La administración de Maduro debe ser más preciso en cuanto a los sucesos en la Cota 905, El Cementerio, La Vega y otras barriadas de Caracas, de acuerdo con el criterio expresado por el coordinador nacional de la UPP89, Reinaldo Quijada, al fijar la posición de esta organización en torno al tema.
Estima que dirigente político que el régimen debe explicar qué pasó con las zonas de paz, los contactos de altos funcionarios del gobierno con líderes negativos de bandas criminales para lograr su pacificación y el desarme de sus integrantes. Explicar cómo algunas de esas bandas, según la información gubernamental, pasan de la delincuencia común a acciones terroristas para generar caos y desestabilización, desatar una guerra civil e intentar asaltar ilegalmente al palacio de Miraflores.
“Todo esto es muy incongruente, señala Quijada, por decir lo menos. Inverosímil o absurdo. Es difícil imaginar a los gobiernos de Estados Unidos o Colombia, la CIA, la oligarquía colombiana o sectores de la oposición venezolana utilizando el brazo armado de bandas criminales para desestabilizar el país y apropiarse del poder. No hay consistencia alguna. Estaríamos hablando, según la información de prensa, de unas bandas del hampa común, encabezadas por El Koki y El Vampi, conformadas por 250 integrantes, con alianzas, en barrios vecinos, que suman 600 delincuentes, más un grupo indeterminado de mercenarios colombianos, enfrentando a la Fuerza Armada Bolivariana de 210.000 efectivos, la Policía Nacional Bolivariana de 35.000 funcionarios, más otros cuerpos de seguridad del estado, como la FAES, SEBIN, DGCIM, CICPC, entre otros que suman otros 5.000 hombres. Sin medir los inmensamente superiores y variados pertrechos de armas y municiones de las fuerzas oficiales. Hay una absoluta desproporción de intensidades que hace incoherente cualquier explicación”, expone Quijada para sustentar su posición.
Expresa que la operación Gedeón fue ciertamente real, los hechos fueron concluyentes, “aunque en esa oportunidad pusimos en duda su alcance y sus implicaciones nacionales e internacionales. Nos pareció más bien una aventura individual y egocéntrica de un reducido número de extremistas violentos y enfermos de ambición de poder y dinero, que una acción planificada, con múltiples y diversos involucrados. La operación “Gran Cacique Indio Guaicaipuro” no podríamos, de igual manera, ni siquiera calificarla de aventura, de ésta ser cierta, sino que habría que describirla como una locura delirante o sideral, nunca antes vista. Por eso, las declaraciones del Presidente de la Asamblea Nacional, Jorge Rodríguez y del propio Presidente Maduro, no nos parecen convincentes y dejan muchas dudas sobre las acusaciones contra Freddy Guevara y otros voceros de la oposición”.
Considera Quijada que es necesario, en cualquier caso, que el gobierno suministre más información y que contextualice todo lo que fue la acción gubernamental en torno a las zonas de paz y a los procesos de pacificación y desarme de la delincuencia común, una parte de ella devenida ahora, según las fuentes oficiales, en terrorista, al servicio de intereses foráneos, precisó Quijada.