La situación en el oeste de la capital del país no podría ser aún más dramática. Esta zona de Caracas no solo se ve afectada por los problemas estructurales causados por el régimen, como las fallas en los servicios o la hiperinflación, sino que también enfrenta un grave problema de inseguridad que mantiene en zozobra a los caraqueños. Durante estas dos últimas décadas hemos sido testigo de cómo la criminalidad en la ciudad ha empeorado progresivamente. La impunidad es el pan de cada día, mientras los ciudadanos se ven sumergidos en una espiral de violencia que no para de crecer.
Una vez más el principal responsable de esta tétrica situación es el régimen, quien con su mala gestión ha creado un caldo de cultivo que solo ha empeorado la criminalidad y encrudecido la pobreza, además de conseguir que la población le tema a las fuerzas del Estado -tanto o incluso más- que a los antisociales. La modificación de las fuerzas de seguridad logró transformarlas en su maquinaria para reprimir a la población, incrementando la corrupción y la impunidad.
No es casualidad que los antisociales se apoderaran de diferentes zonas de la capital. Durante varios años, se han unificado las bandas criminales al oeste de Caracas, por lo que tantas parroquias se encuentran bajo su constante asedio. Ante este escenario, el régimen hizo la vista gorda, ignorando esta problemática que afecta a millones de venezolanos. Crearon las conocidas “zonas de paz” que resultaron ser una forma más para evitar combatir el problema estructural de la delincuencia y han favorecieron la organización de megabandas al oeste de la ciudad.
Estos últimos meses la violencia en estas parroquias de la Capital está totalmente desbordada. Permitieron que la criminalidad escalara y ahora los efectivos policiales se ven impotentes ante la organización y armamento de las bandas de delincuentes. El resultado es lamentable, porque son los vecinos quienes más sufren entre los tiroteos y las explosiones, haciendo imposible vivir en tranquilidad en estas zonas de guerra.
Como de costumbre, el régimen busca negar su responsabilidad en esta pesadilla creando historias sobre una oposición que patrocina criminales, cuando la realidad es innegable: esta pesadilla fue propiciada por ellos. Sus mentiras no confunden a nadie, el régimen es el único culpable de la terrible situación que afrontamos y en lugar de trampas y excusas, el país necesita soluciones reales.
La delincuencia y el hampa deben parar ya. Nadie merece vivir bajo esta incertidumbre. Son demasiados los inocentes fallecidos por culpa de estos enfrentamientos, dejando familias rotas y un indescriptible dolor. Sus muertes nunca debieron ocurrir y nadie merece vivir encerrado en sus casas temiendo lo peor.
Nuestra lucha por la democracia es para que esto nunca más vuelva a ocurrir, y no solo los caraqueños, sino todos los venezolanos, podamos vivir en un país seguro, donde nadie tenga que huir ni temer por su vida. Solo el cambio político puede acabar con tantos años de malas decisiones que no han conducido a ningún buen resultado.
Stalin González