Hemos sido formados en una escuela en la cual la familia es el centro existencial de todo. Allí se siembran y cultivan los valores fundamentales que servirán de guía e inspiración a lo largo de la vida. Progresivamente la responsabilidad se hace más individual, es decir personalizada y todo dependerá de la voluntad de cada cual. No exageran quienes dicen que la Madre es el centro de todo. Para bien o para mal. De ella depende en altísimo porcentaje el presente y futuro de toda la familia.
Escribo en domingo, Día de las Madres. Oportunidad anual excepcional para reflexionar sobre este tema tan importante y enviar un emocionado mensaje sobre ese personaje insustituible. Mucho más en una situación como la que están viviendo nuestros pueblos, amenazados por variados factores de alta peligrosidad.
Por una parte la pandemia derivada del corona virus y sus consecuencias. La parálisis de las actividades productivas, sociales, deportivas en el sentido tradicional y lo más grave, la incertidumbre con relación al futuro inmediato y al mismo presente. Por otra parte, la encerrona la que estamos sometidos en alto o bajo porcentaje, es también otra prueba para la unidad familiar. Estoy seguro que en la mayoría de los casos ha sido algo positivo para todos. Pero sin la Madre como ejemplo y guía es más difícil superar estos momentos, aunque no imposible.
Por todo ello y mucho más, debemos profundizar el amor y el respeto a la Virgen María, madre de Jesús y receptora de nuestras angustias existenciales y humanas. En ella encontraremos muchas lecciones de vida, útiles para todos los efectos. En definitiva queremos significar el valor de la Madre para el desarrollo integral de la familia.
Algunos tienen su madre viva, lejos o cerca. A otros se nos fue hace mucho o poco tiempo. Pero el ejemplo de sus lecciones de vida en todas las circunstancias ha sido muy importante. Invito a quienes lean estas palabras a reflexionar, en nombre de sus madres, sobre la trascendencia de la familia, su valores y la necesidad de fortalecer al máxima esta institución sagrada y de valor insustituible para el desarrollo de todos.
Venezuela vive una de las etapas más obscuras y dramáticas de su historia. Esto hace más necesario lo comentado anteriormente. Luchemos todos por fortalecer el valor de la Madre y con ella la necesidad de convertir a todo el país en una gran familia, digna y justa. Sin necesidad de renunciar a principios o preferencias políticas e ideológicas la visión familiar de la nación es posible. Ese pluralismo indispensable para la vida en Libertad podría ser la clave para el mejoramiento y limpieza de este presente tan comprometido.
Oswaldo Álvarez Paz
@osalpaz
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