“El que se queda tiene más vida, el que se va mas camino»
Claudio Claudiano
Así es la vida, unos se quedan otros se van. Apegarse es perder, al contrario, desapegarse es ganar la oportunidad de ser uno mismo. Vivimos apegados a muchas cosas. Pareciera que nacimos solo para estar destinados a vivir por siempre encadenados a algo o a alguien.
Vivimos de aquí para allá siempre aferrados a esas cosas que nos esclavizan, nos controlan y no nos dan respiro: casa, trabajo, dinero, codicia, pareja, dependencia, familia etc. Muchos de nosotros siempre estamos ansiando tener algo distinto, algo nuevo, otro sueño, otro camino, descansar, viajar, cambiar, vivir; otros se pierden dentro de sus propias comodidades y se estancan llevando una vida simplona y apática, desperdiciando de esta manera el tiempo y las oportunidades de la juventud que no se aparecen sino una vez en la vida…
No es fácil dar el primer paso para irse del hogar, dulce hogar, dejarlo todo y caminar hacia el abierto horizonte, hacia sus alboradas, libertades y oportunidades. Tal vez no logren quienes emigran lo que esperaban encontrar fuera, posiblemente no regresen a la casa, a la patria ni vuelvan a ver a aquellos afectos que dejaron atrás; atreverse a buscar otro camino es la sabia decisión que ha llevado muchos jóvenes a conquistar metas nunca soñadas. Lo que se debe perseguir no es atarse a algo o a alguien, desapegarse para buscar otro rumbo, posiblemente para quien lo haga se convierta en el primer trago de libertad que en años haya probado…
El péndulo del tiempo no se detiene. A cada uno toca desapegarse o seguir amarrado a eso a lo que ha estado acostumbrado a hacer siempre, sin variar. Nos atamos a los demás con el imán más fuerte y difícil de desprender. Gracias a esos afectos se pierde la capacidad de decidir por sí mismo.
Como familia ojalá todos lográramos entender que la independencia intensifica y estrecha el amor incondicional, ojalá aprendiéramos que el amor se da, no se apodera uno de él. Todos necesitamos un espacio para ser nosotros, hacer nosotros y decidir nosotros.
Gran defecto es atarse a las ideas y a la razón personal que sumerge el hombre en una paranoia que lo aísla de la familia, de los amigos y del gremio mismo al que pertenece. Se atan los arrogantes al triunfo y al poder que los convierte en petulantes y ególatras, atados a la idea de que son inmutables, únicos…
«Si miramos el objeto de nuestro apego con humildad, comprenderemos que no es ese el objeto de nuestro apego, que no es ese el objeto que nos hace sufrir, sino el modo en que a él nos aferramos»
Matthieu Richard
Amanda Niño de Victoria