Venezuela tiene el potencial y sus gobiernos tienen el deber de producir más alimentos. Los productores de cultivos como maíz, arroz, caña de azúcar, café, cambures y plátanos, raíces y tubérculos, lamentablemente, no hemos logrado el objetivo y las situaciones inimaginablemente adversas nos han llevado a un retroceso peligroso en casi todos los rubros.
Basta revisar los artículos 305, 306 y 307 para comprobar la inobservancia de la Constitución Nacional. Estos objetivos, “presuntamente,” se han venido desviando con desfasadas y fracasadas ideologías que han conducido a políticas económicas erradas, populismo, inexperiencia, fanatismo, negligencia, intereses grupales o personales, delincuencia (robos, atracos, saqueos, secuestros, intentos y logros de asesinatos, abigeatos, invasiones, confiscaciones, expropiaciones, matraqueo en las alcabalas reconocido por el Fiscal General de la República, la corrupción y la impunidad galopante), la falta de energía (combustibles, gasoil, gasolina y electricidad), la ausencia de insumos y financiamiento (como consecuencia de la hiperestaflación).
Los errores deben ser reconocidos y corregidos perentoriamente, enderezar los entuertos y los que le hayan hecho daño al país deben apartarse y ser procesados por la justicia, con todo el peso de la ley, más aquellos que han ocasionado daños irreversibles con resultados nefastos para la población.
Para profesionales, técnicos y mano de obra especializada en labores agropecuarias es obligatorio asumir el reto de lograr el abastecimiento de alimentos venezolanos a la población
Los ciudadanos debemos ampliar nuestra sapiencia. Al educarnos adquirimos conocimientos y esto contribuye a la toma de decisiones acertadas bajo la influencia de la lógica, la razón para actuar con sensatez.
Debemos conocer nuestros deberes y derechos para poder vencer al populismo, la delincuencia y la corrupción que convierte a la ignorancia en instrumento ciego de su propia destrucción, bajo el abuso de poder que le otorga, aprovechándose así para obtener sórdidos beneficios personales, en cortos lapsos y en cantidades monetarias nunca antes imaginadas, cuantificadas en euros, dólares y otras monedas depositadas en los denominados paraísos fiscales o son ostentadas descarada, fragrante y públicamente.
El Art. 305 de la Constitución Nacional expresa: “El Estado promoverá la agricultura sustentable como base estratégica del desarrollo rural integral, a fin de garantizar la seguridad alimentaria de la población, entendida como la disponibilidad suficiente y estable de alimentos en el ámbito nacional y el acceso oportuno y permanente a éstos por parte del público consumidor. La seguridad se alcanzará desarrollando y privilegiando la producción agropecuaria interna, entendiéndose como tal la proveniente de las actividades agrícola, pecuaria, pesquera y acuícola. La producción de alimentos es de interés nacional y fundamental para el desarrollo económico y social de la nación. A tales fines, el Estado dictará las medidas de orden financiero, comercial, transferencia tecnológica, tenencia de la tierra, infraestructura, capacitación de mano de obra y otras que fueran necesarias para alcanzar niveles estratégicos de autoabastecimiento…”.
El abastecimiento de alimentos se ha logrado con alimentos importados, pagados con dólares y aumentando los índices inflacionarios; la inflación sólo se combate con producción, y la producción se fortalece, únicamente, con productividad…
A quienes ejercen el poder para tomar decisiones, y a sus asesores, les es obligatorio actuar bajo un análisis real de la situación que ha ocasionado la inmensa crisis que nos azota, oír, estudiar y ejecutar las propuestas efectuadas, y perentoriamente parar el desastre en el cual sobrevivimos, tomando como base fundamental al “Estamento Legal venezolano vigente y los Tratados Internacionales suscritos por la nación”.
Maximiliano Pérez Apóstol