Cada día los venezolanos afrontan dificultades como consecuencia de la miseria que atraviesa el país. El hambre acompaña constantemente a la población, que ante los altos precios por la inflación, intenta rendir el salario para poder sobrevivir. Con salarios tan bajos, poder adquirir los productos de la cesta básica es un lujo que pocos pueden permitirse. Es lamentable admitir que en pleno 2020 Venezuela encabeza todas las listas negativas de países: desigualdad, violencia, pobreza, falla de los servicios, caída del PIB, entre otras. En cada informe nacional e internacional, se evidencian las consecuencias de padecer el modelo de un régimen autoritario que aniquila todo a su paso.
Son muchos los males que sufre el venezolano en su día a día. Tomemos de ejemplo uno de los servicios más importantes que existen: el agua. Acorde a los datos de la Fundación Agua Sin Fronteras, el 82 % de los venezolanos no tiene un suministro de agua de manera continua y 4 millones de habitantes de zonas rurales han quedado desabastecidos de agua luego de que en 2007 se eliminara el Programa Nacional de Vivienda Rural. Asimismo, las estadísticas del Observatorio Venezolano de Servicios Públicos muestran que el 43% de la población modifica su consumo de alimentos por las fallas en el servicio de agua potable.
Ni siquiera Caracas escapa de esta terrible realidad. Monitor Ciudad muestra que el 70% de los caraqueños no reciben suficiente agua de Hidrocapital. Además, cuando falta el agua, el 30% de los caraqueños debe cargar agua de vecinos u otros sectores, lo que dificulta aún más el día a día de los ciudadanos.
En una coyuntura normal, las fallas en el suministro de agua son alarmantes debido a la importancia que esta tiene en la vida y el quehacer diario. Resulta inhumano obligar a la población a vivir sin agua y en la constante zozobra de no saber cuándo llegará o se irá dicho servicio. Esta injusticia aumenta más en plena pandemia, ya que lavarse las manos para prevenir el COVID-19 se ha convertido en un lujo.
El agua es un derecho y deberíamos contar con ella en cada momento del día, todos los días. No debería ser un privilegio que pocos tienen o pueden costear. Es por esto que Venezuela necesita dejar atrás toda la corrupción e ineptitud que ha caracterizado estos últimos 22 años bajo el chavismo. Ellos son responsables de cada mal que afecta la vida de los venezolanos, son responsables del sufrimiento de todo un pueblo.
Venezuela necesita un nuevo modelo político, que brinde respuestas eficientes y reales a las problemáticas que atravesamos. El pueblo exige soluciones que sean duraderas y no piensen solo en el corto plazo. Tenemos que llegar a un consenso como sociedad, en donde los distintos actores políticos se entiendan y se reconozcan. Solo podremos lograrlo con la reinstitucionalización del país y el regreso de la democracia. Retomar nuestra libertad y lograr el regreso de la democracia es posible si trabajamos unidos y organizados.
Stalin González