Antes del viaje a Carora para una reunión vespertina con la feligresía y clero de esta Diócesis, Abelardo Riera nos invito junto a Yuyita de Chiossone a un exquisito almuerzo que tenía como interés adicional al cariño, el planificar nuestra visita para que de la reunión surgiera una solución equilibrada que no dañara moralmente a las partes involucradas en un conflicto que gracias a Dios ya fue superado sin consecuencias negativas y que debemos archivar en baúl sellado.
Los grandes ausentes de este encuentro fueron María Magda y José Crispiniano Colmenárez quienes anteriormente se habían incorporado a esta cruzada caroreña por defender su tradición religiosa, Y es oportuno recordarlos en este escrito porque de ellos conversamos durante el trayecto al tocar el tema del empeño laborioso sobre la tierra, en el cual José Alejandro Riera, el padre de Abelardo fue un pionero tanto en caña de azúcar como en la cría del ganado raza Carora.
Don Che y su esposa María Zubillaga fueron un matrimonio donde el trabajo y la fe católica centraron los objetivos familiares y precisamente sobre esta plataforma ética Abelardo Riera Zubillaga construyó su camino vital y transmitió sus valores a los hijos que tuvo con su esposa Lucia Sigala, a saber María Lucia, Abelardo José, María Inés, Ignacio y Tomas Javier. Sobre los pilares de la fe en Dios y el trabajo como misión de vida Abelardo, Don Abe, edificó un mundo de relaciones que lo llevaron a ser figura cimera del empresariado larense y abnegado servidor de causas nobles tanto en lo social, lo religioso y también en lo político.
Don Abe cumplió su rol de hombre bueno en esta vida de la forma que mas agrada al Señor de los cielos, desde la oración, el silencio y la humildad. En una oportunidad le dije que él lucia como un discípulo espiritual de Carlyle y que su hoja de ruta era un pequeño libro de este autor donde se recopilaban muchos de sus escritos de forma breve y didáctica: Trabaja y Confía. Me agradeció la comparación y me agregó que simplemente el hacía esfuerzos por buscar la parte buena de todo el mundo porque dentro de cada persona había una lucha entre el bien y el mal y era tarea católica promover el triunfo del bien. Derrotando lo malo con el perdón.
Muchos fueron los viajes de Don Abe en su intermediación para lograr acuerdos y fomentar iniciativas por el bien común. A este viaje de carácter religioso a Carora lo precedieron otros , donde también lo acompañe, orientados a fortalecer el musculo democrático de la sociedad civil caroreña. Siempre de bajo perfil, siempre poniendo el interés colectivo por encima de cualquier consideración personal. Es oportuno reconocer, dentro del ámbito político, que Don Abe fue factor clave para la construcción de las estructuras organizativas del Frente Amplio de Lara a nivel municipal y parroquial, nos pidió mantener este apoyo en secreto, suponemos de igual forma muchas de sus obras de fe quedaran en los terrenos del agradecimiento intimo, ya el tiempo develara lo que sea en voluntad de Dios del conocimiento público.
Hay personas que son un acantilado que resisten los oleajes del miedo asomados al borde de la muerte, atenazados por el vértigo que produce el vivir en permanente contrarreloj. También hay humanos que son tundra ubicados en la soledad boscosa entre el frio de la eternidad y el agua que nunca se deshiela para calmar la sed de las esperas. Hay infinidad de paisajes y tormentas en lo profundo de cada ser con alma, Don Abe era un valle de brisa fresca con agricultores celosos de su siembra y una iglesia de puertas abiertas para quienes desearan compartir el pan de vida eterna. Murió Don Abe para nosotros y su nueva morada está en los predios del Señor. Dios con nosotros.
Jorge Euclides Ramírez