Los pintores que hicieron vida en la primera mitad del siglo XX pasado son los descubridores de la particularidad de la luz y su color azul gris en la localidad, siendo su principal protagonista Rafael Monasterios. Estos artistas plásticos convierten en arte ese fenómeno atmosférico sin repetición en el resto del país. Su origen radica en la luminosidad del sol tropical y los rasgos de esta tierra larense. Es así como este arte se ha arraigado hasta la actual era de la globalización en que la variedad del arte sigue gravitando la vida del hombre.
A partir de 1936 con la fundación de la escuela de Artes Plásticas el hecho atmosférico–climática será abordado en las clases de la EAP por Monasterios lo cual en lo sucesivo proseguirán otros docentes y alumnos.
Antes de 1936 lo harán los artistas autodidactos, entre otros Pablo Suárez. Los principales maestros del paisajismo larense se sembraron en las nuevas generaciones a través del aula en la Escuela de Artes Plásticas Martín Tovar y Tovar. De esa forma Rafael Monasterios, José Requena y Trino Orozco tienen sus mejores sucesores en varios artistas cultores de esta corriente pictórica. Cada uno con sus particulares técnicas y estilos.
Por lo tanto tenemos dos vertientes, a saber: la de los autodidactos levantados en la práctica y estudios por cuenta propia y la de los academicistas provistos de teoría formados en el seno de la EAPMTT.
Algunos oficiantes
Pablo Suárez es un pintor autodidacto echado al olvido, pero creador de una obra en la que destacan unos atractivos paisajes y estampas costumbristas. Era habitante del sector de La Estación detrás de la iglesia Catedral donde se le observaba diariamente dedicado a su labor artística.
José “Che” María Giménez es discípulo de Rafael Monasterios entre 1936 y 1941. Se le considera un exponente del paisajismo larense en que apela a los colores tenues y la exaltación de lo vernáculo.
Arístides Arenas pertenece a la primera camada de la Escuela de Artes Plástica. También era morador de La Estación en la carrera 29 entre 32 y 33. Le sobrevive el músico y educador Julián Arenas, director del Grupo Cultural Trébol.
En la Escuela de Artes Plásticas Martín Tovar y Tovar de los años 50 nos encontramos con paisajistas formados bajo la égida de José Requena, entre algunos tenemos a: Sócrates Escalona, José Antonio Dávila, Juvenal Ravelo, Jorge Arteaga, Luis José González, Gregorio Camacho, Crisójeno Araujo, Hugo Daza.
Otro que sobresale es Enrique González con meritoria obra, y docente de la EAPMTT en la década de 1960. González es autor de un excelente cuadro sobre el mercado de El Manteco que titula “El Manteco de Barquisimeto” en los años 30 y 40 del siglo pasado. En el mismo muestra acertadamente su agitada y medieval ambiente de intercambio comercial de diversos productos agropecuarios. Su cielo por cierto es similar al de Monasterios.
Jorge Arteaga es un excelente paisajista con un esplendoroso colorido en sus obras. Usa un seductor color rosado en las mismas provistas de una expresiva belleza. En diciembre de 2016 realizó en el Museo de Barquisimeto una exposición antológica con unas 200 obras. Es igualmente un reputado muralista.
Gregorio Camacho se formó académicamente en los años 50 en la EAPMTT para sobresalir como un maestro del paisajismo con la particularidad de previamente retratar el motivo. Camacho se pronuncia sobre todo por los colores fuertes del amarillo y rojo en sus paisajes barquisimetanos. Residenciado en Caracas fue catalogado como “el pintor de la ciudad” capital. Es autor de una pertinente obra plástica.
José A. Sanabria, un pintor autodidacto y popular en la línea del paisaje confesional ganador del VIII Salón de Artes Visuales Divina Pastora 2014.
Nuevo paisajismo
Transcurridos más de 30 años de preeminencia de esta expresión pictórica surgen nuevas búsquedas de sus artistas. Es un arte que se mueve y crece. Es lo que se denomina nuevo paisajismo larense con renovadas propuestas.
El paisajismo es un hecho humano y cultural sujeto a transformaciones las cuales son inevitables. Las nuevas condiciones materiales del ambiente donde discurre así lo imponen entre otras el desarrollo poblacional y de la infraestructura traída por la modernización de la Venezuela contemporánea. La posmodernidad nos trajo una ciudad cosmopolita. La historia y el arte son además dinámicos y en permanente rehacerse.
Con posterioridad sobresalen otros valores de esta corriente con renovada frescura en sus concepciones y teorías artísticas, pero con la constante de una geografía en mutación. Estos incorporan novedades en la forma y contenido, entre éstas la manifestación e incidencia de la atmósfera en la obra, como sucede en las brumas expuestas por Armando Villalón. Entre las corrientes resaltantes tenemos el expresionismo en que el creador rehace a su manera de pensar el tema.
- Ramón Chirinos, abocado a la defensa permanente del medio ambiente desde su rica paleta de la que se desprenden colores fríos como el ceniza y blanco.
- Alirio Echeverría, autodefinido como un simbolista expone unos paisajes cuyo centro es el hombre y en otros la tierra xerófila de su lar nativo Bobare con una marcada textura.
- Armando Villalón con la frescura y sosiego de las brumas del Valle del Turbio que ha desarrollado con persistencia, disciplina, coherencia y estudio. Es parte de lo novedoso en esta escuela pictórica en constante evolución.
- José Boraure, un paisajista heterodoxo por la notable presencia del arte contemporáneo en sus excelentes producciones que lindan en la perfección de las imágenes. Una inesperada enfermedad lo aparta a temprana edad de este mundo de los humanos. Era hijo del publicista José Boraure, participante en la lucha guerrillera de los años 60 del siglo pasado.
- Ramón Lizardi con unos impecables paisajes los cuales seducen por su belleza que emana de una acertada pigmentación.
- Antonio Pavón es un versátil dibujante algunas de cuyas obras destilan una atmosfera tenue devenido del color verde oscuro. Pero evidencia en las mismas un indiscutible valor estético.
Entre los expresionistas de las nuevas generaciones tenemos al caroreño Víctor Salazar, quien subjetivamente reinventa esos espacios geográficos contemplados sobre todo entre Carora y Barquisimeto. Salazar se caracteriza por el acentuado uso de los colores fríos blanco y rosado producto de su libre imaginación. Todos guardan fidelidad a esta corriente plástica con una variedad de obras.
El vapuleo
Esta corriente pictórica sufre un fuerte cuestionamiento en 1967 cuando en el seno de la EAPMTT estalla un conflicto protagonizado por sus estudiantes. Estos exigían cambios en los métodos de estudio y contenidos didácticos impartidos en su seno, entre estos el del academicismo uno de cuyos componentes es el paisajismo. Eran los momentos de los inevitables cambios y la llegada de lo nuevo. No obstante, el paisajismo sigue siendo cultivado en la región por destacados seguidores con aceptación del público, mercado y crítica.
Este es el grato disfrute del paisajismo larense, la perpetuación de un momento único y temporal que nos brinda la naturaleza Un hecho artístico visualizado y plasmado por talentosos creadores pictóricos impulsores y continuadores de esta corriente de la plástica regional.