Barcelona y sus alrededores en el noreste de España están restringiendo las actividades públicas nuevamente para frenar un brote de la variante delta del coronavirus, el cual se propaga de manera desenfrenada entre jóvenes no vacunados y pone bajo presión a los hospitales.
Las autoridades regionales en Cataluña aguardan la autorización de un juez para volver a imponer un toque de queda nocturno como parte de la campaña para desalentar los encuentros sociales en que se propaga el virus.
El toque de queda afectaría a poblaciones de más de 5.000 habitantes con una tasa de contagio que supere los 400 por cada 100.000 habitantes durante 14 días.
La variante delta, altamente contagiosa, está provocando un aumento de casos en España y otros países de Europa en que las campañas de vacunación están en marcha y se cuenta con buenos sistemas de salud pública. Pero Cataluña duplica el promedio español de índices de contagios, con más de 1.000 casos por cada 100.000 habitantes a lo largo de 14 días.
El secretario de Salud Pública, Josep Maria Argimon, catalogó la situación como “muy mala”, con más de 8.000 casos nuevos reportados diariamente de manera oficial en la región de 7,5 millones de habitantes. Cataluña es actualmente una de las zonas más afectadas de Europa; de acuerdo con el Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades, la situación solo es más grave en Chipre, una nación isla en el Mediterráneo.
Las autoridades catalanas anunciaron que los días de descanso para los trabajadores del sector salud serán cancelados para este fin de semana, debido a que se espera que el número de camas ocupadas por pacientes de COVID-19 en las unidades de cuidados intensivos rebase las 300, en comparación con las 237 del miércoles.
Las escenas de juergas se multiplicaron en muchas ciudades españolas desde que el gobierno levantó a inicios de mayo un toque de queda nocturno que había regido por seis meses. Con ello, el gobierno había esperado dar cierto alivio a los negocios y enviar al extranjero el mensaje de que el país estaba abierto de nuevo para la temporada veraniega de turismo, de importancia crucial para su economía.
En ese momento, la tasa de casos nuevos en España había caído por debajo de 200 por cada 100.000 habitantes en un periodo de 14 días. Dos meses después, ha superado los 450 y va en aumento. Los contagios entre los adultos jóvenes catalanes son particularmente preocupantes; el grupo de edad de 20 a 29 años registra una tasa para 14 días de más de 3.300 contagios por cada 100.000 habitantes.
“Todo comenzó con el fin de la escuela, que era un lugar seguro donde las medidas sanitarias funcionaban bien. Y entonces vimos una serie de viajes de los estudiantes para festejar el fin del año escolar y así comenzó”, dijo la secretaria de Salud catalana, Carmen Cabezas. “Eso, combinado con el arribo de la variante delta… fue la tormenta perfecta”.
Las autoridades de Cataluña están implementando varias medidas para combatir el brote. Las unidades móviles de vacunación están atendiendo zonas con bajos índices de inoculación. El gobierno empezará a ofrecer pruebas gratuitas de antígeno a padres de menores de entre 10 y 16 años que se encuentren en campamentos de verano. En Sitges, una localidad costera exclusiva, las autoridades están usando drones para supervisar el nivel de ocupación de sus playas.
Pero más que nada, el gobierno español cuenta con que sus adultos jóvenes se vacunen. Después de ir cubriendo meticulosamente a los grupos de edades de mayor a menor, personal de salud abrió recientemente los periodos de vacunación para toda aquella población mayor a los 16 años.