Los caroreños sufren el doble ante la pérdida de un ser querido, primero por la muerte que en sí misma causa profundo dolor entre los parientes y en segundo lugar por vivir condenados después del entierro a regresar a las tumbas con la amenaza de ser atracados.
El cementerio ubicado en la vía que conduce a la población de Aregue es el más peligroso de visitar por encontrarse fuera de la ciudad, en un paraje solitario y sin vigilancia que ha facilitado la presencia de antisociales que se mantienen al acecho.
Al no haber más disponibilidad para nuevas sepulturas en el cementerio de la avenida 14 de Febrero, este por ser más nuevo ha sido en los últimos años usado para el traslado de los fallecidos hasta su última morada, pero hasta ahora las autoridades municipales no lo han dotado de un dispositivo que garantice la seguridad de los visitantes, en virtud del cual varias son las personas atracadas a mano armada.
Aunque no hay un día específico, son principalmente los fines de semana que se incrementan los hechos delictivos por la afluencia de personas que van a visitar a sus seres queridos.
Hace poco tiempo fue desvalijada la capilla en este campo santo cuando desconocidos cargaron con bancos, equipos de sonido y hasta el tejado lo desmantelaron, dejando sin la casa de Dios a los deudos para orar o reponerse espiritualmente.
La competencia directa por ley la tienen las alcaldías para el mantenimiento, cuido y resguardo de estos espacios, sin embargo, en el municipio Torres el descuido ha sido evidente.
