“Si no hay comida cuando se tiene hambre, si no hay medicamentos cuando se está enfermo, si hay ignorancia y no se respetan los derechos elementales de la persona, la democracia es una cascara vacía, aunque los ciudadanos voten y tengan parlamento”
Nelson Mandela.
(Discurso de Ushuaia, 1998)
¿Estás claro en que, por ahora, la vivienda que habitas no es tuya?
Presuntamente eres tan solo un “pisatario” de ese apartamento o casa, puesto que es el Estado el verdadero dueño. Por lo tanto, cuando así lo decida el Estado, tendrás que abandonarla, o quizá cuando creas que se lo puedes dejar a tus hijos, venga el Estado y diga que no, que es para otro. Y…
¿Quién es concretamente el Estado?
Pues, nada menos y nada más que ese líder que logró aglutinar los poderes públicos en su mano (poder ejecutivo, legislativo, judicial, militar y de medios públicos y masivos), por lo que queda a su real antojo quién merece, y quién no, tener vivienda, comida, energía eléctrica, agua potable, sistema de salud, transporte, combustibles, etc. Supuestamente, el Estado en cada país debe ser una franquicia de un movimiento internacional. Presuntamente, esa… es la esencia del comunismo, utilizando al socialismo y manejándolo de forma populista, que llama “dictadura del proletariado” a ese control absoluto del Estado en manos de un solo líder o a lo sumo un triunvirato. Así ocurrió en 46 países que intentaron, desde comienzos del siglo pasado, convertir el sueño Marxiano en realidad concreta. El fracaso rotundo en todos los países dónde se intentó la realización de tales fantasías de Carlos Marx, demuestran que falta mucha información acerca de cómo procedemos los hombres cuando intentamos conducir masas hacia una evolución cada vez más cómoda y feliz. Eso dio origen a formas más realistas y posibles, como el socialismo democrático que hoy se expande por el mundo, suavizando lo que Marx llamó “capitalismo”, al darle un mayor calor humano.
Todos estos experimentos sociales han conducido al crecimiento desmesurado de la corrupción, las caídas en la producción, el aumento de la delincuencia, incluso promovida y ejercida por, algunas personas, quienes son afines al Estado, resultando en crisis económicas y sociales terribles. En muchas oportunidades, el pueblo venezolano ha reaccionado depositando su confianza en sectores de la oposición, como órganos líderes democráticos y abiertos a una nueva forma de manejar los poderes signados para administrar correctamente los recursos del país.
Todos esperamos que, la cordura, la mesura, la buena intención y la probidad reinen en un clima de verdadera democracia, donde el gobierno administre los recursos del país y la oposición vigile controladoramente el desempeño adecuado de los “gobernantes”, ya que los seres humanos cuando olemos el poder tendemos a enloquecer…
“Lo que Marx, Stalin, Hitler y algunos otros dirigentes que han ejercido el poder dejaron al mundo civilizado como enseñanza mayor es que no podemos confiar ciegamente en los líderes, sino que hemos de vigilar constantemente sus pasos y desempeños.”
Fuente: Dr. Luis Arocha Mariño.
No podemos olvidar las imágenes del caudillo expresando… ¡Exprópiese!
¿Puede un país donde flagrantemente se violan Derechos Humanos fundamentales, como lo es la propiedad, aseverar que en su territorio existe justicia? Donde se confisquen, expropien, expolien y/o invadan unidades de producción agropecuaria, en plena y optima producción y hasta las viviendas que han servido de hogar a personas de la tercera edad y que le han ocasionado daños colaterales irreversibles, en algunos casos hasta la muerte.
La distorsión social ha llegado a extremos tan grandes, según mi concepto, que los delincuentes que realizan estos hechos contra la propiedad de personas que han dedicado su vida altruistamente para ser útil al prójimo, han sido profesionales, ingenieros, arquitectos, etc., y cuando son nombrados algunos “ofendidos” familiares y amigos salen en defensa de su supuesta dignidad, a pesar que las pruebas de los delitos cometidos reposan en los expedientes llevados por los organismos a quienes compete implementar la justicia.
Maximiliano Pérez Apóstol