeto, contemplando el esplendoroso Valle del Turbio.

Así lo apunta el cronista e investigador Omar Garmendia, en su artículo El valle del bariqui, origen de un nombre, publicado originalmente en el sitio en Internet CorreodeLara.com, quien se adentra en la historia sobre este vocablo indígena y el tiempo en que se conoció, anotando que desde que el nombre de “Variquecemeto” aparece por vez primera en 1530, ha sido muy variada la grafía o formas de escribir el vocablo por parte de escribanos y copistas. 

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Se conocen -por lo menos-, 41 variantes fonéticas y morfológicas de la forma “Barquisimeto”, aparecidos en distintos documentos, en antiguos pliegos e infolios del siglo XVI, entre los que subrayamos a Pedro de Aguado, Fray Pedro Simón, José de Oviedo y Baños, entre los más conocidos.

Tal como habíamos indicado anteriormente, el pueblo indígena predominante en el valle de Barquisimeto eran los caquetíos a cuya lengua, principalmente, pertenecen la mayoría de los topónimos que aún perviven en y a orillas del río Turbio o río ceniciento, siendo su nombre igualmente, palabra caquetía que, según los españoles, significa “aguas color ceniza”, pero que según estudios etnolingüínsticos, muy rigurosos y científicos del profesor Renato Agagliate, representa la voz que designa una planta muy común en sus riberas: el aguacatico, o, azucarito (paullinia cururu).

Barisi, curativo y protector solar

No obstante Garmendia hace un inciso para aclarar que “hasta aquí todo es muy conocido”, y anota una cita del etnolingüista Renato Agagliate nos dice que el nombre “barisi” viene de una «planta trepadora bignoniácea llamada barquí, barquís, bariquí, bariquiís o barique en lengua caquetía, de flores purpureas, aunque también hay blancas y una sapindácea de flor blancuzca y fruto rojo». Crece en hondonadas, bajíos, cañadas. Las hojas, al secarse, adquieren color rojizo, y que además presenta «zarcillos», muy común en los zanjones de Barreras y las hondonadas de la meseta barquisimetana a comienzos del siglo XX.

Como dato curioso, el cronista sostiene que la citada planta la utilizaban los indios para pintarse en algunas situaciones y tenían propiedades medicinales. Los caquetíos se untaban con la pasta que hacían con ella por todo el cuerpo cuando trabajaban o viajaban, pues les servía como protector solar (¡el protector solar ya existía antes del siglo XVI en nuestro suelo!). También le dicen aguacatico, bejuco mulato, azucarito, cafecito y coralito

En los ceremoniales de sacrificio con jóvenes de 15 años para hacer que lloviera, esta planta estaba presente, y consistía en embadurnar a la ofrendada con el colorante rojo y luego la degollaban en una piedra de sacrificios, señala Garmendia. Revela además que Amador Camejo Octavio le contó que hacía algún tiempo, en el bosque Macuto se había topado con una piedra para tales fines. 

Hacia el valle caquetío

Federmann, salió de Coro el 12 de octubre de 1530 con 110 españoles a pie, 16 a caballo y 100 “naturales caquetíos”; atravesó la sierra de San Luis, el sitio donde actualmente está asentada Churuguara, llegó al río Tocuyo, cerca de Siquisique, intentó subir las impenetrables serranías de Parupano pero desistió y tomando el curso del río Tocuyo, que corre por las sabanas de Carora, avanzó durante cuatro días hasta Arenales o Atarigua donde lo abandona y llega a Cuara (Coary) a tres millas del Valle de Barquisimeto que alcanza el 1° de noviembre, después de 50 días de expedición.

Según el Informe de la Mancomunidad de Cronistas Municipales y Parroquiales de Barquisimeto, el tránsito del conquistador alemán por el valle caquetío, debió hacerlo a través de la margen sur desde donde actualmente se encuentra Buenavista hasta la zona de Tarabana, llamado sitio de Barquisimeto, pasando por Macuto y la hacienda El Molino (propiedad de los hermanos Yepes Gil, Daniel y Domingo Antonio). De ahí, por tierras de Cabudare, pero siempre al sur del río Turbio, Los Rastrojos, La Miel, Gamelotal, seguiría la dirección de lo que después se convirtió en el Camino Real a San Carlos hasta donde el río Buría y el río Barquisimeto se unen formando el río Cojedes, sitio que llamaron en el período colonial, El Desembocadero, punto de encuentro para continuar hacia Los Llanos, Borburata, Valle de las Damas, Coro.

Pueblo numeroso y guerrero

En la relación de su viaje, Federmann atestigua que los caquetíos “formaban un pueblo numeroso y muy guerrero” que, en una veintena de pueblos habitaban “las márgenes de un gran río”. 

Los otros pueblos indígenas, (ajaguas, gayones, cuibas, cyparicotos y jirajaras), según Federmann, “habían sido obligados por ellos -los caquetíos- a vivir en la montaña para ser los únicos en poseer y gobernar la llana y muy fértil tierra (pues) estos caquetíos no habitan la montaña en parte alguna, ni aquí ni aún en los alrededores de Coro, sino que ocupan la mejor y más fértil y llana tierra y no soportan a ninguna otra nación en la llanura”. 

El Hermano Nectario María, en su obra La Fundación de Nueva Segovia, publicado en 1952, expone que cuando el conquistador Juan de Villegas vino de El Tocuyo a fundar una ciudad en el río Buría que sirviera de apoyo a la explotación de las minas de oro allí descubiertas, se encontraba ya en este valle un andaluz nombrado Francisco López de Triana.

Poseía una estancia “en todo el camino que iba del Tocuyo para Borburata y en el sitio de Barquisimeto” el cual no puede ser otro que el de la confluencia de los ríos Claro y Turbio, la zona de Tarabana.

Empero, el poblamiento milenario del valle lo comprobó arqueológicamente el Hermano Nectario María cuando obtuvo evidencias de un cementerio en el sitio de Las Cuibas, del cerro El Manzano, al sur del río Turbio, con antigüedad probable de 6000 años ante de la llegad de los españoles. Igualmente, la documentación histórica del siglo XVI recoge evidencias de que el Valle del Turbio lo poblaron diferentes grupos étnicos posteriormente desplazados de allí hacia las montañas del sur y del norte del rio cenizoso probablemente a principios del siglo XV, lo que exhibe, una vez más, que Variquecemeto y su valle, es aborigen desde el comienzo de los tiempos.

Luis Alberto Perozo Padua

Periodista y escritor

[email protected]

IG/TW: @LuisPerozoPadua

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