El proceso de destrucción integral de Venezuela continúa. Avanzará mientras permitamos que el régimen responsable del desastre continúe. Recordemos cosas dichas muchas veces pero no pierden vigencia. Los países nunca tocan fondo. Siempre pueden estar un poco peor. Se trata del más terrible fracaso de que tenga memoria el continente americano. Veintidós años de socialismo del siglo XXI han sido más que suficientes para empantanar toda la vida pública. Desde sus comienzos hubo un notable esfuerzo para desprestigiar a la izquierda democrática hoy tanto o más enredada que el resto.
La lucha democrática de hoy está centrada en lograr el “cese de la usurpación”. Necesariamente empieza con la salida de Maduro. Sin embargo, no podemos olvidar la enorme responsabilidad originaria de Hugo Chávez con relación a lo que sucede. Repasando algunos discursos y decretos del difunto nos impresiona el silencio opositor y la poca capacidad de respuesta frente a las causas para evitar lo que progresivamente hemos estado viviendo. Pero no podemos agotarnos en repasar lo que no tiene remedio. Centremos nuestra atención en el presente con miras al futuro inmediato.
En esta etapa evitemos cometer los mismos errores del pasado reciente. Todos los esfuerzos tienen que estar dirigidos contra el objetivo claro que es el régimen encabezado por Nicolás Maduro. Es absurdo pretender acciones decisivas siendo prisioneros del electoralismo y de las pequeñas o grandes ambiciones personalistas o de grupo. A los amigos que promueven acciones como la convocatoria a un referendo revocatorio, les pido una dosis de cordura. Esa iniciativa puede servir o no servir, pero que sea lo primero o lo segundo es cuestión de azar y depende en grado importante del adversario. En el fondo es una marcha atrás que significa legitimar al dictador y a los poderes confiscados durante estos años.
El régimen sabe que la cuenta regresiva está en marcha. Aunque algunos piensen lo contrario adquiere pleno valor aquella vieja frase según la cual “lo bueno que tiene la cosa es lo mala que se está poniendo”.
De esto no saldremos por las buenas. Hay vías e instrumentos para lograrlo, pero no sucederá hasta que definamos una ruta y trabajemos para lograrlo. Simultáneamente debemos ocuparnos de los problemas concretos que afectan al ciudadano común y a su familia. Es insólito que a estas alturas se mantenga la incertidumbre sobre el proceso de vacunación. De acuerdo a las instituciones académicas y profesionales de la materia no son ciertas las cifras que ofrece el régimen. Tampoco son creíbles las declaraciones de voceros oficiales. Ya uno no sabe si se trata de incompetencia o de calculadas omisiones para ganar tiempo, mantener al país encerrado, prácticamente paralizado y continuar como hasta ahora. Es una mezcla de todo.
Oswaldo Álvarez Paz
@osalpaz
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