“No se puede impedir el viento, pero se pueden construir molinos”
(Proverbio holandés)
Los años como el viento van pasando indetenibles. El tiempo va sumando y va restando años a la vida. Envejecemos como envejece el sol que nos alumbra y acompaña desde la aurora hasta el ocaso de nuestra vida…
Madrugo, miro hacia arriba para disfrutar la ilusión de cada día que llega como el rocío al pasto y a las flores, como llega la brisa moviendo el follaje de los árboles y afina el ave su garganta para cantarle a Dios y a la vida. El despuntar del día se convierte en una fiesta delirante, incentivadora y sublime que germina a cada paso renovando la vida del hombre, de los animales y de las plantas.
Bajo la dulce delicia de los cielos el alma queda pensativa y risueña, místico incienso, perfumador del vasto altar de Natura, donde resalta el cielo su bella azul sonrisa y las ebúrneas flores animan el paso del caminante que va temprano al trabajo cargado de infinitas esperanzas… Mañana será otro día, regresará como regresa la esperanza y también la rutina que lo sumerge en su profundo pozo, asfixiándolo incompasivo…
Pasando el día los ánimos cansados regresan sobre sus pasosa calmar el agotamiento del día, sumergirse en el sueño, aquietar las grotescas iras diarias, se apague el infierno interno y disminuyan las perversas tempestades que tanto afligen como las roedoras miserias de quienes buscan su cama y poder descansar de pensar en sus necesidades y en lo poco que reciben de sus explotadores empleadores…
Hay orfandades que muerden y orfandades que consumen como el fuego, hay distancias que no pueden medirse ni esperanzas que retoñen…
Viendo, oyendo y sintiendo se puede ver en el entreabrir de las cortinas del tiempo sus logrados lauros, sus maravillas y los viejos sueños que en momentos de lucha y coraje los hizo libres. Ver, oír y sentir nos obliga a abrir el libro y empezar a escribir la vieja historia o la que vivimos espantados…
No volvió la Campana en el desierto de don José Ángel, pero siguen tañendo las campanas que anuncian muerte, los caminos están llenos de cruces, día a día el hambre hace su miserable agosto. Caminos hay que no llevan a ninguna parte, caminos hay que llevan a donde queramos, a la gloria o al infierno…
Seguimos caminando por las rutas de la esperanza, pero seguimos metidos en el ojo de huracán…
Amanda Niño de Victoria
Foto: Yvette Victoria de Bais