“En psicología, capacidad que tiene una persona o un grupo para superarse frente a la adversidad para seguir proyectando el futuro”.
Resiliencia es la inefable capacidad que le permite a ciertas personas, como, por ejemplo, a los ciudadanos venezolanos, anteponerse a las distintas adversidades que se les presentan en la vida diaria. Permite desarrollar conductas positivas ante las incertidumbres, el estrés, las amenazas o algún conflicto.
La psicología positiva considera a los conflictos como desafíos, que son superados por las personas gracias a la resiliencia. Existen distintas circunstancias que favorecerán o no el desarrollo de la resiliencia en cada persona, como es la educación, las relaciones familiares y el contexto social.
Los psicólogos estiman que se trata de una respuesta común como forma de ajuste frente a la adversidad. Se vincula a la capacidad de adaptación para superar calamidades.
Es la capacidad del individuo de ser asertivo y tomar una decisión cuando se tiene la oportunidad de tomar una actitud correcta, a pesar de tener miedo de lo que eso pueda causar.
Es imperativo el desarrollo de una personalidad resiliente en niños y adolescentes como parte de su desarrollo emocional y social para lograr su adaptación al entorno de manera saludable. Cuando se pone en práctica la resiliencia, se logran destacar las fortalezas y oportunidades de una situación negativa para seguir adelante en su proyecto de vida. Es esencial para determinar la confianza, optimismo y autoestima y para creer y desarrollar la capacidad de superar las desdichas.
En ocasiones, las circunstancias difíciles o los traumas permiten desarrollar recursos que se encontraban latentes y que el individuo desconocía hasta el momento de presentársele circunstancia traumáticas como la muerte de un ser querido, un accidente, la delincuencia y la corrupción cuando, presuntamente, actúan con impunidad; el desmembramiento de la familia, la pésima calidad de los servicios públicos, la penumbra por falta de electricidad, daños a artefactos electrodomésticos, maquinarias, equipos, y daños colaterales, a la saludo, como lo es, el pánico a subir a un ascensor; la destrucción de la infraestructura pública, el deterioro de los planteles educativos, los saqueos, invasiones, expropiaciones, expoliaciones… la violación de los Derechos Humanos; la destrucción del aparato productivo, el desempleo, los salarios indignos, la escases extrema de combustibles y carburantes; la falta de gas, de agua potable; la imposibilidad de obtener los alimentos necesarios para una buena salud, y de medicamentos esenciales para la vida y, por ahora, la pandemia que azota a la humanidad, etc.
Supongo que los venezolanos en general, tenemos un altísimo poder de resiliencia, sobre todo, los niños y los adultos mayores. Los niños por enfrentar a un modo de vida contradictorio a su formación, sistema inédito en la Venezuela actual que aunado a la pandemia lo hace “sufrir” de un confinamiento impropio para su educación y relaciones sociales.
Los adultos mayores, demuestran su gran poder de resiliencia, al soportar y sobreponerse a un sistema de vida completamente diferente al que estuvieron acostumbrados en la época de la llamada IV República. Los daños colaterales ocasionados por las situaciones descritas con anterioridad, en una gran mayoría de casos, son irreversibles. Entre estos podemos citar el sufrimiento de los padres, cuando sus hijos se integran a la diáspora que huye de la situación político-económica impuesta en el país y se van a otros países, tan sólo, para enviar remesas de dinero con el cual sus familiares puedan sufragar los gastos imprescindibles para su subsistencia, o la desaparición física de seres queridos, por no poder costear los tratamientos médicos necesarios para su subsistencia, y que otrora se obtenían gratuitamente en el sistema de salud público, que también les prestaba el servicio médico de manera óptima, al extremo que muchos hospitales tenían mejores instalaciones que las más famosas clínicas privadas de la región, tal es el caso del funcionamiento del hospital del Seguro Social en sus primeros años, donde la asepsia, la atención del personal: médicos, enfermeras, camilleros y hasta el personal de la limpieza, trabajaban de manera impecable, y los pacientes salían de allí, con los medicamentos prescritos.
Además de esto, el estamento gubernamental estableció que, con 740 cotizaciones al Seguro Social Obligatorio, se tenía derecho a una pensión digna.
¿Qué se puede adquirir con ella?
Sin embargo, la resiliencia que caracteriza a los venezolanos nos hace mantenernos firmes en la fe, seguiremos reinventándonos para hacer que el país, como el Ave Fénix, resurja de entre sus cenizas.
Existió un político probo que popularizó la frase…
“Valor y… ¡Pa´lante!”
Maximiliano Pérez Apóstol