Caracas, el imponente valle rodeado por la majestuosidad del Ávila, un lugar bendecido con hermosos atardeceres. Una urbe con gran historia, que hace más de dos siglos fue un ejemplo para el resto de Latinoamérica al luchar contra la opresión y exigir la independencia. Sus calles empapadas por innumerables historias han albergado a venezolanos ilustres y han servido de hogar para millones de venezolanos. Capital de nuestro país, una ciudad imponente, que hoy agoniza por culpa de la corrupción de unos pocos que se aferran al poder.
Es lamentable tener que admitir que la que fuera una ciudad solemne, hoy se encuentra entre las 10 peores ciudades del mundo para vivir, de acuerdo con el ranking que elabora anualmente la Unidad de Inteligencia del medio británico The Economist. La cruda realidad ha transformado de a poco a Caracas, mientras la miseria ha mermado sus calles y el sufrimiento marca a los caraqueños en su vida cotidiana. Ya no existen alegrías, solo tragedias e injusticias. Una ciudad que hace unas décadas recibía con los brazos abiertos a los migrantes de la región y de Europa, hoy sufre la perdida de los venezolanos que la abandonan para migrar a otros países en busca de las oportunidades que no encontraron aquí.
El régimen, por su parte, responsable de la decadencia de nuestra capital, se ha dedicado estas últimas semanas a crear una campaña para “embellecer a Caracas”, que no es más que otro de sus innumerables engaños. Han descuidado a la ciudad durante años, llevándola a un abismo, y ahora pretenden solucionar con pintura gris los grandes males que afrontan los caraqueños a diario. Pero no nos vamos a dejar engañar, conocemos la realidad. Las fallas en los servicios, la inseguridad y los salarios de miseria son algunos de los problemas con los que lidian quienes viven en la capital, eso no se arregla solo con cambiar la fachada de las calles.
No obstante, sin importar las dificultades ni las amenazas, los caraqueños nunca nos cansaremos de luchar por nuestra amada ciudad. En cada uno de nosotros se encuentra el deseo de la libertad y la democracia. Ya basta de la corrupción, de la inseguridad, de las incontables necesidades y dificultades diarias. Estoy seguro de que al igual que hace más de dos siglos, volveremos a derrotar a la tiranía que nos oprime y seremos aquella gran ciudad que se menciona en nuestro himno nacional, una digna capital.
El trabajo para recuperar la democracia y nuestra libertad es también para que Caracas sea nuevamente una ciudad prospera y ejemplar. Queremos hacer de nuestra amada ciudad un mejor hogar, donde todos puedan gozar de calidad de vida y oportunidades. Todo nuestro esfuerzo es para que mejores tiempos la perfumen de alegría.
Stalin González