Chinos, Árabes, Hindúes, Griegos. Cuatro culturas de excepcional importancia en la historia humana. Crearon decenas y decenas de inventos, elementos de trabajo, útiles, conceptos abstractos fundamentales. Praxis por igual que abstracciones les debe el desarrollo y evolución de las sociedades de hoy. El papel, la pólvora, la numeración digital, el concepto cero. El arma básica del pensamiento: la filosofía, herramienta que desentraña las causas y consecuencias de los actos y conductas humanas y más, muchísimo más.
Evoco la circunstancia y todavía me asombra semejante alarde de creatividad. En fechas actuales el dragón amarillo, como le han llamado historiadores y lo enfatizó Foster Dulles a mediados del pasado siglo, está virtualmente a la cabeza de la economía mundial peleando a brazo partido los mercados internacionales con el imperio, que no se da por vencido y enfrenta el reto con todo su vigor. Cerremos estos brochazos introductorios con el café vespertino y media cucharadita de azúcar, precisamente un invento chino.
Los chinos molían la caña de azúcar en grandes molinos de piedra y a la melaza resultante la clarificaban usando una mezcla en la que predominaba la cal y obtenían el azúcar de caña, probablemente menos blanca que la actual, pero bastante clara. El proceso se mantuvo en secreto por muchos siglos, se ha especulado que pudo haber sido secreto hasta por unos dos mil años.
El azúcar llegó a Europa con las cruzadas pero no el proceso de producirla que se mantuvo secreto. Sin embargo el tiempo y la mayor apertura del mundo europeo, menos rígido que el asiático, de una manera u otra se fue conociendo todo cuanto había de saber para producir azúcar pero no llegaron a su elaboración, aunque la consumían proveniente del Oriente a través de las líneas comerciales manejadas por los Mercaderes de Venecia., dueños y señores del tesoro económico de la época: Azúcar y especias.
Las primeras zocas de caña de azúcar que llegaron al nuevo mundo fueron traídas por Colón y el Caribe se revelo como una tierra maravillosa para su cultivo, al punto de convertirse en los siglos XVII y XVIII como el gran factor económico de la época, superando al tabaco como la principal fuente de exportación. Por otra parte contribuyo a fomentar el tráfico de esclavos, dada a abundante necesidad de mano de obra para el cultivo de la caña, su cosecha y la elaboración del producto final.
En las islas caribeñas se cultivaba y cosechaba la caña, se llevaba luego al norte para su procesamiento. Parte de las ganancias se destinaba a pagar el tráfico de esclavos provenientes del occidente africano, una exitosa triangulación de negocios que se explotó durante dos siglos.
Y, ¿el Ron?
Se supone, sin confirmación por falta de documentación fiable, que por el año de 1650 se comenzó a experimentar la fermentación de la melaza de caña de azúcar en alcohol, pero solo obtenían un guarapete, guarapo fue nombrado en otras partes, más o menos fuerte de saber pero sin contenido licoroso o apenas apreciable. Más de un siglo se mantuvo la aventura de intentar un destilado de calidad, hasta la aparición del irlandés Bryan Higgins, del que se dice había sido destilador en Escocia y conocía los secretos del oficio artesanal como la teoría. Llegó a obtener un doctorado en física. Estuvo en Jamaica dos años, del 1797, al 99. Al Proceso que se iniciaba mezclando la melaza con levadura solo le faltaba, una segunda destilación que debía realizarse más cuidadosamente vigilando las temperaturas que debían ser bastante más bajas que en la primera fase.
Con el siglo XIX nace el Ron, ese licor que condensa la fuerza del sol caribeño, su espíritu festivo, alegre y estimulante. El ron privilegiará la vida marinera por razones muy particulares. El té la casi sagrada bebida de los ingleses, venía desde la lejana India, propiamente de Ceilán la hermosa isla que parece colgar del extremo Sur del sub continente índico y donde se produce el mejor té del mundo. El transporte naviero entra en fiera competencia para abastecer el mercado inglés por lo que interviene la corona y con un edicto real otorga al ron el título de bebida de la Armada Inglesa y dispone que cada tripulante de un buque abanderado en el reino debía recibir una pinta de ron por viaje.
La disposición, producto de un mandato de la corona se mantuvo vigente y religiosamente respetada hasta 1970, cuando la constante presión ejercida por la Organización Marítima Internacional –cuya sede se ubica en Londres a escasos metros del Parlamentó— convenció a la corona que la medida chocaba abiertamente con los protocolos de seguridad establecidos para el transporte de hidrocarburos, buques en los que solo se permitía consumir cerveza de bajo contenido alcohólico, en el marco de otras restricciones de consumo según las operaciones que se llevasen a cabo a bordo.
Ahora de nuevo el azúcar, para cumplir con el título-
Hace tiempo se puso de moda un dicho que comentaba la existencia de cuatro polvos blancos dañinos. Se les citaba en orden al grado de daños producido al organismo, a saber: Las Harinas refinadas, la sal, la cocaína, el azúcar. Pero esta última según el Premio Nobel de Medicina Dr- Otto Warburg, debe subir de rango en la escala de lo perjudicial.
En 1931, justo por cumplirse 90 años, se le otorgó el Nobel de Medicina al Dr. Warburg por su tesis “La causa primaria y la prevención del cáncer”. A mi PC llegó copia resumida de ese trabajo con unos comentarios agregados acerca de las opiniones del John Hopkins Hospital, revisadas y desde entonces apoyando los criterios del Dr. Warburgen torno a la Quimioterapia, que consideran de muy escasos beneficios contra el cáncer y en muchos casos contraproducente acelerando el deterioro causado por el mal, terapia altamente recomendada de la que no se observan sus defectos, carencias y daños colaterales, y aunque no se ocultan deliberadamente, tampoco se dan a conocer al público y cuando alguna opinión calificada trata de ventilar el asunto, se le minimiza y relativiza al máximo, “porque la industria del cáncer y la quimioterapia son uno de los negocios multimillonarios de hoy en día”. Continúa el científico comentando la necesidad de afirmar “que la industria farmacéutica y la industria alimenticia son una sola entidad”.
Pese a tratarse de un resumen es bastante largo y detallado. Básicamente insiste en una alimentación inapropiada y la carencia de Oxígeno como causas del cáncer al producir una fuerte acidosis en el organismo.
La tesis anota cómo afectan a la salud los alimentos ácidos y alcalinos. En una persona sana el PH sanguíneo debe estar entre 7,4 y 7,45. Analiza después la calidad ácida o alcalina de los alimentos y dice: “El AZÚCAR refinada y sus productos es lo peor que consumimos. No tiene proteínas ni grasas, minerales ni vitaminas. Solo contiene hidratos de carbono refinados que estresan al páncreas. Su PH es de 2.1, lo que significa que es acidificante en grado extremo”. Agrega una lista de los alimentos más perjudiciales, algo bastante conocido:
Carnes, Leche de vaca y sus derivados. Sal refinada, Harinas blancas refinadas y sus derivados. Productos de panadería. Margarinas, gaseosas, cafeína. Alcohol y tabaco. Todo alimento que contenga conservantes, colorantes, aromatizantes, estabilizantes, y productos envasados proveniente de procesos industriales.
Insiste en el daño de los acidificantes. Enfatiza en los beneficios a la salud de los alimentos alcalinizantes y nos deja un nuevo rango perjudicial de la dulce sacarosa. Ya no es dañina, ahora es un Veneno.
Pedro J. Lozada