Barquisimeto fue fundada por el colono español Juan de Villegas en 1552. Durante siglos solo se sabía el año, más no el día o el mes preciso de su creación, pues al parecer, el «acta de fundación» de la ciudad se habría perdido en altamar al naufragar el navío en la cual viajaba para ser llevada al Archivo de Indias.
Más lo que sí es cierto, es que Barquisimeto era una importante encrucijada y todos quienes iban o venían del centro, los llanos o los andes, por aquí pasaban. Largas y penosas travesías obligaban a los viajeros a parar y descansar en este hospitalario paraje.
La llegada del Ferrocarril Bolívar 1891 catapultó el desarrolllo de la ciudad. Barquisimeto se convierte en la «Atenas de Occidente» ante la convergencia de cultura y tecnología registrada a finales del siglo XIX y principios del siglo XX.
Es en esos tiempos de esplendor que llega el hermano Nectario María, quien vino a conformar la planta de educadores del recién creado colegio La Salle de Barquisimeto. A finales de la década de 1940 se adelantaban los actos del cuatricentenario de la fundación de la ciudad (1552 – 1952).
Pero aún o había fecha precisa de la fundación de Barquisimeto y se encomienda al hermano Nectario María investigar la data exacta de aquel acontecimiento y es enviado a España. Allí, luego de una exaustiva y a la vez presurosa investigación, se determina como día provisional el 14 de septiembre para la celebración del tan esperado aniversario.
En 1952 se festeja por todo lo alto los 400 años de la fundación. Llega el 14 de septiembre y El Impulso reseña en primera página aquel importante evento para el cual vino la Junta de Gobierno, integrada por el futuro dictador, coronel Marcos Pérez Jiménez.
Se inauguran importantes obras públicas y privadas, entre ellas El Obelisco, monumento que auguraba el progreso local, así como la avenida Vargas, la Escuela de Artes Plásticas y la Plaza Miranda.
En el sector privado destacan los hoteles Nueva Segovia y Lara, éste último era el edificio más alto de Barquisimeto para aquel entonces.
Hoy la capital larense arriba a los 469 años de su fundación y muchas las grandes obras inauguradas hace 69 años ya no son lo mismo, pues han sucumbido producto del olvido, el vandalismo y la desidia.