Ante la poca evidencia científica sobre el tema, desde marzo de 2020 en Ciudad Guayana se realiza un estudio local al respecto.
Los neonatólogos Elisa Tomas y Aquiles Almirail, con más de 20 años de experiencia en medicina, y expersonal del hoy clausurado Centro Pediátrico Menca de Leoni, investigan la posibilidad de transmisión materno-infantil de la COVID-19, y cómo esta enfermedad afecta a los niños recién nacidos.
El estudio que se realiza desde marzo de 2020, solo tiene resultados preliminares, no concluyentes hasta el momento. Los neonatólogos han investigado el desarrollo de la enfermedad en siete recién nacidos ingresados en la Clínica Familia, en Puerto Ordaz.
Los investigadores notaron que los recién nacidos en estudio que llegaron con complicaciones particulares tenían algo en común: su madre tuvo la COVID-19 durante la gestación. Al aplicarles la prueba serológica a los bebés, estos daban positivo para anticuerpos desarrollados contra el virus SARS – Cov – 2.
Durante las primeras fases de la investigación los médicos no recibieron apoyo del Estado para aplicar las pruebas de hisopado nasal en la población en estudio, por lo que hacen pruebas serológicas de anticuerpos, y pruebas de antígeno a través del sector privado con recursos propios.
El doctor Almirail explicó que en las pruebas serológicas para la COVID-19 se miden dos anticuerpos en las gestantes y luego en los recién nacidos: Inmunoglobulina G (IgG), que tarda un tiempo en formarse incluso después de haber pasado la infección, y es de bajo peso, por lo que atraviesa la placenta donde está el bebé y su presencia no es indicativo de una infección activa. Y el otro anticuerpo, Inmunoglobulina M (IgM), que no atraviesa la placenta y es el primer anticuerpo que se forma para combatir una infección.
Al aplicarle esta prueba a los niños de madres que tuvieron la COVID-19 dieron positivo para el anticuerpo IgM, lo que quiere decir que no se trata de anticuerpos heredados por su madre a través de la placenta, sino que fueron generados por ellos mismos y que desarrollaron la infección por COVID-19.
“Es normal que la IgG esté positiva porque pasan los anticuerpos de la madre al bebé, sin que implique una infección activa. Pero la IgM determina que el bebé desarrolló la infección COVID-19, que él o la madre había sufrido la enfermedad, o la estaba padeciendo”, sostuvo el médico.
“¿Qué hicimos? Bueno, algunas de nuestras pacientes nos informaban que tuvieron la COVID- 19 cuando tuvieron 26 semanas, 36 semanas de embarazo. Entonces llegaban cinco semanas después de tener la COVID-19, con un parto prematuro… entonces empezamos a investigar la relación entre la infección por la COVID-19 de la madre, y la transmisión que puede tener el feto. Nos documentamos, y había muy poca información sobre casos de transmisión vertical de la COVID-19, uno que otro caso…”, agregó.
Sin suficiente evidencia
Por el momento, a nivel mundial existe poca evidencia científica sobre el compromiso materno-fetal que ocasiona la COVID-19, y la transmisión vertical (de madre a hijo durante la gestación) del virus.
Por eso los gremios científicos han instado a todos los países a que hagan investigación epidemiológica durante el embarazo, parto y seguimiento a los recién nacidos.
El Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC) estableció que existe evidencia de que la placenta puede infectarse por el nuevo coronavirus, pero que esto es poco frecuente. La transmisión vertical del virus es muy poco común según la evidencia recabada hasta el momento.
Las únicas certezas bien documentadas por ahora son que las gestantes que tuvieron la COVID-19 tienen partos prematuros, que la COVID-19 no se transmite por lactancia materna y que la COVID-19 en mujeres embarazadas está asociada a mayores ingresos a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), y la muerte.
Los neonatólogos informaron que en cada evaluación médica de rutina tuvieron que incluir en el protocolo los antecedentes epidemiológicos de gestantes que hayan desarrollado los síntomas de la enfermedad causada por el nuevo coronavirus.
Uno de los casos más resaltantes del estudio fue la de un recién nacido que aparentemente nació sano, y fue dado de alta. Pero en menos de 10 horas después del alta regresó al recinto presentando una micro perforación intestinal.
“En menos de cuatro horas el niño comenzó a presentar vómito, distensión abdominal, dificultad respiratoria, no controlaba la temperatura… hicimos una placa y observamos que había como unas imágenes de aire que no eran normales en la cavidad abdominal. Cirugía detectó una fuga de aire. Desarrolló micro perforaciones en los intestinos, y comenzamos a preguntarnos cómo y cuándo”, relató la doctora Tomas.
Explicó que normalmente una perforación intestinal no se desarrolla tan rápido. “Lo podemos ver en niñitos sépticos, que tuvieron una enfermedad infecciosa, enterocolitis… pero es una evolución de días, no de horas”, resaltó. ”Es como si hubiesen agarrado una aguja y lo hubiesen pinchado muchas veces”.
Aunque la madre del recién nacido no se hizo pruebas serológicas previas, tenía un antecedente de infección por síntomas asociados a la COVID-19 en el último trimestre de embarazo. El bebé si dio positivo en la prueba serológica.
En otro caso de estudio, un paciente recién nacido desarrolló una pericarditis (inflamación de una membrana que recubre el corazón). Presentó baja saturación de oxígeno, distención abdominal y tampoco controlaba la temperatura.
“Primero pensamos que tenía un problema cardíaco, y solicitamos evaluación por cardiología. Un pediatra vino, lo evaluó, le hizo el eco, y los hallazgos fueron que el niño estaba presentando una pericarditis. El pediatra entonces recomendó que le hiciéramos la prueba serológica de COVID-19, la hicimos y salió positiva”, relató el doctor Almirail. El paciente estuvo dos semanas hospitalizado.
“La mamá después, cuando le hicieron los exámenes, también tenía anticuerpos por COVID-19, enfermedad que había superado hace tres meses”, informó.
“Pero todo eso es confuso, por eso es que aún no tenemos conclusiones, es muy difícil, no hay nada de información. Aún no podemos asociarlo a la COVID-19”, aclaró el neonatólogo.
“Eso nos lo va a dar el tiempo. Aún no podemos relacionar una cosa con la otra, necesitamos control y seguimiento”, agregó.
La doctora Tomas informó que por ahora seguirán investigando los casos con recursos propios, aplicando pruebas y consultando otros estudios europeos que aún son incipientes.
“Muchas veces el comportamiento del paciente latinoamericano es distinto al del paciente europeo, todo eso interviene. El sitio donde mejor funciona la neonatología es en Francia y allá no hay casos de neonatos con la COVID-19, al menos por transmisión vertical, es rarísimo. Seguimos investigando, quizás el año que viene tengamos conclusiones”, señaló.
Para más información: Corre del Caroní