#OPINIÓN Sor Juana y Goethe: Del Barroco al Romanticismo (Parte VI) #16Ago

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Cualidades

El poeta alemán se hizo famoso a los 25 años al publicar Los sufrimientos del joven Werther en 1774, novela epistolar de su romanticismo juvenil que provoca una ola de suicidios en Europa. Fausto fue el poema que le ocupa casi toda su vida, unos 60 años. En 1831, dos años antes de morir termina su segunda y definitiva parte, la primera la había publicado en 1790. Así como Dante será siempre el autor de la Divina Comedia, y Cervantes el del Quijote, Goethe es por encima de cualquier otro título, el autor de Fausto. Esta gigantesca obra lo coloca en la cumbre de las letras alemanas. Jacques Barzun dice que no solo es emblema de soberbia humana, es un gran mito occidental.

Los dos eran grandes poetas, sin duda. ¿Qué distingue a un gran poeta? Según T. S. Eliot, tres cualidades: la excelencia, la abundancia y la diversidad. Como versificadora de exquisita maestría- dice Octavio Paz- a sor Juana se le puede colocar al lado de Góngora y Quevedo, los grandes poetas barrocos españoles. En América la poesía empezó a hablar con voz de mujer: sor Juana. Para encontrar algo semejante- escribe Octavio Paz- habrá que esperar los comienzos del siglo XX a los poetas modernistas Darío y Leopoldo Lugones. Casi no hubo forma de versificación que ella no empleara en su copiosa producción.

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Ninguna otra cultura habrá de producir algo que se le asemeje, y resulta verdaderamente maravilloso que en una provincia excéntrica de la cultura de Occidente, en el México colonial, una mujer, una religiosa, haya escrito algo comparable cuando de la mano de sor Juana aparece Primero sueño, escrito en verso y no en prosa, pues esta última no goza de prestigio en la cultura de habla castellana. Su sueño es una visión racional y espiritual…es el vuelo del alma libre de las cadenas del cuerpo, no del delirio del cuerpo que ha escapado de la censura de la razón, escribe Paz.

Fausto contiene pasajes que sor Juana ni siquiera se atreve a mencionar: el atrevimiento a desmentir las Escrituras al decir que al principio no fue el verbo, sino el acto. El verbo-una abstracción- viene después. Incluye supersticiones, ritos satánicos que la Ilustración del siglo XVIII olvida o desatiende; es el lado oscuro de la naturaleza, un componente dionisiaco y satánico es lo que impulsa. Satán se apropia del alma de Fausto en su añoranza de lo ilimitado. Fausto- dice Barzun- se convirtió en el espíritu del romanticismo en un personaje de fama mundial.

El éxito

Sor Juana permanece olvidada por dos largos siglos hasta que en 1910 la redescubre el poeta Amado Nervo con su libro Juana de Absaje. México redescubre su pasado en esos años de Revolución, la primera del siglo XX. En vida fue toda una celebridad que se inicia cuando siendo niña sorprende por sus conocimientos en examen público que convoca el virrey novohispano Mancera. Unos cuarenta hombres, españoles, de letras de la Universidad de México convocados a Palacio la examinan y quedan sorprendidos: “que a la manera de un galeón real se defendería de pocas chalupas que le embistieran, así se desembarazaba Juana Inés de las preguntas, argumentos y répicas que tantos que cada unos en su clase, le propusieron”, según relata Mancera. Su fama alcanzó los límites del mundo hispánico. En 1689 es elevada a la categoría de Décima Musa Americana. Sus contemporáneos la elogiaron por haber seguido el ejemplo de Góngora. Vio impresos sus libros en Sevilla en dos tomos. “Sus poemas circulaban de mano en mano y nadie se escandalizaba por el tono acentuadamente erótico de muchos de ellos”. Sus comedias se representaban en Madrid, los admiradores le escribían desde Madrid, Sevilla, Lima, Quito. Fama que llega hasta donde se habla castellano, dice Pedro Henríquez Ureña. Su celda, que no era tal, del convento atraía a muchos personajes eminentes, deseosos de conversar con sor Juana. Su largo poema “Primero sueño, afirma Octavio Paz, pertenece a la historia de la poesía universal”, en este sentido me atrevo parangonarlo a Fausto.

Goethe no ha sido olvidado jamás desde su muerte en 1832, su fama no ha tenido ni conocido pausas. Son dos centurias de una fama que no cesa de agigantarse: es el máximo poeta de lengua alemana. Fausto es un poema que se lee en todas las lenguas modernas, ha sido inspiración de múltiples obras literarias y musicales. Alemania cree hondamente que tiene una misión: llevar la cultura a los confines de la ecúmene, a todos los rincones del planeta, y Goethe es figura principal de esa portentosa y tremenda misión a la que se ha consagrado la nación teutónica, que quizá sea eco de que ella ha sido cuna de la invención que hizo posible la inmensa multiplicación y difusión de la cultura y del saber como nunca antes había conocido la humanidad: la imprenta. Resulta cruel paradoja de la historia que haya sido ésta muy culta nación europea principio de uno de los totalitarismos más abyectos del siglo XX: el nazi-fascismo o nacional-socialismo alemán. George Steiner dice que los empleados de los campos de concentración oían a Beethoven y leían a Novalis por la tarde luego de laborar por las mañanas en los hornos de incinerar a los judíos.

Los románticos fueron los primeros poetas y novelistas que alcanzaron una reputación realmente europea, pronto se les calificó de clásicos: Goethe, Schiller, Pushkin y Mickiewiz son clásicos en sus respectivas patrias. El siglo XVIII produjo cuatro nombres que se enfrentaron a tal centuria: Rousseau, Burke, Kant, y Goethe. La petición de Fausto de “volar entre las estrellas”, y el “quédate” que detiene al tiempo que mata, tuvieron oídos extraeuropeos. El interés de Goethe no se limitaba al de un simple intelectual con interés en la ciencia: él era un científico. Su trabajo sobre la metamorfosis de las plantas había sido aceptado por los botánicos y los anatomistas habían hecho lo propio con su descubrimiento del hueso intermaxilar en 1783. Es el hueso en forma de herradura llamado hiodes y que ha cobrado gran interés hogaño y que habría deslumbrado a Goethe. Los científicos han descubierto que este hueso situado encima de la laringe tiene una gran responsabilidad en la modulación de las palabras y el vocabulario en la especie humana. El lenguaje es la casa del alma.

En botánica elabora Goethe las teorías sobre la Urpflanze, una mística planta original de la cual derivaría todo el mundo vegetal. Una mística científica que tanto temor infundía a sus contemporáneos. Se trata de la naturphilosophie, un intento de los filósofos alemanes, Goethe y Schelling entre otros, de elaborar una imagen de la naturaleza en todo conforme a los principios del idealismo filosófico, incorporando los más modernos descubrimientos científicos. Geymonat dice que esa natural philosophie debido a su carácter especulativo y metafísico ha sido considerada un momento incomprensible de desorientación de la ciencia moderna, un turbio abandono a las fuerzas desenfrenadas de la fantasía que ha llegado a producir las absurdidades más ridículas, que nos recuerda la desatinada “genética proletaria” de Lisenko, que provoca una enorme hambruna en la Rusia Soviética en los años 1930, una genética basada en el enorme dislate que es Dialéctica de la naturaleza de Federico Engels.

Ideas pedagógicas

Escribe la poetisa novohispana que la inteligencia no es privilegio de los hombres ni la tontería exclusiva de las mujeres. No sé si Simone de Beauveoir menciona en Segundo Sexo a sor Juana. Pero Octavio Paz dice algo sorprendente: Con sor Juana comienza algo que todavía no termina: el feminismo. Educa con su ejemplo y dedicación también en el presente. Grande y verdadera novedad histórica y política: pide sor Juana la educación universal para las mujeres, impartida por ancianas letradas en las casas o en instituciones creadas para tal fin. Se ha llegado a decir, escribe Pedro Henríquez Ureña, que sor Juana, de haber nacido a fines de siglo XIX, habría sido feminista y hasta sufragista.

La Alemania de Goethe experimentaba por aquellos años un renacimiento cultural que se relacionó con una suerte de fiebre epidémica por la lectura, la llamada Lesewut o Lesesucht. En 1770, al comienzo del Sturmund Drang, se publicaron 1.600 títulos, luego 2.600 en 1780, y 5.000 en 1800. Goethe, gran lector, se vio impelido por este prodigioso movimiento a convertirse en pedagogo, cuando de hecho ya lo era desde muy joven. Con su febril y constante actuación transmite pedagogía. Su interés por el conocimiento lo impulsan hacia la literatura, el arte y a la ciencia natural. Lee Emilio de Rousseau y al suizo Pestalozzi. Al final de su vida, a los 80 años, escribe Wilhelm Meister, (Wilhelm Maestro) novela que es un largo viaje del espíritu, novela filosófica de corte educativo, que es como una Provincia pedagógica, su reino de utopía. “Pensar y obrar, obrar y pensar es la suma de toda sabiduría”. Schelling se va muy lejos al decir que acepta como novelas en el más alto sentido estético a Don Quijote y Wilhelm Meister. Con cierta razón, dice Lukács, puesto que ambas novelas recibieron su máxima expresión ideológica y artística dos grandes crisis de transición de la humanidad. No menos conocida es la frase que pone Goethe en boca de Fausto: “Todos los libros son polvo, no vida”. Es una obra que no tiene equivalente en la literatura europea, así como Primero sueño de sor Juana tampoco la tuvo en la edad barroca. Es una obra única en lengua castellana y habría que esperar más de dos siglos -afirma Octavio Paz- para que se escribiera algo semejante en Europa.

Luis Eduardo Cortés Riera

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