Las luces se encienden cuando comienza la competición, en este caso, los Juegos Olímpicos. Pero los deportistas que anhelan representar con orgullo a su país, trabajan arduamente desde las sombras.
Entre sacrificios, tropiezos y victorias, se forja un atleta olímpico. Sin embargo, en el caso de muchos competidores venezolanos, la «luz» parecía estar muy lejos en el fondo del túnel, debido al poco (o nulo) apoyo recibido previo a la cita olímpica.
La historia de Andrés Lage, el velerista venezolano de 29 años de edad, es uno de esos ejemplos de sacrificio y resiliencia para poder conquistar un sueño: representar a Venezuela en los Juegos Olímpicos.
En el año 2015 se fue de Venezuela hacia España para desarrollarse arduamente en la Vela. Para ese entonces, no le alcanzaría el tiempo para clasificar a Río 2016, así que se enfocó en Tokio 2020. Al llegar a España, Vitoria, no contaba con recursos para entrenar ni desarrollarse: «Necesitaba comenzar la campaña Olímpica y no tenía ningún tipo de presupuesto ni nada porque mi país estaba atravesando por una situación económica muy complicada», comentó Lage en aquel entonces.
Pero no se quedó de brazos cruzados. El atleta consiguió 3 trabajos para poder cubrir los gastos requeridos en su desarrollo y entrenamiento: Daba clases de vela los fines de semana, por las tardes trabajaba en una tienda de productos deportivos y en las noches laboraba en un restaurante de comida rápida.
Con esto, consiguió el sustento económico, pero surgió un nuevo problema: estaba descuidando su condición física. Solo tenía contacto con la Vela los fines de semana mientras daba clases, así que decidió realizar dos triatlones «Ironman» en una misma semana.
Asistir a las competiciones no era tarea sencilla. Lage se trasladaba y descansaba en una furgoneta para cumplir con su deporte: «Logré pedir un crédito para una furgo y logré acomodar allí una litera de 100 euros. Así me ahorraba el hotel en las competiciones», explicó.
«A veces no se acababa un día y ya empezaba el otro. Cuando decidí hacer esto no sabía con la cantidad de obstáculos que me iba a encontrar, pero lo que sí sabía es que no iba a dar opción a las excusas», agregó Lage.
Todo el sacrificio de Lage tuvo sus frutos. Pudo concretar su sueño de clasificar a Tokio 2020, y lo realizó con un barco propio, sin respaldo económico de ningún patrocinante grande. «Fueron 12 años de altos y bajos. De aciertos y desaciertos, que no cambiaría y que volvería a hacer. Sin ningún problema», aseveró.