Desde la meseta barquisimetana hacia la comarca de Cabudare, se podía divisar una columna de tropa republicana atravesando el caudal del río Barquisimeto por el camino real. Era el séquito del Libertador Simón Bolívar, quien venía a la vanguardia escoltado por sus lugartenientes y un par de baquianos. El calendario marcaba el 14 de agosto de 1821.
Bolívar y sus acompañantes remontaron la cuesta denominada hoy Pila Lara, por la avenida Uruguay (nomenclatura actual), continuando el trayecto para empalmar por el camino que seguía hasta El Campamento, este repleto de espesa maleza justo hasta el antiguo puente de la Santísima Trinidad, construido en 1806, sobre el llamado Zanjón de Cárdenas.
Allí, en lo que es hoy la esquina de la carrera 17 con calle 20, la muchedumbre se congregó para recibir a su Libertador, “con música de entusiasmadas trompetas y alegres violines, así como bailes populares de expansiva alegría a su paso bajo el rústico arco de palmas y flores elaborado en su honor, en una ciudad que todavía mantenía, desde hacía nueve años, las cicatrices de las ruinas del terremoto. Desde ese entonces, a ese lugar se le denominó esquina del Arco de Bolívar”, reseña el cronista Omar Garmendia.
Por su parte, Carlos Guerra Brandt, también investigador y costumbrista barquisimetano, adiciona que la llegada de Bolívar se hizo visible sobre la incómoda y espesa vegetación que era parte de la escasa población de entonces. Muchas flores y palmas adornaron aquel espléndido escenario que estuvo precedido de vítores, aplausos y vivas al Padre de la Patria como deferencia a su entrada triunfal a la ciudad.
Eliseo Soteldo, antiguo cronista de Barquisimeto, citando a Daniel Florencio O’Leary, edecán del Libertador, apunta que Bolívar durante su visita (a Barquisimeto) llevaba consigo un arreo de mulas, “seis u ocho, que siempre le acompañaban con sus pertrechos, enseres, ropas, espadas, botas y uniformes, alhajas, vajillas de oro y plata y sus libros”.
Durmió en casa de un español
Luego del memorable homenaje, Bolívar “fue conducido hasta la Calle Real en dirección a la casa donde sería alojado, para luego sostener reuniones con vecinos prominentes con el fin recoger fondos para favorecer el sostenimiento del ejército patriota que sitiaba Puerto Cabello, una de las últimas trincheras realistas luego de la Batalla de Carabobo”, cita Garmendia.
El ilustre visitante se hospedó en la residencia de don Juan de Amaral, un hidalgo español de relieve social insoslayable, vecino de Barquisimeto, que según el historiador Lino Iribarren Celis, era un caballero ceñido a los hábitos tradicionales y al mundo espiritual de una sociedad impregnada de la cultura secular española, quien le tributó a su honorable huésped, un glamoroso banquete donde a donde concurrió lo más granado de aquella pequeña urbe.
“Producto de esas reuniones se recibieron pertrechos, víveres, ropa, oro, alhajas, joyas, vajillas y cubiertos de plata que pudieran servir para la venta y obtener recursos”, observa Garmendia”.
En su Plano Histórico de Barquisimeto, Gumersindo Giménez, da testimonio que “Bolívar se alojó en casa de don Juan de Amaral, que llamaban de las ´ventanas de hierro´ calle del Libertador, en el sitio que hoy ocupa la casa de los herederos del doctor Pérez. Allí pensó el Libertador en el futuro bienestar de Barquisimeto y después de una conferencia con algunas personalidades, hizo salir para Saint Thomas al progresista don Juan de Galíndez, en solicitud de utensilios y herramientas para poner el agua del río Turbio en esta ciudad”.
La calamidad de la falta de agua en Barquisimeto era tan antigua como su último asiento y la construcción de un sistema de agua estaba solicitada desde 1790 por el teniente de Justicia Mayor de la ciudad, Miguel Jerónimo Canelón.
Aquella noche, en la casona solariega del español Juan de Amaral, el Libertador alardeó de su destreza como bailarín acompañándolo la bella damisela barquisimetana María Corral Mayor, madrina de bautizo del doctor Eliodoro Pineda, según relato del maestro de cronistas, Eligio Macías Mujica.
La mañana del día 16, Bolívar junto a su caballería, se despidieron de Barquisimeto rumbo hacia El Tocuyo, y de allí a Carora, donde pernoctó durante tres días, para después partir a Santa Ana de Trujillo cuyo destino era los confines de la América para alcanzar el sueño de Colombia la grande.
Celebración del bicentenario
El cronista Carlos Guerra Brandt, acucioso investigador y preocupado por el quehacer histórico y cultural de Barquisimeto, estuvo tocando las puertas del despacho del alcalde de Iribarren para plantearle la celebración de la visita del hombre más grande de América a Barquisimeto, pues se cumplen 200 años del honorable acontecimiento. Un bicentenario no es un número cualquiera y la fecha amerita ser rememorada. Fue infructuosa la recepción por parte de quienes se jactan de pregonar el bolivarianismo con acendrado fanatismo.
No obstante, Guerra Brandt forma parte de una de las organizaciones sociales y culturales más enérgicas de la ciudad, la Fundación Amigos del Casco Histórico de Barquisimeto, ente que ha acogido la magna fecha del 14 de agosto de 1821, para celebrar y evocar los 200 años de la visita de Bolívar.
El acto central se desarrollará el 14 de agosto de 2021, en el Puente Bolívar, apostado en la carrera 17 con calle 22, a las 10:30 de la mañana, para nutrirse del discurso de orden del historiador y escritor Jorge Ramos Guerra, ex gobernador del estado Lara. La actividad será pública bajo control de bioseguridad.
Luis Alberto Perozo Padua
Periodista y escritor
IG/TW: @LuisPerozoPadua