Viajar de una ciudad a otra en el siglo XIX no era una tarea fácil, ir de Barquisimeto a Caracas podía demorar 15 días en mula o caballo. Eran tantos los peligros en esas travesías, que algunas personas hasta dejaban testamento antes de partir.
Esto cambió con la llegada del tren a Barquisimeto en 1891 y el trayecto hasta la capital se acortó a solo tres días por la vía del tren. El viejo ferrocarril partía hacia el norte por la vía de Duaca y Aroa, llegaba hasta el puerto de Tucacas en un viaje que duraba 7 horas..
Allí los pasajeros pernoctaban en un hotel para al día siguiente abordar un barco de vapor hasta La Guaira y luego, al terminar el viaje marítimo, se tomaba nuevamente la vía del ferrocarril para llegar a Caracas. El costo del viaje por pasajero, incluyendo boletos de ferrocarril y barco, habitación de hotel y comidas, podía ascender a los 100 Bs. ida y vuelta ¡Toda una fortuna!
La llegada del automóviles complementó y luego desplazó el uso del ferrocarril y la construcción de la carretera Trasandina en 1925 agilizó los viajes en carro. El traslado hasta la capital de la República se redujo a solo dos días. Se popularizan los «Carritos por Puesto» en los viajes extra urbanos.
La competencia obliga al ferrocarril mejorar el servicio de transporte y en 1926 se anuncia que el viaje hasta Puerto Cabello ahora solo durará un día, tal y como lo anunció El Impulso.
Al final el tren fue desplazado por completo y el automóvil se convirtió en el rey de las carreteras tanto en el uso particular como de pasajeros y de mercancía, situación que prevalecerá hasta nuestros días.