#OPINIÓN “Cartas” para conocer mejor a Teresa de la Parra #4Jun

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Los libros son generalmente el documento principal de presentación de un escritor en que se muestra ante el público lector. En cambio, sus cartas permanecen en un segundo plano o simplemente desconocidas por lo personal, familiar y amistoso.

La misiva más allá de la forma de comunicar es catalogada actualmente como una forma de expresión literaria junto al diario y el testimonio. Ese quebrantamiento de los moldes ha permitido alcance niveles de excelencia artística como lo hace el checo Franz Kafka en su célebre obra Carta al Padre.

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Gracias a la gentileza del poeta y periodista Ramón Rivasáez hemos leído el libro “Cartas” de la escritora venezolana Teresa de la Parra publicado en 1950 por la Librería Cruz del Sur, Caracas. La obra recoge la correspondencia de la escritora entre los años 1926 y 1935. Son misivas de corte amistoso dirigidas a: Vicente Lecuna, Luis Zea Uribe y Rafael Carías. Un libro de literatura epistolar prologado por el ilustre humanista Mariano Picón Salas.

Algunas de esas correspondencias son breves y otras largas de acuerdo con la disposición y estado de ánimo de la autora. Eso a nuestro entender las convierte en especies de “miniensayos”, como sostenía el periodista e historiador barquisimetano Esteban Rivas Marchena. Alcanzan formas de expresión literaria si de clasificarlas se trata.

Por una parte, tenemos el lado de forma y técnico de como aborda el contenido de la obra y por otro el humano manifestación de su intensa vida.  Por sobre todo son un testimonio de la inquieta existencia de una mujer de retos que evadía lo fácil para plantearse corajudamente los problemas del diario trajinar. Lo sostenía así: “Prefiero las dificultades y el trabajo hasta el fracaso pero siguiendo un fin…”

Tiene el mérito intelectual de apartarse entonces de la corriente del criollismo para introducir nuevos y modernizadores elementos en la narrativa venezolana. Novedades presentes en sus novelas Ifigenia y Memorias de Mama Blanca en las cuales es notorio el protagonismo de la mujer venezolana. Ello la hace tal vez una pionera de las luchas feministas en el país, aunque en forma muy sutil.

Era dueña de una optimista filosofía de vida que concebía desde la dimensión de lo místico. La felicidad para ella consiste en cierto bienestar económico, tener una casa, salud, libros y ratos de soledad preferiblemente en el campo. Tenía además el don de la humildad como las piedras cuando declara su admiración por el campesino en el que ve la ”sabiduría de un ignorante”.

Víctima de la tuberculosis siempre creyó firmemente en que se curaría. La enfermedad la asume con entero optimismo hasta el último día de su vida. Fue de las personas que se plantean en la vida mantener el optimismo por encima de las adversidades, aunque la procesión vaya por dentro y nos acose el dolor. Es manifiesta su alta moral ante esta enfermedad que finalmente la derrota.

Por lo que añora permanentemente el clima del Trópico con sus dos estaciones ideal para la observancia de una buena salud máxime en alguien pasto de la tuberculosis.  Esos deseos la emparentan con la condicionante geografía del Nuevo Mundo.

La obra es además el reflejo del espíritu social, político, cultural, filosófico e histórico de una época. La Venezuela tradicional cuya transición a la modernidad ocurre a partir de 1936. El tiempo de la tiranía gomecista en que se debía calcular los pasos y decía pues de lo contrario se corría el peligro de una detención, tortura, cárcel y destierro. Imaginario y memoria de la sociedad venezolana tradicional a la espera del pase a la modernidad contemporánea a lo que no fue indiferente. Ello pese a que nació y vivió gran parte de su vida en el extranjero.

A un escritor lo podemos conocer más por medio de las cartas. De Teresa de la Parra encontramos en estos textos: deseos, inquietudes, miedos, sueños, ilusiones, frustraciones, tristeza, angustias, creencias, triunfos, proyectos. Por ejemplo, su alusión a la muerte es tangencial. propio de alguien con mucho temple espiritual y moral signo de una sólida personalidad. Pese a la adversidad tiene unos inmensos deseos de vivir a lo que se aferra.

Sobre nuestra situación cultural se manifiesta crítica, reflexiva y alerta. En ese sentido pensaba que somos pasto de una falsa cultura europea y americana del norte mal asimilada. Según nuestro entender alude al “kistch” que niega la inventiva por proponer una falsificación de la vida del hombre desde la instancia del arte.

Es inmensa su admiración por el Libertador Simón Bolívar. Cuando muere en 1936 trabajaba en una biografía sobre su persona desde la perspectiva amorosa.

Esos textos están acompañados además de unas estupendas fotografías en las cuales resaltan su elegante vestimenta y fina silueta. Las mismas funcionan a manera de magnífico complemento del conjunto.

“Cartas” es un libro que se lee con interés de principio a fin dado su excelente contenido y la forma inteligente como está escrito. El fiel testimonio de una mujer intelectual cargada de optimismo y alegría por vivir hasta el último suspiro en esta Tierra. Esa es su mayor lección y mensaje. Al tiempo que fractura el estereotipo creado en torno a su persona de mujer de abolengo indiferente a su paisaje inmediato. Ahora sabemos de la otra Teresa de la Parra gracias a su lectura por el método del salto y exploración aproximativa que impone la dinámica de la escritura periodística y literaria.

Freddy Torrealba Z.

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