“La invasión de predios es un delito penal, transgrede disposiciones expresas de la Ley de Tierras y violenta principios constitucionales como el que reza que la producción de alimentos es de interés nacional. Ni el INTI, ni los jueces agrarios han estado a la altura.”
Fuente: Derecho Agrario UCV @AgroDerecho.
Se puede presumir que en muchos aspectos la Ley de Tierras y Desarrollo Agrícola, tal vez, mal interpretada, forma parte del comienzo de la debacle del país.
Es de suponer que en algunos aspectos dio la impunidad entre los invasores de oficio y de otras personas que se aprovecharon para adueñarse de predios que eran totalmente productivos, en los cuales, varias generaciones de una misma familia habían logrado que fuesen eficientes y eficaces, con su trabajo, esfuerzo, tesón y perseverancia; donde en múltiples oportunidades arriesgaron sus vidas luchando contra depredadores de dos y de cuatro patas, contra las enfermedades de sus plantas, de sus animales y las de ellos mismos; no podemos, ni debemos, olvidar epidemias como la del paludismo, que diezmó los llanos venezolanos, los asedios de plagas como la langosta que arrasaban los sembradíos, la fiebre aftosa que exterminaba los rebaños y las ratas de dos y de cuatro patas destruyen cultivos en plena producción. Son generaciones de familias completas que lograron superar las inclemencias climáticas, grandes sequías e inmensos inviernos…
Los campos venezolanos comenzaron a ser trabajados con tracción a sangre, los llanos y las montañas se iniciaron en la producción de alimentos a lomo de caballos, mulas y burros; después aparecieron los vehículos doble tracción, el guinche y se utilizaron cadenas en los neumáticos para sobrepasar los lodazales. Los colonos criollos se iluminaron con fogatas y con lámparas que para su combustión usaron aceite, gasolina blanca y /o kerosene; transitaban por trochas, caminos de tierra, donde las distancias parecían interminables y el regreso al hogar inalcanzable…
Todo ello fue superado por la voluntad inquebrantable que sólo tiene quien ama la tierra, quien ha tragado barro, soportado la inclemencia del frio y del calor abrazador, pasado hambre y sed; a quien la llegada de unos polluelos, o el parto de uno de sus animales se constituye en un festín comparado tan sólo con el advenimiento de un hijo…
Sólo sabe a qué me refiero quien se eriza con una tonada llanera, con “Moliendo Café”, y se le aguarapan los ojos si las oye disfrutando del ¡Sol de los Vena´os!
Así construimos a Venezuela. Venciendo las dificultades habíamos logrado abastecer al país en más de un setenta por ciento (%70) de sus necesidades alimenticias y exportábamos los excedentes de algunos rubros. No fue fácil, pero avanzábamos cada día más y mejor, tuvimos el apoyo del ICAP, BANDAGRO, y créditos preferenciales (Hasta de tres y ocho por ciento anual (%3 y 8/anual), muchos otorgados por la banca privada; montos subsidiados por los tan criticados gobiernos democráticos y que, para demostrar que de todo hay en la Villa del Señor, muchas veces fueron desviados por personas inescrupulosas.
Se había logrado un parque de maquinarias, equipos e implementos agrícolas de primer orden; la tecnología avanzaba al ritmo que marcaba la globalización y era dirigida por el talento probo de nuestras magnas casas de estudio, que se expandía al medio rural. Sin dificultad nos abastecíamos de los insumos necesarios, fertilizantes, agro-químicos, y… ¡COMBUSTIBLES!
¿QUÉ PASÓ ENTONCES?
Todo venezolano debe defender sus derechos y exigir parar el desastre…
¡QUE SE CUMPLA CON LA RESPONSABILIDAD ACEPTADA!
En la justicia basada en el Estamento Legal venezolano y los Tratados Internacionales suscritos por la nación está la base de la recuperación del país y el camino de la paz…
Maximiliano Pérez Apóstol