Las expectativas sobre posibles cambios en el ámbito político este año en Venezuela no son alentadoras. En efecto, para el segundo semestre del año, se prevé que se mantendrá el statu quo, es decir el escenario de autoritarismo, donde se sigue profundizando la situación actual, en la cual el régimen controla todas las instituciones y el Estado sin posibilidad de que ocurra una transición democrática. Este escenario lo expone el profesor Benigno Alarcón, director del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la UCAB, durante el evento Prospectivas para el Segundo semestre del año, quien advierte que hay cuatro escenarios posibles: autocratización, militarización, transición tutelada y transición democrática plena.
El primero involucra la profundización de la situación actual; la militarización implica que la FANB asume el control cuando las protestas aumentan y se teme un derrumbe del gobierno; la transición tutelada es negociada y condicionada por actores vinculados al actual régimen, como la FANB; y la transición plena es el escenario ideal donde la oposición asume el poder de manera completamente e inicia un proceso de consolidación democrática.
“De cara al segundo semestre de 2021, la autocratización se mantiene, en un momento en el que la comunidad internacional asume una actitud más conservadora. El régimen, incluida la FANB, permanece cohesionado aunque con algunas diferencias internas que por ahora no amenazan su estabilidad. Los costos de tolerancia a un cambio político se mantienen altos, ahora más por el proceso que se sigue en la Corte Penal Internacional, lo que favorece la cohesión del régimen”, proyectó el analista.
Argumentó que los costos de mantener el poder por la fuerza (costos de represión) se mantienen muy bajos “ante la desmovilización de las protestas masivas”, lo que favorece la estabilidad del régimen, pese a haber una disposición muy alta protestar (40 % manifiestan su disposición a protestar contra el gobierno y 52 % por servicios públicos e inseguridad). “Mientras tanto, la oposición continúa dividiéndose, situación en cierta medida estimulada desde el propio régimen a través de incentivos electorales (clientelismo político competitivo-electoral)”, explicó.
Chavismo es minoría, pero oposición sigue dividida
De cara a las elecciones que se realizarán el próximo 21 de noviembre, el profesor Benigno Alarcón recordó que, según la más reciente encuesta realizada por el CEPyG UCAB con trabajo de campo de la encuestadora Delphos -cuyo cierre fue el pasado 2 de julio-, el chavismo resteado con Maduro concentra 9,5 % de la población, mientras que el chavismo descontento con Maduro, 15,8 %. Es decir, el chavismo representa una cuarta parte del electorado, mientras que la oposición que no apoya al liderazgo asciende a 18,4 % y la que sí apoya al liderazgo es de 17,5 %, lo que suma un 35.9 %. El segmento “ninguno” se ubica en 38,8 % y tiende a crecer. “Este grupo no se puede calificar como „ni ni‟ –alertó-. Vota, no es indiferente, tiene preferencias políticas y es mayoritariamente opuesto al gobierno, pero no se siente comprometido con ninguno de los partidos o líderes de la oposición o el chavismo”.
Cuando se analiza la disposición a votar, 53 % dijo que seguro lo haría mientras que 22,7 % dijo que quizá. Pero el 85 % de los que están seguros se encuentran dentro del chavismo; mientras los de la oposición son los que tienen más dudas de participar. “El estudio permite ver que la participación del elector de oposición depende, principalmente, de lo que Guaidó y el G4+ decidan hacer. La abstención de Guaidó y el G4+ puede implicar una caída del voto opositor de hasta un 30 %, mientras el llamado a votar de otros actores como Henrique Capriles, Timoteo Zambrano o Henri Falcón no aumentan la votación en ese escenario. Esto se explica por el hecho de que el liderazgo con mayor ascendencia en la oposición, a pesar del importante desgaste sufrido desde su aparición en escena en 2019, continúa siendo el de Juan Guaidó”.
Destacó el director del CEPyG UCAB que el país está frente a unos comicios donde a la oposición se le ha dividido, desde el régimen, entre la legal (la mesita) y la ilegal (partidos de la oposición mayoritaria).
A la “ilegal” no se le permite participar, sus partidos fueron inhabilitados; la legal es la que está cooptada; es decir, controlada en buena medida por el gobierno (aunque no todos) y busca sustituir a la oposición mayoritaria. “El gobierno busca la dispersión del voto, sustituir al G-4 y a Guaidó como referentes de la oposición para legitimar a unas nuevas oposiciones variopintas, minoritarias y dispersas”.
Cuando se le pregunta a la gente que cree que va a suceder, la mayoría se inclina porque “las elecciones se dan y Maduro sigue en el poder”. Según Alarcón, esto apunta a que, si la mayoría piensa que votar no va a producir el cambio, mucha gente se abstendrá porque las expectativas son bajas. “Es decir, no es predecible, hasta ahora, una alta participación en este proceso”.
Megaelecciones: ¿Qué podría pasar?
Una metodología muy útil para tratar de comprender lo que puede ocurrir frente a las elecciones regionales y locales previstas para el 21 de noviembre es la revisión de los árboles de escenarios, según sea el comportamiento de los actores.
Alarcón identificó cinco alternativas. A la primera de ellas la denominó “Atrévete a soñar”, es decir, la que “todos queremos pero es el más difícil de alcanzar”. Dijo que este escenario apunta a que con observación internacional, la oposición unida participa y gana, obtiene un nuevo aire de legitimidad que impulsa una posible negociación con el gobierno. “Aunque también puede ocurrir que el gobierno se atrinchere y esto complique el escenario, y deba aplicarse más presión y continuar con las sanciones”.
En el escenario “La Pesadilla”, que es el más negativo y con observación electoral, la oposición unida participa y pierde los más importantes estados y ciudades, el gobierno domina los resultados electorales y se produce una debacle del G4 difícil de recomponer en el corto plazo. “Si el informe de la observación es positivo, aumenta el daño para la oposición y puede generarse un proceso de sustitución. Pero si este informe es negativo, el gobierno se atrinchera y hay más presión y conflictividad a pesar de que la oposición perdió”.
La opción “Divide et impera”, con observación, implica que la oposición dividida va a elecciones y pierde. Si la observación presenta un informe positivo, se da una debacle del G4 y se genera una lucha por la sustitución del liderazgo opositor. Si el informe es negativo, el gobierno se atrinchera, con una alta probabilidad de que no se vuelva a permitir observación electoral internacional. “Este es el más probable”, dijo el analista.
Por su parte, en el escenario denominado “Menos malo” no hay observación porque no se pueden cumplir los protocolos, la oposición decide no participar y el gobierno domina. “Sin la observación, hay excusa para no participar y eso termina deslegitimando el proceso, generando mayores conflictos para el gobierno, lo que al final podría encaminar hacia una negociación”.
Finalmente, Alarcón plantea el cuadro “Tonto útil”, donde no hay mayores ganancias para la oposición. Sin observación internacional, el G4+ dividido participa y pierde, lo que incentiva una mayor cooptación y dependencia del régimen de la oposición que participa. “Sería injustificable que esto ocurriera”, comentó.
El reto de la unidad y el revocatorio como carta de negociación
El director del CEPYG señaló que en Venezuela desde hace años no hay condiciones electorales, pero esto no hace imposible que una transición política se dé por la vía electoral. “No necesariamente cualquier elección va a llevar a una transición; pero para lograrlo, hay que ir preparado con una muy buena estrategia, táctica, una fuerza humana organizada y que esté en todas partes”. Precisó que esto se dio en países como Serbia, Ucrania, Polonia y la actual República Checa.
En las elecciones de noviembre, advirtió, la oposición unida podría derrotar fácilmente al gobierno si tuviera los recursos y la estructura. Pero, de no ser así, sólo podría ganar en ciertos lugares donde cuenta con ventajas, como tener un gobernador o un alcalde. Agregó que el dilema del elector entre votar o no votar, debe resolverse votando, si se tiene por quién votar. “Si estoy en un municipio donde los candidatos no se ponen de acuerdo para ir con un candidato único, los sancionaría con mi abstención, y creo que es lo que mucha gente haría”.
El profesor y consultor indicó que hacer primarias en todo el país, aunque deseable, es imposible a estas alturas. Se trata de un proceso de una complejidad absoluta, pues hay que escoger 335 alcaldes y 23 gobernadores. “Donde la oposición tiene probabilidad, el consenso es lo que va a privar, es decir, la negociación entre factores políticos”. En todo caso, para Alarcón “la unidad es muy importante, el referente. Si se quita el referente, la gente se pierde, se dispersa el voto”. Calificó la unidad como un asunto de eficiencia política. “Pero esa unidad, que es más que cuatro partidos, va a tener que reinventarse, revisar sus reglas de juego y abrirse a la crítica de la sociedad para salir fortalecida”.
Para terminar, el experto recordó que, según la encuesta Delphos -CEPyG UCAB, el referendo revocatorio es una de las opciones con mayor aceptación cuando se le pregunta a la gente lo que querría que sucediera. En ese sentido, señaló que, de cara a la negociación que se realizará en agosto en México con el chavismo, la oposición debería “al menos considerar y sopesar su viabilidad para incluir el Referendo Revocatorio con observación internacional como un punto de agenda, como alternativa ante la negativa predecible a un adelanto de elecciones presidenciales, considerando que revocar es un derecho establecido en la Constitución”.