No existía el turismo como hoy lo conocemos hace más de 100 años, las excursiones se hacían a pie o a caballo hasta lugares cercanos a la ciudad. En aquellos días uno de los lugares preferidos era el Bosque Macuto, tanto así, que allí se agasajó al Presidente Cipriano Castro en su visita a Barquisimeto en el año 1908.
Este espacio se ubica al sur de Barquisimeto en las riberas del río Turbio y se caracteriza por sus altos chaguaramos que se divisan desde la planicie de la capital larense. Era el lugar predilecto de los muchachos que iban allí a bañarse en los pozos y riachuelos, especialmente los fines de semana, y no faltaban los picnics y las fiestas en aquel entorno natural.
Su popularidad llevó a que allí se construyera la primera piscina pública que conocieron los barquisimetanos. La obra fue decretada en 1936 por el gobernador o presidente del estado Lara, como se le decía en aquel entonces, general Vicencio Pérez Soto, tal y como lo publicó el diario El Impulso en su edición del 25 de julio de ese mismo año.
Aquella novedad atrajo aún más gente de la que iba al principio al bosque. Los visitantes cruzaban en automóvil el lecho del río Turbio para llegar al lugar, ante la inexistencia de un puente. La innovación de las piscinas era algo increíble e insuperable y durante muchos años fue el principal atractivo turístico y recreativo de Barquisimeto.
En 1939 El Impulso publicaba las tarifas de entrada al balneario. Con 0,50 bolívares (un real) las personas podían ir a bañarse y pasar un día de campo en aquel agradable lugar. Los niños pagaban 0,25 Bs. (un medio).
Durante las décadas de 1940 y 1950 fue un lugar esplendoroso. Con los años el balneario perdió prestigio y el lugar comenzó a declinar en la década de 1960. En los años 70 ya era historia.