Se avecinan comicios regionales en Venezuela el próximo 21 de noviembre. Fueron pautados por una dictadura que intenta presentar al mundo una aparente demostración de fuerza popular. El movimiento democrático organizado finalmente ha decidido, por amplia mayoría, participar en ellos.
Algunos argumentan que concurriendo se aporta legitimidad a un régimen usurpador y globalmente desacreditado. Pero ese argumento pierde validez y fuerza cuando la propia comunidad democrática internacional aclara – explícitamente – que tales elecciones para nada cambian la condición del régimen, por más que lo proclamen los aliados de la dictadura. O sea que poco o nada se pierde participando.
¿Se ganará algo con votar? Aún no se puede saber, pero siempre será algo más que mantener congelado el “estatus quo”.
El movimiento democrático entra a esta ronda con enormes desventajas: De entrada, más de 6 millones de opositores ya votaron con los pies y tan solo pueden expresar su opinión desde el exterior en referendos o votaciones presidenciales.
De otro lado está un régimen forajido dispuesto a utilizar amplios recursos para todo tipo de ventajismo, marramuncia, trampa, vagabundería, bribonada, sinvergüenzura, pillería, cochinada, ardid, trampa, trastada, tramposería, triquiñuela, o trácala para imponer sus candidatos.
Encima, una quinta columna cripto-chavista o fascistoide activamente alienta toda forma de división y abstencionismo, utilizando los más triviales ejemplos para desanimar a los pusilánimes y desacreditar a los participantes – todo con pleno apoyo del régimen -mientras que auténticos dirigentes y voceros se encuentran descalificados o exiliados.
Al concurrir es importante tener presente que lo fundamental no son los cargos o los poderes regionales por sí mismos, sino probar al mundo y a la propia dictadura que ésta carece de ese amplio apoyo popular que siempre alardea, invocándolo para justificar todos sus atropellos y atrocidades.
Con tanto elemento en contra la única manera como el movimiento democrático puede asestar un golpe moral a la dictadura es unificar en todo lo posible las postulaciones en cada estado y municipio concentrando el caudal de fuerzas de todas las vertientes democráticas.
Sin desatender las cualidades y elegibilidad de los postulados, lo fundamental es canalizar todos los votos opositores en una misma dirección buscando sobreponer los enormes obstáculos y desventajas que hoy se enfrentan.
En la próxima ronda comicial no perdamos de vista el bosque, examinando cada arbusto. Lo perfecto es el peor enemigo de lo bueno.
Antonio A. Herrera-Vaillant
