Educar, enseñar, instruir. Objetivo y finalidad: Informarse, conocer, saber. La más antigua preocupación del ser humano, sea para impartir el hecho educativo, divulgando el saber de sus experiencias, o al contrario, controlar el conocimiento, disponerlo a satisfacción de un interés particular y obviamente ocultarlo bajo pretexto de preservarlo, evitando su corrupción o mal uso.
La preocupación esencial de preservar el saber fue el estímulo creador de la primera y hasta hoy la más grande invención del hombre. La escritura. A partir del momento de fijar los hechos y eventos que se suceden, narrar situaciones, descripciones y orígenes, documentándolos mediante el signo escrito, se da nacimiento a un parto trascendente. La escritura se convierte en madre de trillizos, da a luz la información, la educación y la historia. Un salto cualitativo que impulsó radicalmente la transformación de la naciente humanidad, enfocándola en lo cultural y abriendo paso de una vez a la dimensión espiritual.
Fue posible entonces transmitir los conocimientos acumulados por la experiencia y en paralelo, preparar a las generaciones en crecimiento para un mejor desempeño y actuaciones como miembros de una sociedad. Nacen los primeros procesos educativos en los que priva desarrollar la mente y el espíritu humano. Los grandes líderes y jerarcas procuran colocar a su servicio los tutores más doctos y de mayor prestigio para guiar su regia descendencia por el camino dela sabiduría esencial.
Me imagino a Filipo de Macedonia discutiendo con Aristóteles acerca de la educación de Alejandro. Después deseo ver en mi imaginación al creador del primer canon de pensamiento hablando con Alejandro, aprovechando una pregunta del imberbe, o cualquier asociación de ideas, para disertar en torno a la guerra de los aqueos contra el reino de Príamo bajo la conducción de Héctor Explicar al joven efebo, porqué la cólera de Aquiles contra Agamenón al arrebatarle a Criseida.
–No es la dulce tentación de la carne, frustrada por la abusiva arrogancia del poderoso rey y máximo jerarca de la expedición griega –diserta Aristóteles a su alumno– que so pretexto de lavar el mancillado honor de Menelao atacan al reino de Príamo, Hécuba y sus 50 hijos, conducidos por los príncipes Héctor y París.
El insigne maestro insiste
___No Alejandro. Los motivos reales de una guerra jamás serán nobles ni se afianzarán sobre principios de solidaridad o justicia. Pero El pregón se repetirá y el populacho ignorante lo creerá cierto y sacrificarán sus vidas en apoyo a la noble tarea emprendida por su dueño y señor, cuyo norte y faro guía son la codicia y la ambición extrema de poder.
El avance de las sociedades determinó el cambio a objetivos pragmáticos y los moldes educativos dirigidos a satisfacer necesidades individuales dieron paso a una visión de utilidad social. Surgió un nuevo orden de ideas y los conceptos educativos intentaron otros paradigmas. No obstante la preocupación filosófica o la dimensión histórica y apartando consideraciones de tipo individual o social, utopías de integralidad o fines utilitarios, las actividades educativas se cimentaron siempre sobre tres aspectos fundamentales: Qué debemos enseñar; a quién se ha de enseñar; y, con qué fines se enseña.
Una apretada síntesis de los conceptos más arraigados y utilizados como factor educativo nos informa que la obligatoria necesidad de educar, cualquiera sea la motivación que la impulse, se ha formulado en tres formas cuyo uso ha sido virtualmente constante en todo tiempo y lugar, diferenciadas solo por detalles .casi todos de valor anecdótico, son el “Aprendizaje”, la “Enseñanza” y la “Instrucción”.
El concepto más elemental de aprender es adquirir el conocimiento de algo, de una cosa. En el origen de la sociedad moderna y sus antecedentes de finales del medioevo, el Aprendiz fue fundamental al formular las reglas y tradiciones del trabajo en los talleres, cuna de los gremios y asociaciones artesanales donde se forjó la base de la pequeña burguesía. La evolución del taller lo convierte en una primera etapa de la llamada Educación para el Trabajo, en cuya evolución el aprendiz es el epicentro de la organización de instrucciones para el aprendizaje, aplicadas más tarde en las Escuelas Artesanales, de Artes y Oficios, o Escuelas para el Hogar y la Mujer. Instituciones dedicadas a enseñanzas prácticas de utilidad inmediata para el egresado, calificado con diploma certificado por la autoridad educativa
Estas escuelas al evolucionar en el tiempo determinaron la creación de Escuelas Técnicas e Industriales, base posterior de los Institutos Tecnológicos y en última escala, los Institutos Politécnicos. Una cadena educativa para el trabajo basada en el conjunto de necesidades individuales de un aprendiz, a convertir en artesano técnico u operario calificado y orientado a cumplir un fin social.
A partir del último tercio del pasado siglo XX se comenzó a revalorizar un nuevo concepto educativo, que manteniendo los aspectos más pragmáticos de las necesidades sociales, alcance también metas de enriquecimiento personal, intentando con carácter holístico una formación integral. Una visión más universal y se le promueve desde altas tribunas como la UNESCO, pero que tienen como precursores a poetas, historiadores, sociólogos y ecologistas, alarmados por la extrema competitividad y el canibalismo en la gestión de la vida moderna, practicado sin distingo alguno tanto por el más feroz capitalismo, como por la versión chinesca del nuevo socialismo basado en la premisa de: “No importa el color del gato, con tal que cace ratones”. Versión con la que Pekín pretende haber roto los viejos vicios del control a ultranza, ahora mejor y zecnológicamente focalizado, con la presión del manual sobre las instituciones y organismos a la par de aflojar la cuerda al cuello de las personas, unos pocos milímetros.
¿Avanzamos? En apariencia es un hecho, dos pasos adelante y uno y medio atrás. Otra dos pasos adelante y de nuevo uno y medio atrás. Pero después de los dos nuevos pasos adelante, tres atrás a fin de emparejar la cuenta y corregir el apriete al mango del sartén.
Y va el grito de costumbre. No desmayen poetas. Tampoco cedan ustedes, locos, utopistas y soñadores. Mantengan el grito, olviden la consigna de amor y paz, paz y amor, dicha en voz baja, casi en susurros. Hoy, ahora, releemos al historiador británico Arnold Toynbee para recordar su magna sentencia:
“Todo hombre, toda mujer y todo niño que vive hoy, está viviendo en un mundo en el que la humanidad se encuentra ante la elección extrema de aprender a vivir juntos como una familia o cometer genocidio en escala planetaria”.
Una razón más para sintonizar con el nuevo movimiento hippie y gritar con voz tonante: LIBERTAD Y PAZ, PAZ Y LIBERTAADDD.
Pedro J. Lozada
