«La vida es como el ajedrez, cada decisión que tomas es una jugada que define tu futuro»
(T. Petrosian)
Las ganancias o las pérdidas, la siembra o la fortuna, el hacer o no hacer, creer en la suerte o el destino, en la astucia o en la inteligencia, sea que gane el rey o que gane el peón, la vida depende de cómo juguemos, de cómo la enfrentamos, de la pericia o habilidad con que contemos y de conocer el juego teniendo la suficiente habilidad mental para mover las piezas sobre el terreno de la vida.
¿Quién gana? Gana quien no se rinde ni abandona la lucha. La vida como el ajedrez es una competencia a la que todos estamos invitados a jugar y depende el resultado de la inteligencia, de las estrategias y tácticas con que contemos para ganar. Un mal movimiento o una mala jugada podrá echarnos abajo el mejor momento.
Para los optimistas vivir es un privilegio, una ganancia; para los pesimistas todos somos perdedores, unos por carta de más y otros por carta de menos.
El tiempo es oro, los ‘quisiera’ o los ‘hubiera’ de nada sirven cuando se decide dar la batalla y jugar ya viejos, tiempo en el que ya no es momento de jugar, de actuar, de aprender, ni de enseñar… Para mantener la vida en avance y sostenerla, humanos y animales deben enfrentar sus propias batallas. El tiempo es un roedor, si no se toman medidas en los difíciles momentos ni se decide actuar, nunca se sabrá lo que es vencer. Nadie gana una partida abandonándola o ignorándola…
En el terreno de la vida como en el tablero del ajedrez todos contamos con un tiempo predeterminado. Nos pasamos la vida jugando contra otros, cuyo objetivo es darles ¡jaque mate! Tal vez al final de la vida en nuestra última jugada contra la muerte, no podremos darle un apretón de manos, pero si podremos agradecerle por habernos permitido tener fuerzas para enfrentar el juego y demostrarnos a nosotros mismos, lo honorable que es poder jugar hasta el final, incluido el momento en el que la muerte nos da ¡¡jaque mate!!
Somos prisioneros de un destino que nos maneja a su antojo, nos frena, nos encadena y nos vive retando a que juguemos con él y en el momento más interesante cuando estamos más entusiasmados jugando con él, nos pone en el tren que lleva al infinito sin boleto de regreso…
Omar Layam compara el tablero del ajedrez compuesto de recuadros negros y blancos con la noche y el día. Según él, la vida misma puede ser también un juego en el que o bien tomamos las decisiones, o bien dejamos que los demás nos muevan como piezas de ajedrez…
La vida es, o jugamos y damos la batalla o nos retiramos sin haberlo intentado.
Los luchadores son los que permanecen vivos y dispuestos a dar la pelea, los sin espíritu de lucha están muertos antes de morir…
Amanda Niño de Victoria