Las personas de la tercera edad pueden acudir al paso preferencial con un acompañante
Johanna Sepúlveda, habitante de San Antonio del Táchira, es quien ayuda a su padre, de 72 años, a realizar sus diligencias médicas en el vecino país, Colombia. El canal humanitario se ha convertido en un aliciente frente a los caminos verdes.
La dama, cada dos semanas, aparta un día de su agenda laboral para dedicárselo por completo a su progenitor, quien es colombiano y está incluido en el Sistema de Identificación de Potenciales Beneficiarios para Programas Sociales (Sisben).
El señor Sepúlveda es hipertenso y recientemente fue operado de la vista, en Cúcuta. «Hoy estábamos en consulta y aprovechamos también para actualizar algunos documentos relacionados con su seguro», recalcó.
El canal humanitario o paso preferencial fue habilitado semanas después del cierre de los puentes binacionales (14 de marzo de 2020), por parte de Colombia, frente al escenario con la covid-19. Lleva 13 meses activo y, cuando el río crece, suele registrar congestión, en vista de que la mayoría de caminos verdes cierran.
El septuagenario camina aferrado al brazo de su hija, quien se ajusta al ritmo, lento, de su papá. En su otra mano, la ciudadana lleva una serie de documentos, todos relacionados con las consultas, récipes y demás diligencias de su pariente.
Cada detalle o cita es tramitado por ella en la hermana república. A veces atraviesa sola el puente para adelantar la fecha de alguna consulta o reclamar los medicamentos en la droguería (farmacia) adjudicada al seguro de su padre.
«Uno invierte horas, pero vale la pena, ya que se trata de la salud de mi papá. Gracias a Dios, ya fue vacunado contra la covid-19, en días recientes», prosiguió quien ve con beneplácito la posible apertura de la frontera.
Johanna Sepúlveda es una de las tantas acompañantes que ayudan al traslado de los pacientes, con fortaleza y fe. «Cuando se forman colas para ingresar, se hace más agotadora la jornada, pues se traduce en horas de espera», dijo.
Cese de las lluvias
El cese de las lluvias permitió que el ritmo bajara notablemente por el puente Simón Bolívar. Paciente con VIH, por ejemplo, prefieren usar las trochas para arribar a Colombia y retornar horas después de haber reclamado sus medicamentos.
El caudal del río está manso y, por tal razón, los caminos verdes han estado activos, sin interrupciones. El tránsito de personas no para en semanas radicales, solo baja el número de ciudadanos, que van y vienen.
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