“Siento que los peligros, la soledad y un futuro incierto no son males abrumadores mientras el cuerpo esté sano y las facultades en uso y, sobre todo, mientras la Libertad nos preste sus alas y la esperanza nos guie con su estrella.”
CHARLOTTE BRONTË(21-04- 1816/31-03-1855).
Charlotte Brontë fue una novelista inglesa, hermana de las también escritoras Anne y Emily Brontë.
La incertidumbre se refiere a anomalías epistémicas (rama de la filosofía que estudia el conocimiento científico, su naturaleza, posibilidad, alcance y fundamento) que implican información imperfecta o desconocida. Se aplica a las predicciones de eventos futuros, a las mediciones físicas que ya se han realizado o a lo desconocido. La incertidumbre surge en entornos parcialmente observables y / o estocásticos (sistema cuyo comportamiento intrínseco es no determinista), así como debido a la ignorancia, la indolencia o ambas.
Surge en cualquier número de campos incluyendo los seguros, filosofía, física, estadística, economía, finanzas, psicología, ingeniería, metrología, meteorología, ecología, ciencias de la información y, en Venezuela, es característica preponderante, en la política, e influye determinantemente en la producción y productividad del país, en la actividad agrícola, comercial e industrial, en lo social, y hasta en las relaciones interpersonales.
Es la falta de certeza, un estado de conocimiento limitado donde es imposible describir exactamente el estado existente, un resultado futuro o más de un resultado posible.
Falta de seguridad, de confianza o de certeza sobre algo, especialmente cuando crea inquietud.
Incertidumbre es una expresión que manifiesta el grado de desconocimiento acerca de una condición futura, pudiendo implicar una previsibilidad imperfecta de los hechos, es decir, un evento en el que no se conoce la probabilidad de que ocurra determina situación.
Fuente: Wikipedia.
La incertidumbre ocasiona daños colaterales que en muchas oportunidades son irreversibles. Las continuas incertidumbres en asuntos cotidianos determinan destructivamente la calidad de vida de los venezolanos: ¿Recolectaran la basura? ¿Tendremos cortes eléctricos y a qué hora? ¿Me arriesgaré a utilizar el ascensor? ¿Conseguiré y podré pagar los alimentos y las medicinas que necesito? Tengo una semana sin agua ¿Llegará hoy? ¿Lograré comprar la bombona de gas para cocinar? ¿Podré conseguir leña? ¿Conseguiré gas, gasolina o gasoil, para el automóvil que necesito utilizar para llevar los medicamentos a mis padres y, para los equipos y maquinarias que utilizo para trabajar? ¿Se cortará el Internet o podré comunicarme con mi hijo que está en Australia, para decirle que se me terminaron las medicinas para el corazón y no tengo con qué comprarlas? ¿Podrá mi hijo realizar su investigación en la Web y cumplir con el trabajo impuesto por el profesor? ¿Cómo estarán mis hijos, el que vive en Argentina, el que está en Canadá y el que se fue a China?
¿Qué pasará si enfermamos de COVID-19?
¡NO! No es una película de Alfred Hitchcock (¿Recuerdan al director número uno del cine de suspenso?) Esto que describo se ha convertido en la vida cotidiana de muchos ciudadanos venezolanos, quienes, mientras son más probos, más sufren de estos embates, puesto que tengo la seguridad que existen “personas” a quienes no les ha faltado ninguno de estos servicios. Ni sufren de la ausencia de medicinas y/o de alimentos, por el contrario, salen en las redes deleitándose en los mejores restaurantes del mundo; aquellos que detentan inmensas fortunas de dinero, logradas en breve tiempo, y que no tienen justificación contable legal.
La esperanza nos guiará hacía las alas de la Libertad, donde podamos ser dueños de nuestro destino, donde nuestro bienestar social sea producto de nuestro trabajo, del esfuerzo, tesón y de la perseverancia que nos conduzca a la validez de la meritocracia, en la paz que imponga el Estamento Legal, nacional e internacional vigente, sin manipulación ni ambigüedades, bajo el respeto del espíritu, propósito y razón del legislador probo, expreso en la Constitución Nacional, las leyes y reglamentos de la República.
Maximiliano Pérez Apóstol