Esta semana se nos habla de Pastores. Y también de pastores, porque pastor es todo el que tiene a su cargo un rebaño, por más pequeño que sea.
Pastor es el Obispo de una Diócesis. Pero, pastores son también el padre y la madre de familia. Y el maestro en una escuela. Y el jefe de una oficina. Y, muy especialmente, el gobernante de una nación.
Y a través del Profeta Jeremías (Jer. 23, 1-6), Dios se muestra muy severo con los malos pastores: “Ustedes han rechazado y dispersado a mis ovejas y no las han cuidado. Yo me encargaré de castigar las malas acciones de ustedes”. Bien fuerte, ¿no? A prepararse los malos pastores con lo que les caerá. Sean padres o madres. Maestros o jefes de oficina. Obispos
o gobernantes.
“El Señor es mi Pastor, nada me falta”, cantamos en el Salmo 22, favorito de muchos. Y es así, porque con Cristo nada nos falta. Y, aunque pasemos momentos difíciles y oscuros, nada hay que temer, porque Él va guiándonos y apaciguándonos.
Jesús es el Buen Pastor. Y a sus Pastores y pastores los invita con Él “a un lugar solitario, para que descansen un poco” (Mc. 6, 30-34).
Y ¡ojo! que eso no es sólo para los Obispos, Sacerdotes y Monjas. Porque… es que todos somos pastores, seamos padres, maestros, jefes, gobernantes… Cristo nos ha encargado llevar la Palabra de Dios a todo el que pueda recibirla.
Pero… ¿Dónde vamos a encontrar los pastores de hoy ese lugar solitario para descansar un poco? ¿Dónde? En la oración. Esos lugares son todos aquellos momentos en que el Señor nos llama a orar y a estar con Él a solas para descansar en Él y para dejarnos instruir por Él.
En efecto, no puede nadie cuidar del rebaño que tiene a su cargo sin esos momentos de intimidad con Jesús, en los que nos renovamos física, emocional y espiritualmente. No puede haber un verdadero y eficaz cuido del rebaño sin esos momentos de silencio en los que profundizamos la Palabra de Dios, para irla internalizando y haciéndola vida en nosotros. Sólo así podremos comunicarla a los que quieran escuchar.
El Señor nos quiere enseñar. El Señor nos quiere hacer descansar. El Señor nos quiere preparar. ¿Cómo quiere hacerlo? Sobre todo en la oración. En la oración de recogimiento. En la oración en soledad.
Aprovechemos al Señor en esos momentos, para luego poder comunicar lo recibido a los demás. Así podremos cuidar el rebaño, cualquiera que sea el que nos hayan asignado.
Isabel Vidal de Tenreiro
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