La CIGB-66, mejor conocido como Abdala, es uno de los candidatos vacunales de Cuba y es desarrollado por el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (Cigb), ubicado en La Habana.
Es uno de los 29 candidatos a vacunas de subunidad proteica que se encuentran en fase de ensayos clínicos a nivel global, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre los que destacan los desarrollados por Novavax y Sanofi Pasteur/GSK.
Abdala utiliza la proteína S, esa parte es la que se une al receptor celular ACE2 y se conoce en inglés como el Receptor Binding Domain (RBD).
Expertos indican que esta área (RBD) es importante para inducir anticuerpos neutralizantes, pero aún no está claro si, para defenderse contra el coronavirus, es suficiente con atacarla sin tomar en cuenta la raíz de la proteína S.
La desconfianza que surge con la candidata cubana es que de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, para que un producto pueda ser considerado vacuna y entre a fase de producción, deben presentarse los estudios y resultados en sus tres diferentes fases.
Hasta ahora los únicos que han “aprobado y comprobado” la efectividad de Abdala han sido autoridades cubanas y por medio de Twitter.
No se han publicado pruebas o resultados de las fases a organismos o sus pares internacionales.
Su aplicación en Venezuela será en forma de ensayos médicos, es decir, aún no es vacuna ni se tiene certeza de que sea efectiva contra la COVID-19.