Antiguamente las pocas calles de Barquisimeto -empedradas todas- se alumbraban desde las casas, colocando en los portones un farol con una vela de sebo o un candil de aceite vegetal.
Comenta el enciclopedista Rafael Domingo Silva Uzcátegui, que el primer alumbrado público de la ciudad fue inaugurado en abril de 1842, por iniciativa de don Bernabé Planas, gobernador de la provincia, quien, preocupado por mejorar el ambiente, despejó un poco la penumbra.
Se colocaron faroles que en realidad eran rudimentarias lámparas de latón que usaban aceite de tártago o manteca de cochino, que más tarde fue sustituido por kerosén.
Un enigmático personaje recorría las calles con una de estas lámparas y con escalera en mano utilizaba para subirse a los postes y encender el farol de hojalata. Era conocido como el farolero.
El periódico El Occidental, del 9 de septiembre de 1879, da cuenta que el señor Simón Sánchez, administrador de las Rentas Municipales, recorre todas las noches a caballo la ciudad para observar si todos los faroles están encendidos.
En mayo de 1894, se suscribió un contrato de luz eléctrica, obra que inició dos años más tarde, inaugurándose el 5 de julio, con el encendido de las luces de la plaza Bolívar [hoy plaza Lara] y Miranda [actual plaza Bolívar].
Este alumbrado solamente funcionaba durante las primeras horas de la noche cuando había retretas, es decir, los jueves y domingos. Posteriormente, el 11 de septiembre, el alumbrado llegó a las principales calles de la ciudad, pues el servicio no fue posible instalarse en las casas sino muchos años después.
En 1899, el señor Ezequiel Garmendia suscribió contrato con el Gobierno regional para atender la demanda del servicio eléctrico en Barquisimeto.
El primer apagón en Barquisimeto
La electricidad era producida por una planta hidroeléctrica instalada en un predio de la Hacienda El Molino Arriba, en el Valle del río Turbio, y el agua que movía la turbina provenía del Bosque Macuto, conducida por canales de concreto, un primer tramo, a un punto de gran desnivel a la sala de máquinas.
En 1898, durante el movimiento de armas del general Manuel ‘Mocho’ Hernández, los liberales tomaron Barquisimeto y durante el sitio, ensañados por la osada revolución de Ignacio Andrade, apoyada por el general Joaquín Crespo, destruyeron la planta, causando así el primer apagón en la ciudad.
Llegó la luz
En los albores del nuevo siglo, el empresario Tomás R. Villoria, a través de su Agencia Industrial, probó un alumbrado público incandescente utilizando una destilación de alcoholes, produciendo una luz más clara, realidad que produjo la inmediata reacción del cabildo barquisimetano, otorgándole un contrato para tan vital servicio público. Y luego de 15 años, en 1916, el fluido eléctrico llegó a cada rincón de la pequeña ciudad luego de ser traspasado el contrato a una empresa de mayor alcance: C. A. Industrial de Barquisimeto, servicio inaugurado en medio de un gran festejo público por el general Diógenes Torrellas, presidente del estado Lara.
El cronista Hermann Garmendia, atestigua en su columna El camino y el espejo, del diario EL IMPULSO, que la nueva planta termoeléctrica se ubicó detrás del Cuartel Jacinto Lara. Nueve años más tarde, este servicio producido a gas y luego a gasolina, pasó a ser administrado por Venezuela Powers Company, quien compró la nueva planta eléctrica instalada en 1930 por los hermanos Degwits, provenientes de Valencia.
En 1941, la C.A. Energía Eléctrica de Venezuela adquirió la Powers Company, para iniciar una fase de gran desarrollo en Barquisimeto convirtiéndose en la empresa autónoma C.A. Energía Eléctrica de Barquisimeto, Enelbar, con la cual llegamos a apreciar la calidad de su servicio en manos privadas.
Lección del gobernador de Lara
Anota el cronista Omar Garmendia que una noche se registró un apagón en Barquisimeto y ante esa situación Eustoquio Gómez, gobernador del estado Lara, apeló a una ingeniosa solución. Llamó a todos los dueños de carros de alquiler que había en la ciudad y les ordenó que debían mantener encendidas las luces de sus automóviles estacionados para alumbrar las calles.
En ese asunto estuvieron varias horas. Al día siguiente los conductores se acercaron al Palacio de Gobierno para cobrar al mandatario regional, Eustoquio miró en detalle el monto de la deuda y seguido le pasó la cuenta a la compañía eléctrica increpándoles por escrito: «Esto es para que no se repitan esos apagones en la ciudad».