#OPINIÓN Buena Nueva: Gran misterio #30May

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El misterio de la Santísima Trinidad es el gran misterio: un solo Dios en tres Personas. Y es grande porque es grande como es Dios. ¡Grandísimo! Pero es grande también por lo imposible de entender. ¡Ni hablar de tratar de explicarlo!

Cuéntase que mientras San Agustín se encontraba caminando en la playa, preparándose para dar una enseñanza sobre el misterio de la Santísima Trinidad, se distrajo con un niño que está tratando de vaciar agua del mar en un hoyito que había hecho en la arena. Al preguntarle al niño qué estaba haciendo, éste le respondió que estaba tratando de vaciar el mar en el hoyito. “Pero, ¡estás tratando de hacer una cosa imposible!” Y el Niño le replicó: “No más imposible de lo que es para ti entender o explicar el misterio de la Santísima Trinidad”. Y desapareció el Niño.

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Sin embargo, lo importante de este misterio no es explicarlo –que no podemos, de todos modos. Lo importante es vivirlo. Pero … ¿no será eso más difícil aún? … No tanto…

Recordemos que fuimos hechos -no para quedarnos aquí en la tierra- sino para vivir unidos a Dios en el Cielo… ¡unidos a la Santísima Trinidad! Pero desde aquí en la tierra podemos comenzar esa unión. ¡Woao! ¿Será posible? ¿Desde ahora mismo?

Bueno, fue Jesucristo el que nos habló de esa posibilidad: “Si alguno me ama guardará mi Palabra y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él” (Jn 14, 23). Es decir que Dios viene a vivir en el que Lo ama guardando la Palabra de Dios, o sea, en el que sigue lo que Jesús nos enseñó. Eso es amarlo. Entonces ¡sí es posible esa unión desde ahora!

De las Tres Divinas Personas, al Espíritu Santo es a Quien le toca la Santificación de todos y cada uno de nosotros. Y el Espíritu Santo nos va santificando, porque nos va haciendo cada vez más semejantes al Hijo. ¡Claro! Si lo dejamos hacer esto.

¿Y qué hace el Hijo? Jesús nos va mostrado al Padre y nos va llevando a Él. “Nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquéllos a quienes el Hijo se los quiera dar a conocer” (Mt. 11, 27).

Entonces … ¿cómo podemos vivir el Misterio de la Santísima Trinidad desde aquí en la tierra? La clave está en dejarnos guiar por el Espíritu Santo. Eso significa que tenemos que ser perceptivos, dóciles y obedientes a lo que el Espíritu Santo nos vaya inspirando.

Y ¿cómo sabemos que las inspiraciones vienen del Espíritu Santo? No es tan difícil. Sabemos que vienen del Espíritu Santo, cuando esas inspiraciones nos llevan a buscar la Voluntad de Dios ¡y a cumplirla!

De esta manera podemos vivir en la tierra este misterio de la unión con la Santísima Trinidad. Eso es precisamente lo que significa la oración trinitaria con que comenzamos cada Misa: La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el Amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo esté con todos vosotros.

Isabel Vidal de Tenreiro

www.homilia.org

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