Hoy, 3 de junio, recordamos con risueña gratitud, un año más del nacimiento de esa extraordinaria mujer, madre, luchadora política y social, que fue, y es, Bolivia Suárez.
Y éste sábado estaremos cumpliendo en Juan de Villegas una acción social que ella prometió realizar, poco antes de que el aciago virus marcara su destino y nos privara de su presencia física.
La historia dirá, si se la escribe con justicia, que una mujer tan bajita que jamás se separó del suelo y del clamor y la miseria de los suyos, un día, en las nieblas de la inconsciencia, se vio forzada a partir, y los ángeles percibieron que las manos que tanto extendía, en vida, no era, jamás, a la espera de recibir sino tan solo para dar; y que su voz no se alzaba en función del reconocimiento ni del halago, ni de la hueca vanidad, sino de la solidaridad.
Esa mujer, de estirpe paciente y sonriente, activa y discreta, serena y abnegada, probó que política y honestidad pueden convivir. Que la sensibilidad social no es afectación. Que es posible, y plausible, ser un personaje público sin renunciar a las convicciones más íntimas. Que en el sacrificio verdadero, el que complace a Dios, hay una inmensa y justa y legítima alegría.
Por eso afirmamos que hay, para nuestra fortuna, personas cuyo tránsito terrenal puede ser descrito con una sonrisa, y honrado en el altar de un recuerdo amable.
Nos anima en este día la intención de presentar nuestros respetos a una hermana que por decisión unánime de nuestros corazones seguirá viva, entre nosotros… y, sobre todo, con nosotros.
JAO